Para que un noviazgo, pueda funcionar, hay que tener en cuenta, el problema de los terceros perjudicados de la relación. Desde la envidiosa, que no quiere que su amiga, tenga novio, antes de que ella se consiga uno, hasta el supuesto mejor amigo de la novia, que al estar, silenciosamente, enamorado de ella, no quiere ver, ni siquiera en pintura, al novio. No siempre surgen los terceros perjudicados, sin embargo, cuando aparecen, pueden convertirse en un serio problema, pues si se les permite entrar en la relación, es fácil prever una ruptura definitiva o, cuando menos, alguna discusión de esas que provocan un fuerte dolor de cabeza.
El noviazgo, es cosa de dos. Ciertamente, hay que saber recibir consejos, pues tampoco es sano encerrarse en la relación, como si todos los demás estuvieran equivocados, pero sin dejarse llevar por la envidia y los murmullos. Muchas veces, las rupturas, no se deben a un problema real, sino a los terceros perjudicados, los cuales, con tal de lograr su cometido, son capaces hasta de componer toda una novela de choques y traiciones. Dicho de otra manera, generar intrigas, para poder destruir lo que une a la pareja.
¿Qué hacer al respecto? Construir la relación sobre bases sólidas. En otras palabras, fortalecer la comunicación en pareja, siendo muy sinceros, el uno con el otro, para evitar que llegue alguno de los terceros perjudicados a distorsionar las cosas. Si existe diálogo y compenetración, no habrá lugar para los chismes y los escándalos.
Vivamos, con libertad y responsabilidad, el sentido y trascendencia del noviazgo, sin permitir que sean los demás, quienes lleven el rumbo de la relación.