Claridad, por favor
De la reciente declaración Fiducia supplicans, se han dicho y seguramente se dirán en el futuro, muchas cosas… Menos, por supuesto, que es clara y contundente. La ambigüedad está presente en todo el documento, mientras se echan en falta definiciones diáfanas y argumentos sólidos.
Paradójicamente, en el n° 3 de la declaración citada, se cita el Responsum del 22 de febrero de 2021, recordando que “algunos han acogido con beneplácito la claridad de este documento y su coherencia con la constante enseñanza de la Iglesia”. En efecto, a la consulta sobre si la Iglesia “dispone del poder para impartir la bendición a uniones de personas del mismo sexo”, el Responsum contestó: “Negativamente”, y ratificó que “la Iglesia no bendice ni puede bendecir el pecado: bendice al hombre pecador, para que se reconozca como parte de su designio de amor y se deje cambiar por Él. (…) Por estos motivos, la Iglesia no dispone, ni puede disponer, del poder para bendecir uniones de personas del mismo sexo en el sentido anteriormente indicado”.
Por su parte, Fiducia supplicans utiliza una serie de argumentos bastante retorcidos con el objetivo de lograr “la cuadratura del círculo”; esto es, de meter a la fuerza dentro del Magisterio de la Iglesia, algo que a todas luces, choca frontalmente contra él.
Para aumentar la contradicción y los problemas de interpretación, Fiducia supplicans propone dar bendiciones por fuera de todo rito, olvidando quizá que el canon 1167.2 del Código de Derecho Canónico dice: “En la confección o administración de los sacramentales deben observarse diligentemente los ritos y fórmulas aprobados por la autoridad de la Iglesia”. Con lo cual, cabe preguntar: si el Derecho Canónico obliga a que en los sacramentales -como por ejemplo las bendiciones- se observen los ritos, ¿cómo se pueden aprobar bendiciones por fuera de todo rito?
Lamentablemente, desde “sacerdotes influencers” hasta prestigiosos profesores universitarios se han devanado los sesos y han llevado a cabo las más retorcidas contorsiones intelectuales y teológicas, con el objetivo de demostrar que las bendiciones aludidas son válidas, que el documento no dice lo que dice, sino lo que ellos querrían que dijera, y que todo cuadra perfectamente con el Magisterio anterior. En otras palabras, tratan de ocultar que el rey está desnudo, diciendo que viste un magnífico traje…
El problema es que a esta altura, a nadie se le oculta que el rey está desnudo. Y tampoco es posible esconder que la declaración -como bien dijo el cardenal uruguayo Daniel Sturla- es “un no pero sí y un sí pero no”.
No por casualidad, hasta el momento diecinueve conferencias episcopales, veintiséis obispos (entre ellos seis cardenales), y siete congregaciones y asociación sacerdotales, religiosas y laicales alrededor del mundo, le han dicho “no” a las bendiciones propuestas por Fiducia supplicans.
En los tiempos que corren, el único faro moral que le va quedando a la Humanidad es la Iglesia católica. Si no hay claridad en sus documentos, el riesgo de que el mundo se estrelle contra las rocas del error aumenta. Esperemos que alguna medida se tome para hacer más luminosos los futuros documentos de nuestra Madre la Iglesia. En particular, es de esperar que se correspondan más con aquellas palabras de Nuestro Señor Jesucristo: "Sea vuestro lenguaje: sí, sí; no, no. Todo lo que se dice de más viene del Maligno" (Mt 5, 37).
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