EVANGELIO

Has escondido estas cosas a los sabios y las has revelado a los pequeños
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-30

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor.

Avisos:

(Retiros pendientes de apertura de inscripciones. Informaremos más adelante)

Adoración por los matrimonios:

El dolor del desamor.

Sufrir es duro, pero sufrir sin amor o sufrir odiando, es mucho más duro que sufrir amando. Luchar por vivir un matrimonio como Dios lo pensó es duro pero no vivir el matrimonio como Dios lo pensó es una tortura china. Cuando nos intentamos imponer el uno al otro nos hacemos mucho daño que cuando sufrimos y acogemos el pecado del esposo. Nada que ver con el dolor del desamor que el del autocontrol que requiere la mansedumbre. Yo decido si quiero llevar cara de amargado o la cara de paz que da la mansedumbre, obviamente, por la gracia de Dios.

Aterrizado a la vida matrimonial:

María: Todavía hay veces que caemos en incomprensiones, discutimos y nos ofendemos mutuamente.
Pedro: Sí, porque aunque sepamos que el camino es el de la humillación, el de ponerme el último, el de servir y no ser servido… Cuesta mucho aplicarlo. El “yo” se resiste y provoca un mal mayor.
María: Lo que me he dado cuenta en este tiempo, es que, cada vez se acortan más esas discusiones. Cada vez dejan menos posos en nosotros, menos heridas. Es como que el Señor lo reconstruye, lo sana, y no deja huella en nosotros.
Pedro: Cuando me dejo llevar por no sufrir, acabamos enfadados y sufro más. Cuando sufro por ti, acabamos enamorados y disfruto una pasada de ese amor.
María: Es el Espíritu quien lo hace. ¡Gloria a Dios! ¡Te quiero, esposo!
Pedro: ¡Gloria a Dios! ¡Te quiero, esposa!

Madre,

Qué hermoso es todo cuando nos dejamos conducir por el Espíritu Santo. Él nos muestra los secretos de Dios, nos alivia, nos aconseja... Alabado sea Cristo por enviarnos Su Espíritu. ¡Gloria a Dios!