La moral de situación es una teoría ética que sostiene que la bondad o maldad de una acción depende de las circunstancias concretas en las que se realiza, y no de una norma universal o de una ley natural. Según esta teoría, no hay actos intrínsecamente buenos o malos, sino que todo depende del contexto, de la intención y de las consecuencias de cada acción.

 

Sin embargo, desde la perspectiva de la Sagrada Escritura, la tradición y el magisterio de la Iglesia, la moral de situación no puede ser aceptada como doctrina católica, por varias razones:

 

- La moral de situación niega la existencia de una ley moral objetiva, que tiene su fundamento en la voluntad santa de Dios, guiada por su sabiduría. La ley moral objetiva es la que indica al hombre lo que debe hacer y lo que debe evitar para alcanzar su fin sobrenatural: la salvación. La moral de situación, en cambio, deja al hombre a merced de su subjetividad y de su relativismo, sin una norma fija que le oriente en su camino hacia Dios.

- La moral de situación contradice la enseñanza de la Sagrada Escritura, que afirma que hay actos que son siempre malos, independientemente de las circunstancias, como el homicidio, el adulterio, el robo, el falso testimonio, etc. (cfr. Ex 20, 13-16; Mt 19, 18-19). Estos actos son pecados graves que ofenden a Dios y dañan al prójimo, y que requieren arrepentimiento y conversión para obtener el perdón divino (cfr. 1 Jn 1, 9; Lc 13, 3). La moral de situación, por el contrario, pretende justificar estos actos en función de las situaciones particulares, negando su malicia intrínseca y su gravedad.

- La moral de situación se opone a la tradición y al magisterio de la Iglesia, que han defendido siempre la existencia de una ley moral natural, inscrita en el corazón humano, que refleja la ley eterna de Dios y que es accesible a la razón humana (cfr. Rom 2, 14-15; Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1954-1960). Esta ley moral natural es universal, inmutable y obligatoria para todos los hombres, y es la base de la moral cristiana (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1962-1974). La moral de situación, en cambio, rechaza la ley moral natural y la sustituye por una ley moral situacional, que varía según las épocas, las culturas y las personas, y que no tiene ningún valor absoluto ni vinculante.

 

Por lo tanto, podemos concluir que la moral de situación es incompatible con la doctrina católica, que se fundamenta en la revelación de Dios, en la razón humana y en la autoridad de la Iglesia. La moral de situación es una falsa moral, que engaña al hombre y lo aleja de su verdadero bien, que es adecuar su vid a la voluntad de Dios. La moral católica, en cambio, es una moral verdadera, que ilumina al hombre y lo acerca a su fin último, que es la felicidad eterna.