Salvador Rangel Mendoza llegó a ser obispo de Chilpancingo-Chilapa, en el estado mexicano de Guerrero, hace menos de dos años. En la región son asesinadas unas 170 personas cada mes, sobre todo por la violencia ligada al crimen organizado. También muchos sacerdotes están amenazados de muerte por distintas facciones. Puesto que el Estado parece impotente y casi inexistente en la zona e incapaz de garantizar la seguridad, el obispo ha iniciado una ronda de contactos con jefes del mundo criminal.

En declaraciones a Radio Fórmula, el prelado dijo que desde que llegó a la diócesis hace un año con ocho meses su gran preocupación ha sido “fomentar la paz, la concordia, el diálogo”. “En ese sentido, al ver que habían amenazado a algunos sacerdotes, incluso uno de manera muy grave, me di a la tarea de ir viendo a estas personas (los líderes de los grupos criminales) y dialogar con ellas”, indicó.


Rangel relató que se contactó a través de terceras personas y que en sus encuentros dijo a los líderes de estos grupos que “con esa muerte (del sacerdote) no podíamos arreglar nada”, sino que se empeoraban las cosas en el estado. “Como obispo debo buscar el diálogo y la paz”, afirmó el 27 de marzo.

Aclaró que no se ha reunido con todos los grupos violentos presentes en la zona y que existe la necesidad de “entablar un diálogo”.

Recordó que “casi la totalidad de Guerrero está en manos del narcotráfico” y que la solución pasa también por “un desarrollo social” de la población más pobres, en la cual deben involucrarse las autoridades.


Sobre el pedido de las autoridades locales para que brinde información sobre estos grupos, el obispo señaló que “yo estoy haciendo mi labor pastoral. Yo soy el obispo, no soy el fiscal. Creo que le toca a él investigar”.

“Soy un simple instrumento de diálogo, de acercamiento, porque yo tampoco tengo la obligación de llevar a las personas o denunciar a las personas. Si se han abierto conmigo, si han sido sinceros conmigo, yo tengo que ser leales con ellos”, expresó.


Por su parte, en declaraciones brindadas este 28 de marzo a Aciprensa, el portavoz de la diócesis, el sacerdote Benito Cuenca Mayo, indicó que se presume que el encuentro fue en estos días. Rangel Mendoza “lleva su agenda y sabe perfectamente las formas en cómo se va acercando a ellos”, indicó.

El sacerdote explicó que más de un sacerdote “se ha visto envuelto en esta situación de inseguridad” y por ello el Prelado “tuvo que acercarse a algún grupo de la delincuencia para dialogar con ellos”.

“Gracias a esos encuentros de diálogo que ha tenido con ellos, ha sido posible que no se den estos hechos lamentables de amenazas de muerte de algunos de nuestros hermanos sacerdotes”, afirmó el P. Cuenca.

El vocero señaló que desde su llegada como Obispo, una de las principales acciones pastorales de Mons. Rangel “fue acercarse a la realidad de la diócesis y poco a poco fue consultando de que efectivamente la violencia era un tema muy delicado que atender”.

En ese sentido, recordó que más de una vez el Obispo de Chilpancingo-Chilapa ha declarado su voluntad de ser “intermediario” entre las autoridades y los grupos criminales para lograr la paz en la zona, siempre que “las partes en conflicto estén de acuerdo”.

“Mucho se avanzaría en este proceso de pacificación en esta zona de Guerrero, pero no es fácil, es un tema muy delicado”, señaló el P. Cuenca. “Él está dispuesto a intermediar, lo ha declarado más de una vez”, indicó.


A principios de marzo, el fiscal general de Justicia de Guerrero, Xavier Olea, reconoció que en Chilpancingo subió el índice delictivo debido al crimen organizado.

Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en enero ocurrieron 165 asesinatos en todo Guerrero, mientras que en febrero el número fue de 175; convirtiendo a este estado en el más violento del país.