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Congreso Pobreza y Hambre: «La forma más sutil de pobreza es ignorar el sentido último de la vida»

José Luis Sánchez, director del V Congreso Pobreza y Hambre organizado por la Universidad Católica de Valencia.UCV

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La Universidad Católica de Valencia (UCV) celebró los días 14 y 15 de mayo el V Congreso Internacional Pobreza y Hambre bajo el título Diversidad, integración y universalidad. Desde Valencia, un nuevo marco de análisis de las pobrezas humanas y la inclusión social

El encuentro, que congregó a un amplio grupo de investigadores y expertos, fue organizado por la Cátedra de la Caridad Santo Tomás de Villanueva, dirigida por el vicario diocesano de Cultura y director del Congreso, José Luis Sánchez García

En su apertura, el arzobispo de Valencia y Gran Canciller de la UCV, Enrique Benavent, afirmó que “la respuesta cristiana a la pobreza no puede limitarse a detectar pobrezas, sino que debe implicar reconocer y amar a los pobres concretos”. El prelado afirmó que un análisis de la pobreza exige diversas perspectivas ("fenomenológica, filosófica, teológica, política, histórica, espiritual") y recordó que la Iglesia tiene que mirar a los pobres con los ojos de la fe, porque “el amor cristiano es un amor encarnado, y así como ese amor se encarna, también las pobrezas son encarnadas, es decir, tienen rostro: hay pobres concretos que deben ser vistos y amados”.

De izquierda a derecha en la foto: Ignacio Grande Ballesteros, secretario de Família y Servicios Sociales de la Generalitat Valenciana; Enrique Benavent, arzobispo de Valencia; José Luis Sánchez, director del V Congreso Pobreza y Hambre.UCV

Algunas apreciaciones de los participantes

  • Malnutrición

El doctor Joachim von Braun, presidente de la Pontificia Academia de las Ciencias, afirmó que “el estancamiento del desarrollo infantil debido a la malnutrición sigue siendo un problema grave, afectando tanto el crecimiento físico como el potencial cognitivo de los niños”.

  • Pobreza intelectual y espiritual

El doctor José Luis Sánchez García, vicario de Cultura de la archidiócesis de Valencia y director de la Línea de Investigación Pobreza y Hambre, planteó que la "pobreza intelectual” no es solamente "la falta de formación académica o formación general: es algo más profundo, como la incapacidad de pensar críticamente o de avanzar en el conocimiento con verdadero sentido. Todo está hoy día en internet, pero ¿tenemos sentido de cómo estructurarlo?” Recordó que "la forma más sutil de pobreza es no tener posibilidad de abrirse al sentido último de la vida, con el vacío existencial que ello produce" y "el sentimiento de inferioridad que padeces al ignorar la dignidad que te da la dimensión trascendente".

  • Organismos Modificados Genéticamente

El Dr. Richard John Roberts, Premio Nobel de Medicina 1993, revindicó los avances en la investigación sobre Organismos Modificados Genéticamente e hizo “un llamamiento ético urgente a los líderes políticos, religiosos, científicos y a los medios de comunicación para que difundan estos conocimientos y permitan el acceso a alimentos seguros y nutritivos, especialmente necesarios para los países más pobres”.

En la misma línea, la doctora Viviane Naimy, decana de la Facultad de Economía de la Universidad de Notre Dame de El Líbano, expuso que las experiencias realizadas en ese país muestran que “la adopción de cultivos de Organismos Modificados Genéticamente había conseguido aumentar significativamente la productividad, reducido el uso de pesticidas y mejorado los ingresos de los agricultores”.

  • Jerarquía moral

El doctor Marcelo Sánchez Sorondo, ex Canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, expuso que el enfoque de la economía católica estaba fundamentado en la virtud de la liberalidad, que “no persigue la acumulación de bienes, sino el uso justo de los recursos al servicio del ser humano integral”, explicó. Por tanto, “la economía debe subordinarse a la caridad, siendo parte de una ética que busca el bienestar material como medio para alcanzar la vida espiritual y la plenitud en Dios”.

  • Santo Tomás de Villanueva (1486-1555)

El doctor José Manuel Pagán Agulló, rector de la Universidad Católica de Valencia, destacó la figura de Santo Tomás de Villanueva (que da nombre a la Cátedra de la Caridad), como “ejemplo de caridad cristiana encarnada, cuyo legado inspira el compromiso de la Universidad Católica de Valencia en la lucha contra la pobreza desde la fe, la justicia y la educación. Asimismo, este enfoque subraya que la pobreza es una herida social global que exige respuestas universales basadas en el amor al prójimo, el diálogo y la acción transformadora desde el conocimiento y la investigación”.

  • Necesitamos a Dios y a los demás

Joan Àguila Chavero, provicario general para la Pastoral de la archidiócesis de Tarragona y cantautor de música religiosa, de la que interpretó algunas piezas durante el congreso, manifestó que “uno se siente rico cuando piensa que no necesita a Dios, luego llega el cansancio, el desasosiego, el hastío, el no merece la pena… Y es porque ahí no tienes a Cristo sosteniéndote”. En ese sentido, “tenemos que ayudar a descubrir que todos somos limitados, que necesitamos del otro y -lo que es más necesario- que en la vulnerabilidad descubrimos nuestra necesidad de Dios".

