Sábado, 04 de mayo de 2024

Religión en Libertad

Actitudes ante el terrorismo


La mayoría de los estadounidenses, que se pusieron detrás de las víctimas y del Gobierno justo después de los ataques, en su mayoría no han cambiado de opinión, pero el paso del tiempo ha hecho que se emborrone un poco en la conciencia el por qué de ese apoyo prácticamente incondicional.

por Marta Alejandro

Opinión

El pasado 11 de septiembre se celebró el octavo aniversario del peor ataque terrorista en suelo estadounidense en la historia. Aunque hubo actos conmemorativos cívicos y religiosos en Nueva York, Washington y Filadelfia en los que participaron autoridades públicas y familiares de las víctimas, inevitablemente y debido el paso del tiempo, esta vez la población general participó menos en estos actos. ¿Falta de solidaridad con las familias o resultado natural del paso del tiempo?

Creo que la mayoría de los estadounidenses, que se pusieron detrás de las víctimas y del Gobierno justo después de los ataques, en su mayoría no han cambiado de opinión, pero el paso del tiempo ha hecho que se emborrone un poco en la conciencia el por qué de ese apoyo prácticamente incondicional. La rutina y las obligaciones diarias pesan más en la vida de las personas que las buenas intenciones cívicas y el sentido patriótico.
 
Tampoco hay que olvidar que aunque la escala de los atentados del 11 de septiembre de 2001 no tenía precedentes, EE.UU. no era ajeno a ese tipo de sucesos: la bomba en el edificio federal de Oklahoma City del 19 de abril de 1995 ocurrió solo seis años antes, y aunque de carácter muy diferente por tratarse de un acto de guerra tradicional, el ataque japonés a las tropas estadounidenses en Pearl Harbor del 7 de diciembre de 1941 tuvo un efecto parecido en la psicología de los estadounidenses.
 
Como en otros casos desde que vivo en EE.UU., no puedo evitar establecer paralelismos entre el país donde vivo y España, mi país natal y, especialmente y por desgracia, porque los españoles tenemos mucha más experiencia de la que quisiéramos en asuntos de terrorismo. Después de la bomba de Oklahoma y los ataques del 11 de septiembre, lo que más me llamó la atención es como, una vez pasado el horror inicial por el acto de barbarie, de forma casi instantánea, la preocupación general fue el bienestar de las víctimas. No quiero dar a entender con esto que todo el mundo se pusiera de acuerdo y nadie cuestionase la respuesta inicial ni los aspectos políticos relacionados. Pero a diferencia de las catástrofes naturales (como la inundación de Nueva Orleans tras el huracán Katrina), el ánimo general fue de dar prioridad a la ayuda y el apoyo a las víctimas por encima de las consideraciones políticas. La población se volcó con donaciones voluntarias y horas de voluntariado a favor de las víctimas, y la actitud general fue favorable al mensaje del gobierno de que no se tolerarían más ataques contra EE.UU.
 
Por otra parte, tengo que confesar que me sorprendió mi reacción bastante distinta a la de la mayoría de los estadounidenses: después del atentado de Oklahoma me dí cuenta de que, donde ellos demostraban apoyo y patriotismo, yo sentía cierto recelo hacia esas mismas víctimas. Como producto de la España de los años setenta y ochenta con atentados casi a diario, había desarrollado la mala costumbre de apoyarme en la muletilla inconsciente del «algo habrán hecho». Tuve que hacer frente a la realidad de que estaba usando un mecanismo de autodefensa al ponerme en la posición del «eso no me pasará a mí porque no soy uno de ellos».
 
¿Quiere decir esto que soy peor persona que el estadounidense medio? Creo que esa actitud es hasta cierto punto natural en los españoles porque al sentirnos indefensos ante el terrorismo, intentamos seguir nuestra vida sin desarrollar paranoia pensando que la próxima víctima puede ser uno de nosotros. Los estadounidenses estaban realmente más asustados frente al terrorismo que nunca he visto yo a los españoles.
 
A partir de aquellos atentados, tengo una actitud mucho más receptiva y entiendo mucho mejor la queja de las víctimas del terrorismo en España de que se les olvida y se les oculta como un mal vergonzante. Por muy pesado que pueda resultar oír «lamentarse» a la misma gente, tienen derecho a una tribuna pública siempre y cuando lo deseen.
 
En cuanto a la población de EE.UU. (y me incluyo yo), si bien es natural que las celebraciones del 11 de septiembre, del 19 de abril o del 7 de diciembre pierdan relevancia, sería bueno que no olvidáramos que lo que ha pasado podría repetirse, y esta vez, sin ninguna culpa por nuestra parte, uno de nosotros podría ser la víctima.
Comentarios
5€ Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
10€ Gracias a tu donativo habrá personas que podrán conocer a Dios
50€ Con tu ayuda podremos llevar esperanza a las periferias digitales
Otra cantidad Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
Tu donativo es vital para mantener Religión en Libertad
Si prefieres, contacta con nosotros en el 680 30 39 15 de lunes a viernes de 9:00h a 15:30h
Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter

¡No te pierdas las mejores historias de hoy!

Suscríbete GRATIS a nuestra newsletter diaria

REL te recomienda