Amazonia, demos crédito
por José Luis Restán
Se acerca envuelto en polémicas el sínodo dedicado a la Amazonía. El Papa Francisco ha dicho que este sínodo es «hijo» de la Laudato si, que no es una encíclica verde sino una encíclica sobre la dimensión social de la fe católica, que no deja fuera nada de lo humano, ni los derechos de las poblaciones ni el cuidado de la creación que Dios ha confiado al hombre.
El centro de gravedad del sínodo no está en el debate sobre la posibilidad de ordenar varones casados («¡Por supuesto que no!», ha dicho el Papa) ni tampoco en los desmanes (por cierto, bien reales) de ciertas empresas. La cuestión esencial del sínodo es la evangelización de la Amazonía, ¡palabra de Francisco! Pero casi nadie habla de que los pobladores de aquella inmensa región, incluidas las comunidades indígenas, necesitan la novedad del Evangelio lo mismo que la necesitamos en Nueva York o en Madrid. Y esta es la cuestión dramática sin la que no se entiende nada, tampoco este Mes Misionero Extraordinario que acabamos de estrenar: que sin Cristo no se custodia adecuadamente lo humano, no se alcanzan ni sostienen las aspiraciones más profundas de cada hombre y de cada comunidad. Sólo de ahí surgirá una orientación adecuada para el desarrollo económico, para la salvaguarda de la tierra y para la protección de los indígenas, dentro de la ecología integral que propugna el gran Magisterio social de la Iglesia.
Es necesario que la fe eche raíces en aquella tierra, y su fruto será una Iglesia de rostro amazónico que, como ha reconocido el cardenal relator, Claudio Hummes, no se consigue mediante un decreto. Ese rostro se está gestando ya mediante la fe viva de sus gentes, mediante la entrega generosa de tantos misioneros y el testimonio de los mártires. No hay contradicción entre inculturación y propuesta cultural, hay más bien una circularidad entre ambos aspectos. La fe asimilada se irá expresando en el tiempo con una sensibilidad y un gusto amazónicos, pero no dejará de alterar y transformar muchas cosas en aquella cultura, como ha sucedido a lo largo de la historia en todas las latitudes.
Una palabra sobre el instrumentum laboris. No es un texto magisterial, es un punto de partida que recoge y sintetiza la información, las sugerencias y propuestas que han llegado de las comunidades implicadas: todo ello debe ser tenido en cuenta. Tampoco será extraño encontrar imperfecciones y desequilibrios. Ahora llega el momento de la verdad: la oración, la escucha, también la discusión, y finalmente el discernimiento y la formulación eclesial autorizada, cum Petro et sub Petro. Demos tiempo, demos crédito.
Publicado en Alfa y Omega.