Comentaba el otro día con unos amigos ese asunto de que a la hora de juzgar, es inadmisible que lo haga un católico porque estos no son imparciales. Según algunos, tener esta creencia (no todas las creencias producen este efecto) no es bueno, contamina la conciencia y te convierten en un monstruo ideológico que no se puede consentir.

Voy a imaginar que me tienen que juzgar y me conceden elegir entre dos personas igualmente preparadas, pero que:

-          Uno cree que la verdad es algo objetivo, cierto, y que se puede conocer.

-          El otro cree que la verdad depende del cristal con que cada uno la mire.

 

-          Uno cree que debe portarse con los demás como le gustaría que se portaran con él.

-          El otro cree que entre lo que él hace y lo que hacen los demás no hay relación alguna.

 

-          Uno no cree en el “todo vale” porque defiende que el fin nunca justifica los medios.

-          El otro cree que el fin a veces justifica los medios.

 

-          Finalmente, uno sabe que todos sus actos tendrán recompensa o castigo algún día.

-          El otro piensa que después de esta vida no hay nada y, por tanto, nadie le pedirá cuentas de sus actos.

De estas dos personas ¿cuál elige usted?

Ahora que ya ha elegido, podemos suponer que el primero es católico. Desde luego, no tiene por qué serlo, aunque es probable que lo sea, porque esas son algunas de las cosas que enseña firmemente el catolicismo, y precisamente por eso las cree esta persona. Entonces, si efectivamente fuera católico, ¿le descartaría usted por serlo y elegiría al otro?

Yo no. Al contrario, lo prefiero con mucho. ¿Quién no?

(Continuará)

Aramis