Acabo de asistir al Convenio sobre el Primer Anuncio en Verona organizado por Don Andrea Brugnoli, un sacerdote genial y activísimo que dirige en Italia el proyecto de evangelización de calle “Sentinelle del Mattino” www.sentinelledelmattino.org De entre las muchas cosas interesantes que se han dicho y las iniciativas de evangelización sobre las que se ha hablado, me ha encantado lo que decía uno de los ponentes acerca de la visión en la Iglesia. En muchas iglesias del mundo, si se pregunta a cualquiera cual es la visión que tienen, te responden con una frase que resume lo que pretenden realizar como comunidad, la llamada de Dios que tienen y cómo piensan llevarla a cabo. Es lo mismo que pasa con los autobuses, que normalmente llevan un cartel indicando la línea, el destino y otros pormenores, de manera que uno cuando se sube sabe a dónde va. Contaba el ponente que cuando no se tiene una visión a largo plazo, ocurre que la planificación a corto plazo se convierte en un desastre porque es imposible hacerla con exactitud. Decía:

Proyectar una línea desde el suelo con un ángulo de 4 grados, sobre un muro que dista 4 cm del punto de donde partimos, es una labor de chinos en la que con frecuencia se yerra.La misma línea proyectada sobre un muro que se encuentre a 4 metros, con el mismo ángulo de cuatro grados, además de ser infinitamente más fácil de proyectar, traza con exactitud milimétrica el ángulo escogido en los 4 primeros centímetros de la proyección.

. Si hiciéramos una encuesta a cualquiera de los fieles de nuestra parroquia y les preguntáramos a dónde va la parroquia, se quedarían perplejos de tal pregunta. Probablemente, la misma pregunta dejaría igual de perplejo al párroco, aunque quizás podría hacer algún comentario pesimista sobre la cantidad de gente que viene a Misa. Hoy en día se da en la Iglesia a nivel de base una preocupante miopía y falta de miras que lleva a tantos a errar en lo pequeño, en esos cuatro centímetros, no acertando a poner las bases para una renovación. Aunque los pastores nos están exhortando constantemente y tenemos perlas de “proyección” como la Tertio Millennio Adveniente, en las que se intenta hacer ver a la Iglesia el por qué debemos espabilarnos, cuáles son las tendencias del mundo, y lo que se tiene que hacer en el futuro; la realidad es que esta cultura no ha llegado a nuestras parroquias y comunidades. Vivimos unos tiempos en los que a nivel de comunidades y parroquias la Iglesia reacciona como puede a la que está cayendo, dando la sensación de que andamos en una nave sin control. Si se quiere crecer, si se quiere llegar al mundo de hoy, si se quiere ser relevantes culturalmente, tenemos que empezar a preguntarnos a dónde nos lleva lo que estamos haciendo hoy. Tenemos que empezar a proyectar, examinar si hay recambio, si tenemos una transformadora presencia social, si la gente crece en algo más que en sabiduría y edad. En eso a consistido el Convenio de Primer Anuncio del que vuelvo encantado: explicar las iniciativas actuales que por encima de movimientos y parroquias está inspirando el Espíritu Santo para presentar el Kerigma a una sociedad descristianizada.