David, el rey citarista del que hemos hablado hace poco, nos invitó a encontrar la verdad y a apartarnos de los ídolos... Y el Señor, soplando en este bello instrumento que es el hombre, lo configuró a su imagen: y él mismo es, por supuesto, un instrumento de Dios perfectamente armonioso, afinado y santo, sabiduría supraterrestre, Logos celestial. 

¿Qué pretende, pues, este instrumento, el Logos de Dios, el Señor, con su cántico nuevo? Abrir los ojos a los ciegos y los oídos a los sordos, conducir a los lisiados y extraviados a la justicia, mostrar a Dios a los hombres insensatos, poner fin a la corrupción, triunfar de la muerte, reconciliar con el Padre a los hijos rebeldes. Este instrumento de Dios ama a los hombres: el Señor es misericordioso, enseña, exhorta, amonesta, salva, protege y nos promete además gratuitamente, como recompensa de nuestra docilidad el reino de los cielos, no queriendo él sacar otro provecho de nosotros, si no es nuestra salvación. Porque es el mal el que se ceba con la corrupción del hombre, mientras que la verdad, como la abeja, no ensucia cosa alguna y sólo se regocija con la salvación de los hombres. Ahi tienes, pues, la promesa: ahí tienes el amor a los hombres: ven a tener parte en este don. (Clemente de Alejandría, El Pedagogo III) 

Vivimos un momento complicado, socialmente hablando. Por todas partes aparecen corrupciones que hacen tambalearse el aparente paraíso donde vivíamos hasta hace unos años. Hay corrupción en las finanzas, la política, el gobierno, el deporte e incluso dentro de la misma Iglesia. 

La verdad es que no deberíamos de extrañarnos, ya que todo esto lo conocíamos, lo veíamos cotidianamente y lo aceptábamos como parte del sistema social. La frase “Quien no corre, vuela” define claramente lo que se ha vivido en España y en otros países del mundo. 

¿Cómo tenemos que ver esta situación desde el punto de vista cristiano? Lo primero es aceptar que allí donde exista un ser humano y algo que ganar (dinero, fama, poder…), aparece la tentación de aprovecharse inmoralmente de la situación. La naturaleza del ser humano está herida y por si sólo no puede alejarse de estas tentaciones. 

El texto de Clemente de Alejandría que he utilizado, no desarrolla mucho el tema de la corrupción, pero sí habla de aquello que nos permite tenerla a raya: el Logos. Logos, es Palabra en griego, pero no significa una palabra como conjunto de letras a la que se asigna un significado. El Logos es Palabra que da sentido y coherencia a lo que decimos y somos. Por eso San Juan Evangelista lo asimila a Cristo de manera definitiva. 

¿Qué pretende el Logos? “Abrir los ojos a los ciegos y los oídos a los sordos, conducir a los lisiados y extraviados a la justicia, mostrar a Dios a los hombres insensatos, poner fin a la corrupción, triunfar de la muerte, reconciliar con el Padre a los hijos rebeldes. 

¿Qué significa esto hoy en día? La sociedad en que vivimos tiene una serie de características que la hacen antagonista con el Logos. El Logos es orden y sentido, mientras que la sociedad postmoderna es relativista, edonista y líquida. Si todo es relativo y el único sentido del se humano es pasar la vida placenteramente ¿Qué nos disuade de la corrupción? Encima las relaciones sociales se comportan como un líquido adaptable a lo que en cada momento nos interesa. Algunos hablan de la ley positiva como garante de una sociedad justa, pero se puede ver que esto no da resultado. La ley positiva se adapta a las demandas de los poderosos, creando islas de impunidad e inmoralidad en todas las esferas sociales. 

¿Cómo tiene que actuar el cristiano frente a esta avalancha de desesperación social? Comparto algunas ideas que creo interesantes: 

Se puede fijar, estimado lector, que no he hablado de ideologías. Las ideologías son peligrosas, porque buscan conformar al ser humano y a la sociedad, a imagen de un modelo humano predeterminado. Buscan entronizar un ídolo y hacer sacrificios ante él. Todos sabemos lo que conlleva la ideología de género. 

David, el rey citarista del que hemos hablado hace poco, nos invitó a encontrar la verdad y a apartarnos de los ídolos... Y el Señor, soplando en este bello instrumento que es el hombre, lo configuró a su imagen 

Dejemos las ideologías a un lado y centrémonos en lo esencial de toda sociedad: organizarnos y protegernos unos a otros. Dejemos de intentar hacer al ser humano a imagen y semejanza e la ideología de moda y dejemos que la dignidad de ser hijos de Dios tome el relevo.

 Si miramos los escándalos del deporte, con los dopajes generalizados y compra de resultados a nivel mundial, nos daremos cuenta que la dignidad de los deportistas ha dejado de definirse a través de la imagen de Dios. Ahora se busca ser imagen del Becerro de Oro contemporáneo: la fama y el dinero. 

Sin duda, el cristianismo es la única alternativa válida para sacarnos de este agujero en el que hemos caído. 

el Señor es misericordioso, enseña, exhorta, amonesta, salva, protege y nos promete además gratuitamente, como recompensa de nuestra docilidad el reino de los cielos, no queriendo él sacar otro provecho de nosotros, si no es nuestra salvación.