Al asegurar que determinados partidos confunden la política con el sermón de la montaña, Rajoy confiere un aire populista a Jesús, tal vez porque considera que las propuestas del Maestro en materia social no contarían con el visto bueno de la troika. De modo que relaciona el discurso de Podemos con las bienaventuranzas, como si fuera lo mismo arengar a los pobres que cubrirlos de misericordia.
El populista es un pastor que promete a las ovejas aprisco soleado a sabiendas de que va a llover. A Jesús le dan lástima las ovejas sin pastor, pero no se las gana anunciándoles que les proporcionará heno hasta que revienten. Rajoy tampoco, pero por una razón distinta: es un pragmático, esto es, un hombre que cría gusanos de seda, no para disfrutar de la metamorfósis, sino para entrar en el consejo de administración de Inditex.  
Al pragmático no se le ocurre divisar el cielo a través del agujero de la moneda de cinco duros, por lo que otorga al dinero una función finalista. Pero la finalidad del dinero es también el cielo, como acredita el consejo del Mesías al joven rico para que le siga sin las ataduras del Ibex 35. Si Rajoy mirará por el agujero observaría que mientras el socialismo capitaliza la miseria, el capitalismo socializa la injusticia ¿Es entonces Jesucristo una tercera vía?: No, mejor aún, es el camino. Si Rajoy mirará por el agujero, en lugar de relacionarlo con Podemos, entendería que la radicalidad del hijo de Dios estriba en la mansedumbre de su mensaje.