Año del Señor 2018
7 de noviembre 
 
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.                              
 
A MI MANERA 
 
Lo prometido es deuda, así que voy a compartirte lo que me pasó con uno de los regalos que estuve preparando a Israel. 
 
Mi idea era transformar uno de los dibujos de monjitas que hace Joane... ¡¡en peluche!! Al fin y al cabo, no podía ser tan complicado: imprimir en tela, coser por el borde y rellenar. ¡Facilísimo! Salvo por el detalle de que yo no sé coser... 
 
Sin desanimarme, fui haciendo todo lo que podía. Diseñar, imprimir... Después de recortar las figuras, me fui en busca de sor Puri, la más mayor, nuestra costurera. Cuando le enseñé mi trabajo, casi le da algo. 
 
-¿¿Pero qué has hecho?? ¿Por dónde piensas coser esto? 
 
-Pues... por el borde, ¿no? 
 
-¡Mujer, hay que dejar un centímetro de tela alrededor! 
 
Primera noticia del centímetro dichoso. La pobre sor Puri calculó las virguerías que había que hacer para salvar el desastre: coserle un forro a la tela, hilvanar por aquí, por allá... 
 
-Uy, sor Puri, eso lleva demasiado tiempo. Deja, que lo haremos a mi manera. 
 
Alegremente saqué la grapadora de mi cajón. La pobre sor Puri se echó las manos a la cabeza. 
 
-Ya lo sé, ya lo sé -me adelanté a decirle- así no se cose. Pero déjame intentarlo. 
 
Sor Puri, con más paciencia que el santo Job, me dejó hacer y deshacer a mi gusto. Y, bueno, tal y como era de esperar, ella tenía razón. El desastre casi llegó a tragedia.
 
-Pensándolo bien, mejor lo hacemos como tú digas -le dije sonriente. 
 
Me impresionó muchísimo esa actitud paciente de sor Puri. Me dejó probar todas mis ideas; solo así pude vaciarme de ellas y abrirme a su sabiduría y experiencia. Me dejó equivocarme para que llegase a aprender.
 
Creo que así le pasa muchas veces a Cristo con nosotros. Acudimos a Él con nuestros planes, con nuestras ideas de cómo hay que hacer las cosas, y, estamos tan seguros de ello, que no nos detenemos ni a escucharLe. 
 
Y Jesús es paciente, ¡muy paciente! Él no impone su criterio a la fuerza, no alza la voz... simplemente espera. Nos deja poner en práctica nuestros proyectos, a nuestra manera, porque sabe que necesitamos hacer experiencia... y así vaciarnos de nuestros planes, para abrirnos a los Suyos. 
 
¡Cristo tiene muchísima más experiencia, mucha más perspectiva, mucho más conocimiento! Es fácil ir a la oración presentando las “soluciones” ya pensadas al Señor, pero, ¿y si solo le presentáramos el problema y nos dejásemos sorprender? 
 
Hoy el reto del amor es dejar obrar al Señor. Hoy, en tu oración, preséntale tu jornada, lo que te preocupa, lo que te ilusiona, esa persona que tienes en el corazón... pero no Le digas lo que tiene que hacer, ¡confía en que Él sabe más! Déjalo todo en Sus manos y pídele ojos para verLe actuar en este día. A Su manera, ¡te aseguro que el día saldrá “bordado”! ¡Feliz día! 
 
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¡Feliz día!
 
 
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