Se ha escrito mucho y muy bien sobre Franco Battiato a raíz de su fallecimiento. No voy a añadir mucho más, tan solo testimoniar que a mí también me fascinó, que yo también fui de los que aprendíamos italiano para leer sus letras, que yo también he soñado, me he emocionado, he vibrado al son de su música.

Pero no quiero dejar pasar la oportunidad para compartir una anécdota del que fue su último concierto en Barcelona, me imagino que en su última gira por España. Fue en 2015 y Battiato agotó las entradas para escuchar un concierto dividido en dos partes, una en la que interpretó sus últimas composiciones experimentales y otra, la segunda, en la que desgranó sus clásicos de siempre.

Poco hablador, ensimismado en sus instrumentos y en sus canciones, Battiato nos sorprendió una de las pocas veces que se dirigió al público. Hablando en español, Battiato nos dio la enhorabuena: “ustedes tienen el tesoro de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz, enormes místicos”. ¡Qué privilegio, a ojos del maestro siciliano, compartir patria e idioma con aquellos dos gigantes de la espiritualidad!

No hace falta añadir que más de uno y de dos (y de tres) se quedó boquiabierto, intentando decodificar lo que Battiato había soltado con total naturalidad.

Solo puedo desear que quien me ha dado momentos de tanto gozo y belleza, haya encontrado por fin a Aquel a quien encontraron aquellos dos santos carmelitanos.