GIGANTES Y CABEZUDOS

 

         Tengo unos amigos que se han especializado en desfiles de gigantes y cabezudos. Cuando llegan las fiestas del pueblo “despiertan” esas imágenes grotescas que descansaban en el rincón de algún almacén, y colándose en su interior se lanzan a la calle para amenizar un rato el ambiente. La gente los observa con gozo como si fuera la primera vez que los ven, y los niños corren tras ellos  saltando de alegría. En el interior de cada escultura de cartón piedra, estos amigos dan vida a la historia y a la fantasía. Lo suyo es entretener, ambientar la fiesta.  Son gigantes por su altura y cabezudos por el tamaño de su cabeza.

         Yo he pensado que en nuestra cotidianidad abundan los que por los artilugios de los medios nos deforman la realidad agrandando los datos que les interesan, y con inusitada cabezonería pretenden deformar la historia con la magia de una imagen que arrasa, cabezonamente, lo que puede haber de verdad en nuestra cabeza normal. Es decir, los gigantes de los mass media crean un mundo de fantasía que pueden, y generalmente lo pretende, falsear la realidad. Por lo menos silencian la conciencia con un código ético interesado.

         Las ilusiones demasiado grandes, como los objetos, no nos permiten afrontar la realidad. José Pedro Manglano nos recuerda esta historia fantástica: Alguien visitó el infierno, y vio que todos estaban muy delgados. Durante el paseo se asomó al comedor del lugar y vio que había mucha comida, pero los tenedores eran enormes. Nadie podía llevárselos a la boca, y no comían. No se les ocurrió que ayudándose unos a otros podrían alimentarse. Nadie daba de comer al de enfrente. La fantasía de la vida nos viene muchas veces grande, y no nos permite asimilar la verdad. Podemos ser gigantes como lo cabezudos, pero por dentro somos enanos en un armazón de artificio.

         ¿Por qué comento esto?  Sencillamente porque somos un juguete, gigante si quieres, con una gran cabeza, pero manipulados por dentro por alguien que nos lleva donde quiere haciendo reír a los demás. Todo se coinvierte en fantasía.

            Imaginar es pensar en imágenes, y podemos utilizar esta capacidad de la mente a nuestro favor o en nuestro perjuicio. A nuestro favor sería pensar en imágenes para reflexionar, planificar, entender problemas, recordar, resolver cuestiones prácticas... También para crear algo nuevo, lo cual formaría parte de la creatividad, que sin duda es una capacidad de gran utilidad. Por ejemplo, si vamos a construir algo, primero lo imaginamos mentalmente, luego lo podremos construir; o si tengo que ir a la estación, puedo ver en imágenes mentales el camino hasta llegar allí, esto me facilita el trayecto.

En definitiva: Bienvenidos los gigantes y cabezudos, pero dejémoslos como un atractivo de feria, fuera de la realidad, la cual no podemos, no debemos, falsear.

 Juan García Inza