Joan Àguila Chavero, provicario general para la Pastoral de la archidiócesis de Tarragona y cantautor.UCV

Conclusiones del V Congreso Internacional Pobreza y Hambre

A la finalización del congreso, su director, José Luis Sánchez García, hizo lectura de sus las conclusiones, que por su importancia reproducimos en su integridad:

1. Vivimos en un momento de crisis sin precedentes en la que nuestro modelo energético global, en transición desde los combustibles fósiles, tiene impactos devastadores en toda la sociedad, y en especial, sobre los más vulnerables. La Doctrina Social de la Iglesia sitúa al hombre y su desarrollo en el centro de su consideración. El acceso universal a una energía limpia y asequible es condición necesaria para el ejercicio de la dignidad humana. Son necesarias políticas energéticas que la hagan posible.

2. La pobreza extrema global creció en 2020 por primera vez en décadas. Se calcula que para 2030, casi 600 millones de personas podrían vivir en condiciones de miseria. Paliar esta situación requiere enfoques que combinen sistemas integrales de protección social, incluyendo políticas económicas, inversiones en capital humano, abordar la desigualdad y la resiliencia climática, y fomentar y coordinar la cooperación internacional.

3. Existe un círculo vicioso que vincula la pobreza con la desnutrición y la baja productividad laboral. Para la Doctrina Social de la Iglesia la resolución de los problemas de miseria, hambre y empleo constituyen un imperativo de justicia y caridad ineludible en el mundo actual.

4. Los niños con retraso del crecimiento han experimentado un descenso desde el 40% al 21% (1990-2019), pero el estancamiento del desarrollo infantil por malnutrición sigue siendo un problema muy preocupante porque el retraso del crecimiento infantil no solo merma el crecimiento físico (la altura y tamaño de estos niños), sino su desarrollo cerebral y sus capacidades mentales, el potencial cognitivo, y con ello, sus oportunidades laborales.

5. Existen diversas pobrezas: la física, la intelectual y la espiritual o religiosa. Las carencias humanas no son solo materiales, sino también intelectivas, morales y espirituales. La respuesta no puede limitarse solo a detectarlas, referirlas y medirlas, sino que debe implicar, reconocer y amar a los pobres concretos, como seres humanos que deben ser vistos y amados en sí mismos.

6. La pobreza es una mancha global que exige respuestas universales basadas en el amor al prójimo y la acción transformadora desde el conocimiento y la investigación. En un contexto de polarización de la vida pública, se hace necesario promover un marco de encuentro donde la esperanza propicie la cooperación, nos saque de la cultura del bienestar y nos permita, desde el respeto mutuo, construir una sociedad más justa, solidaria y humana.

7. Nuestro compromiso no es sólo ver y sentir con el otro, sino actuar para mejorar su situación, superando los males de la globalización de la indiferencia, la comodidad y la omisión de la responsabilidad. Es necesario involucrar a las administraciones y las empresas en esta movilización por los más desfavorecidos de la sociedad.

8. Desde una perspectiva de justicia social, la inclusión y el desarrollo integral de las personas más vulnerables, como migrantes y personas sin hogar, ha de llevarse a cabo mediante el acompañamiento cercano y respetuoso de sus procesos vitales, acercándose a esas personas desde el respeto a su situación y voluntad. Este compromiso se concreta en acciones como la defensa de los derechos humanos, iniciativas de desarrollo de economía solidaria, sensibilización educativa, atención personalizada a las personas en exclusión y ayuda para que respeten la cultura que les acoge, priorizando siempre la recuperación de su integridad.

9. El déficit de pensamiento crítico es necesario suplirlo mediante herramientas intelectuales, que pueden ser técnicas, pero erigidas sobre la base de una formación integral basada en criterios y fundamentos, para adquirir la capacidad de tomar decisiones libres y responsables. La educación, no es un lujo, sino un medio necesario para salir de las pobrezas humanas, puesto que un consumidor de felicidad sin fin último se ve privado de la riqueza de un horizonte de sentido y de plenitud humana. Tenemos que educar para pensar, dialogar, crear y contemplar.

10. Consideramos una pobreza muy extendida y de perfiles difusos: las adicciones. Son una forma de esclavitud existencial que merman todas las dimensiones de la persona, afectando a la raíz misma de la libertad e incapacitándola para poder actuar. El adicto no es libre, está en una cárcel, sin dominio de sí mismo y sin una vía de escape, si no recibe ayuda externa y acompañamiento en el proceso de recuperación personal.

11. Frente a las pobrezas y las adicciones, se nos ofrece la vía de las virtudes: la liberalidad, que consiste en el uso justo de los recursos para ponerlos al servicio del ser humano integral, no persigue la acumulación de bienes y puede ofrecerse como una salida viable. La austeridad supone otra forma virtuosa de abordar el problema de la escasez, con sus rasgos diferenciales, como son la armonía con el entorno y la apelación a la responsabilidad colectiva.

12. La vulnerabilidad supone una situación personal crítica que rompe nuestros esquemas, en la que descubrimos nuestra propia limitación y también la necesidad del otro. En ese sin-sentido vital experimentamos una necesidad de respuesta y un anhelo de Dios. La pobreza religiosa es la forma más ínfima y sutil de empobrecimiento, ya que incapacita para descubrir el sentido último y trascendente de la vida humana que nos abre a la Esperanza. Nos unimos al Papa León XIV en esta era de la inteligencia artificial y las tensiones geopolíticas, para hacer de la paz una realidad, donde la pobreza, el hambre y la exclusión no tengan cabida en la familia humana.

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