Amar a alguien significa para mí, de entrada, ver su alma. Y además estar atento a su mirada para cuando me necesite. Es sentirme mejor, más completo, más en plenitud de mí mismo. Amar a alguien significa para mí estar atento a sus detalles, al mínimo gesto de sus palabras. O a esos silencios que conmueven. Amar: darme. Dar, tener ganas de estar juntos para hablar largo y tendido sobre la vida y aledaños, sobre los sueños que tengo (o tiene) o las preocupaciones que siempre llegan. O escucharnos sin decir nada. Amar a alguien para mí es no olvidarme de su alma, es la confianza y la confidencia, es como un cambio de vida: la vida, mi vida, desde otra perspectiva. Amar, ser amado. Suprema delicia, verdadero y vivo poema. Amar a alguien es encontrarte por fin más a tus anchas en la vida. En tu vida, y en la suya. Sobre todo en la suya. Y comprender mejor lo que te pasa o le pasa, o simplemente ocurre, o maravilla. Es ese alivio, esa naturalidad para decirle que le quieres o que te ayude. Amar a alguien es comprender lo que significa de verdad nuestra existencia, el destino y el afán de cada día y de cada sueño.