Sábado, 04 de mayo de 2024

Religión en Libertad

Religión, educación y democracia


La democracia de EE.UU. tiene raíces muy profundas en la defensa de las libertades religiosas: no hay que olvidar que casi todos los grupos religiosos perseguidos en Europa terminaron en EE.UU.

por Marta Alejandro

Opinión

El final de agosto y el principio de septiembre marcan la vuelta al colegio en EE.UU., y al mismo tiempo, la vuelta a las clases de religión o la catequesis en las iglesias y el comienzo de todo tipo de actividades extraescolares: deportivas, clases de arte y música, etc. Cuando uno observa con cuidado este hecho tan normal, ve claramente los principios en que se fundamenta la democracia estadounidense puestos en práctica.

A primera vista, puede ser difícil de entender, y lo negativo puede ser más evidente que lo positivo. Uno se podría preguntar: ¿No es más fácil para las familias que las clases de religión se den en los colegios?. Aunque a mi familia le resultaría más cómodo, a largo plazo no estoy segura que la mayor sencillez sería mejor para nuestra fe. El motivo de esta costumbre viene de lejos. La democracia de EE.UU. tiene raíces muy profundas en la defensa de las libertades religiosas: no hay que olvidar que casi todos los grupos religiosos perseguidos en Europa terminaron en EE.UU. Para garantizar que el gobierno no beneficie a ninguna creencia en particular, existe la separación entre iglesia y estado, y la enseñanza de la religión se relega a las iglesias. Al final de cada verano la mayoría de las familias estadounidenses se acercan a su parroquia, iglesia, templo, sinagoga, etc., para matricular a sus hijos en la educación religiosa: año tras año y sin que nadie les obligue. Es realmente un acto voluntario motivado por el interés de pasar tu fe a tus hijos.  
 
Esa relación entre principios de filosofía política y la vida real también está presente en la organización educativa general, la cual sigue muy de cerca las ideas de control local de las legislación y respeto a la libertad individual: en este caso, la libertad de las familias para decidir lo que es mejor para sus hijos. Por ello, la organización educativa es muy diferente a la del resto del mundo e incluso difícil de entender y hasta chocante para los padres extranjeros, también entre los que tienen mayores niveles de cultura.
 
 ¿A qué me refiero cuando hablo de la organización educativa y los principios de control local y libertad individual? El sistema escolar estadounidense no está centralizado. Aunque hay un departamento de educación federal, el poder legislativo para educación reside en las asambleas legislativas de los estados y el poder ejecutivo lo tienen los consejos de dirección de los distritos escolares locales junto con su superintendente o director ejecutivo.
 
Estos distritos carecen de un diseño central, con lo cual su tamaño y organización son totalmente diferentes. Existen grandes distritos escolares que incluyen toda una ciudad, como Los Ángeles, Nueva York o Chicago, mientras que otras ciudades, como Phoenix (Arizona) tienen 30 distritos escolares. Hay distritos que incluyen un condado completo, como el distrito de Jefferson en el estado de Colorado, y condados que incluyen varios distritos, como el condado de Arapahoe, también en Colorado, que cuenta con nueve distritos escolares. Los miembros del consejo de dirección de los distritos escolares son elegidos en representación de un área de su distrito y no reciben sueldo, aunque a veces reciben dietas. El consejo de dirección se reúne unas cuatro veces al mes, dos ellas en sesiones abiertas al público y con turno de réplica para los ciudadanos.
 
Además, los colegios están diseñados con la idea de que los padres pueden y deben estar presentes en la escuela, participar como voluntarios u observadores en las aulas, involucrarse en las campañas de recaudación de fondos para actividades extraescolares y opinar siempre que tengan la oportunidad, por ejemplo, contestando a encuestas del distrito.
 
Aunque me gusta mucho el nivel de libertad individual que encuentro en la sociedad estadounidense, tengo que admitir que en el ámbito escolar me ha costado acostumbrarme a las multitud de opiniones contradictorias que se oyen a diario y la falta de autoridad que tienen los distritos para hacerlas callar. Cuando uno asiste a una reunión para padres es común encontrarse con opiniones y quejas totalmente contradictorias: unos se quejan porque el curso escolar es muy corto y otros porque es muy largo; unos porque quieren que empiece más tarde y otros que piden que termine antes; hay padres que se quejan de que a los niños se les exige mucho y otros que dicen que se les exige muy poco; hay padres que quieren que los niños tengan más libertad frente a los que se quejan de que las normas de los colegios son demasiado estrictas. Nunca llueve a gusto de todos, pero cuando los ciudadanos esperan tener el control sobre las decisiones, es muy difícil complacerlos.
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