Escribió el agustino Fray Amador del Fueyo un libro titulado Los Agustinos en la revolución y en la Cruzada (Bilbao, 1947). En la página 64 y siguientes nos habla del milagro ocurrido con el templo madrileño de San Manuel y San Benito.

Esta iglesia está situada en el número 83 de la calle de Alcalá, frente al Parque del Retiro, y fue construida entre 1902 y 1910. La obra, del arquitecto Fernando Arbós y Tremanti, se destinó como residencia e iglesia para los Padres Agustinos. Los mecenas de esta iniciativa fueron el empresario catalán Manuel Caviggioli y su esposa, Benita Maurici, que donaron el terreno para este fin y de los que la iglesia toma su advocación. Es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura neobizantina madrileña. La iglesia de San Manuel y San Benito tiene una planta centralizada de cruz griega, con una gran cúpula sobre pechinas donde se representan simbólicamente los cuatro evangelistas.

El padre del Fueyo escribe: «un periodista madrileño muy atildado y muy zurdo -Diego de San José- había hecho poco antes del estallido un gracioso mohín de repugnancia por la quema de templos: era inelegante, y desdoraba mucho al Régimen. Aun sin quemar ningún tesoro de arte, “por ejemplo -decía- la iglesia de San Manuel y San Benito.

Nos echamos a temblar. Porque decirles a los bárbaros: No queméis tal iglesia, aunque sea un adefesio, era engolosinarlos a quemarla en la primera coyuntura. Gracias a Dios ni el hermoso templo ni la residencia padecieron la pena de fuego y aun, por única o rarísima excepción, la casa del Señor no sirvió de cochera o depósito de municiones o sala de baile o cine, como tantas otras. Cuando los agustinos volvieron, estaba intacta. La residencia fue centro del comité ejecutivo general del partido comunista, lupanar de sus nuevos inquilinos y, finalmente, taller colectivo de vestuario.

La biblioteca se recuperó íntegra. Los daños materiales fueron, de consiguiente, poco voluminosos. Váyase por las enormes pérdidas sufridas en la casi total ruina e integral desvalijamiento de la residencia de Cuatro Caminos, por solo hablar de Madrid».

Y, ¿la comunidad?

(CONTINUARÁ)