“Ha ido todo bien, ya la tengo aquí, conmigo”, se limita a repetir Analía Bouter, la madre de la “bebé coraje” que desafió a la muerte y que ha recibido el alta, cinco meses después del suceso que conmovió a Argentina y al mundo.

Luz Milagros nació dos veces: una, de forma prematura el pasado mes de abril, cuando los médicos del hospital Perrando de Resistencia, en la provincia argentina del Chaco, la dieron por muerta. La otra, doce horas después, cuando sus padres insistieron en ver y despedirse del cuerpo de la criatura, que se hallaba en una caja refrigerada, y al abrirla encontraron a su pequeña gimiendo y desperezándose.

Caí de rodillas, le di gracias a Dios, le dije que hiciera lo que quisiese conmigo, me reía como una loca”, relata Analía Bouter intentando poner palabras al instante más conmovedor de su vida. La niña, a la que habían llamado Lucía Abigail, fue rebautizada como Luz Milagros.

Su madre está tan segura de que en su supervivencia actuó “la mano de Dios” como de que los profesionales que la atendieron actuaron sin cumplir protocolos básicos.

“Me fié de los médicos, son doctores, yo soy solo una simple ama de casa. Quería verla, al menos conocerla, antes de decirle adiós. Así que Fabián, mi marido, y yo, insistimos hasta que nos dieron permiso”, relata.

Ambos se acercaron a la morgue, levantaron la tapa de la caja en la que estaba la niña, y “de pronto oí un gemido casi imperceptible. Miré a mi marido, porque creí que me había vuelto loca, pero vi que también él lo había oído...”.
Después de ser hallada con vida, Luz Milagros pasó por una situación crítica en el hospital donde nació, lo que obligó a internarla en el Hospital Italiano de Buenos Aires, donde ha estado recibiendo un complejo tratamiento financiado por el Gobierno.
Sin embargo, Luz Milagros no se ha rendido, y una vez más ha desafiado a la muerte mientras sus padres, con el mismo coraje, se enfrentaban a los diagnósticos más terribles: “Después de algunas semanas, los médicos de Buenos Aires, me dijeron que la niña había sufrido un daño cerebral irreparable, que se iba a quedar ciega, sorda, muda, que no podría caminar. Me han dado a entender que era inútil intentar curarla. Pero yo no he querido escucharlos: si Dios ha hecho que mi hija sobreviva de esta manera tan increíble, tiene que haber una razón...”, explica Analía al diario italiano Avvenire.

Entre el escepticismo de los expertos y la fe de sus padres, Luz Milagros ha ido creciendo y su estado de salud ha ido estabilizándose. Tanto, que acaban de darle el alta y trasladarla a una clínica local de Resistencia, donde vive su familia. Allí está comenzando su nueva vida. Analía Bouter ha explicado que, actualmente, la niña pesa 2,345 kilos y que hasta que logre dejar del todo el respirador seguirá internada. “El cuadro neurológico es muy grave, pero vamos a salir adelante, siempre tuve fe en que saldría adelante", aseguró.

“La cuidaron mucho, agradecemos a todos los médicos y a las cadenas de oraciones a la gente”, añade.

La niña aún necesita el respirador, tienen que alimentarla con una sonda y permanece bajo la constante vigilancia de una enfermera. “Pero está viva. Y despierta. Me sigue con sus ojitos por todas partes, y mueve la cabeza cuando le hablo”, relata Analía conmovida.

Para ella, Luz Milagros es algo más que su quinto vástago -tiene cuatro hijos más-. “Luz Milagros es especial. Y no solo por su historia increíble, sino porque su presencia está trayendo el bien a toda la comunidad. Mi marido está en paro, pero desde que ella nació, no nos ha faltado nada. Vecinos, amigos, e incluso gente que no nos conoce, han hecho cadenas de oración y han creado una colecta pública par ayudarnos. Dicen que Luz Milagros es hija de toda Argentina, porque es una lección de esperanza...”.