«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo»

Queridos hermanos:

Estamos celebrando Pentecostés. El pueblo de Israel celebraba en esta fiesta, la fiesta del Shavuot, su desposorio con la Torá, con los cinco libros primeros de la escritura: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Hermanos, vivíamos en dispersión, en descomunión, y la Torá crea en el hombre la comunión con Dios y con el hombre, por eso dice que oían hablar en la misma lengua. Las lenguas de fuego son el signo del poder de Dios en el hombre, que irrumpe y le ayuda a trascenderse a la eternidad, crea la comunidad que anuncia al hombre de hoy la salvación.

Por eso respondemos con el Salmo 103: “Envía Señor tu espíritu y repuebla la faz de la Tierra”. Hoy más que nunca hace falta repoblar el mundo entero del anuncio del Evangelio, de Dios. Estamos viendo un mundo sin Dios, por eso existe la destrucción, la violencia, la guerra, la incomunicación, el suicidio; y sólo el Espíritu del Señor tiene poder sobre todo esto.

Luego escuchamos la segunda Palabra de San Pablo a los Corintios: “Nadie puede decir Jesús es Señor sino es bajo la acción del Espíritu Santo”. El Señor nos ha dado su espíritu para que invoquemos su nombre. Cuando le llamamos, el aparece y nos das su gracia. Hemos sido bautizados en este Espíritu para formar un solo cuerpo. Es muy importante la secuencia de Pentecostés, que invoca el Espíritu Santo para llenar del vacío del hombre, el poder del pecado, que enferma nuestro corazón. Por eso, que importante es que nos dejemos encender por este Espíritu de Dios que da la vida eterna. Es importante que lo invoquemos, como lo hemos con el Aleluya: “Ven Espíritu Santo y llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor”.

El Evangelio de San Juan dice que estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Tenemos miedo a ser identificados, contestados y perseguidos por ser cristianos. Jesús se puso en medio y les dijo: “Paz a vosotros, como el Padre me ha enviado, así también los envío. Recibid el Espíritu Santo”. ¿Cuál es el signo que está el Espíritu Santo en medio de nosotros? El perdón de los pecados. La fuerza de este Espíritu es que podemos vivir en comunión. ¡Qué grande que podamos vivir hoy en comunión! Hemos notado la diferencia, la dificultad de vivir en comunión la hemos tocado en los días de pandemia. Pero el Espíritu se manifiesta en el poder de crear en nosotros el ser de hijos de Dios. Solamente es invocad su nombre y Él actuará. Todo el que invoque el nombre del Señor, se salvará. No nos opongamos a esta acción, dejemos que Dios transforme nuestra humanidad pobre y pidamos vivir en comunión con nuestra familia, con nuestros vecinos, con la comunidad que Dios nos ha dado; esta es la gran transformación que realiza la Palabra de Dios en nosotros esta noche.

Que este Espíritu habite en medio de vosotros. Feliz día de Pentecostés.

 

Mons. José Luis del Palacio
Obispo E. del Callao