Venezuela vive uno de los momentos más tensos de los últimos tiempos. En pleno periodo preelectoral ante las elecciones del 7 de octubre, y viendo como arde presa del fuego la mayor refinería de crudo del mundo, incendiada tras la explosión del pasado sábado, el país se agita ante los acontecimientos que están por venir y que afectarán directamente a la situación de la Iglesia en el país, tanto por su obra pastoral como por su situación política y económica.

Monseñor Mariano Parra, obispo de Ciudad Guayana, ha visitado la sede en España de Ayuda a la Iglesia Necesitada, institución a la que dice estar “muy agradecido por la ayuda prestada siempre que mis sacerdotes y religiosas han tenido una necesidad”. Sobre la actualidad del país y de la Iglesia ha hablado desde la sede de AIN.

-Con tensión. La lucha electoral está muy reñida entre el presidente y el candidato, y el resultado final se va a dirimir por una pequeña diferencia de votos que no sabemos cómo va a respetar la parte que pierda las elecciones.

-Sí, muchísimo. Siendo objetivo, se ha de decir que algunos cambios han sido buenos, como la reintegración de los pobres en la vida del país. Anteriores gobiernos habían marginado a los pobres, olvidando incluso algunos de ellos sus orígenes y dedicando sus esfuerzos a la élite. Chávez ha sabido darles voz y parte en la vida del país, lo cual es innegable. En la parte negativa hay que decir que en estos últimos años, en Venezuela ha crecido muchísimo la violencia, sobre todo la violencia juvenil, donde los jóvenes entre 15 y 25 años se están matando unos a otros.

La corrupción y el desempleo también han crecido, posiblemente por las carencias habidas en todos estos años en el sistema de Educación.

En definitiva, el presidente ha sido muy bueno en sus ideas, porque las ha tenido muy buenas, pero no tanto a la hora de concretarlas con hechos.

-A  nivel local, muy buena. Yo he de decir que en mi diócesis de Ciudad Guayana, el alcalde de la ciudad es una de las personas que está apoyando la construcción de nuestra catedral. No económicamente, pero sí de forma institucional y promoción.

A nivel nacional es otra cosa. Una de las cosas que ha hecho este Gobierno es eliminar todo tipo de ayuda económica a la Iglesia. Esto se hizo como orden concreta del Gobierno y a nivel económico, nos hizo mucho daño, porque la Iglesia en Venezuela estaba acostumbrada a recibir una buena ayuda del Estado, y cuando te quitan eso, te quedas pobre, muy pobre.

- Sí que lo es. La de Venezuela es una iglesia pobre, pero al respecto le he de decir también que yo me alegro.

-Porque así no dependemos del Estado, sino de nosotros mismo. Los fieles han de tomar conciencia de que somos nosotros, los católicos, los que debemos soportar nuestra Iglesia. Eso te hace libre, y a mí me hace feliz. Está claro que el tránsito desde la financiación del Estado hasta la autofinanciación es difícil, pero poco a poco se irá logrando. Mientras tanto vivimos de los donativos de los fieles y de las ayudas internacionales de instituciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada, que siempre ha sabido responder a nuestras peticiones de ayuda.

-Sí. Por ejemplo estamos teniendo un problema con las visas de los religiosos extranjeros. No se las conceden, lo cual les obliga a irse. En mi diócesis, por ejemplo, si esto no se arregla, hay cuatro comunidades de religiosas que se tendrán que marchar del país.

También puedo decir que el Gobierno sí que ayuda digamos a los curas de base, e intenta que haya una división entre los párrocos y la jerarquía, pero no lo ha logrado más que en algunas ocasiones marginales que no suponen división alguna. En ese sentido han fracasado.

- En primer lugar, el sostenimiento de las religiosas, muchas de ellas agentes de pastoral y ministros de la Palabra que hacen una labor innegable, porque al no celebrar Misa, no obtienen limosna ni estipendios.

Muchas de ellas están repartidas por barrios muy pobres donde no pueden recibir ayuda ninguna.

Otra necesidad importante es la construcción de parroquias, pues los barrios crecen a un ritmo muy rápido y se construyen casi ciudades sin templos.

La tercera sería el sostenimiento de los seminaristas. Yo en mi diócesis tengo 15 y tan solo uno de ellos se puede pagar los estudios y la formación. El resto vienen de familias muy pobres. Todas esas familias aportan algo, por humilde que sea, pero no es suficiente.

-El primero de ellos, la Nueva Evangelización. Venezuela es católica de tradición y cultura, pero en lo vivencial, hay muy pocos católicos. Con muchos venezolanos que se dicen católicos, hay que empezar a evangelizar desde cero.

Otro reto es hacer un profundo trabajo vocacional, porque hay muy pocos sacerdotes para tanta población. En mi diócesis yo tengo sacerdotes que atienden poblaciones de setenta mil habitantes. Tienen en sus parroquias a tanta gente como muchas diócesis del mundo. No dan abasto.

Un tercer reto sería concienciar al laico del papel de evangelización que le corresponde. En Venezuela, el laico espera que todo el trabajo de evangelización lo hagan los curas, y no asumen que ellos son también agentes evangelizadores en cuando a testigos de Cristo en su ámbito de vida.

-Sobre todo su espíritu de compartir con las iglesias hermanas. Ese espíritu que supo concretar su fundador, el padre Werenfried, de que las iglesias más ricas pudiesen participar de la evangelización de las que tienen menos recursos compartiendo los suyos. Eso te hace sentir Iglesia.


Ayuda a la Iglesia Necesitada está desarrollando una campaña de ayuda a la Iglesia de Venezuela durante todo el verano.

Si quiere más información sobre la misma o saber cómo hacer un donativo, puede hacerlo a través de la Web
: Www.ain-es.org