Viernes, 01 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

El Sínodo de la Familia y los obispos alemanes


Las respuestas de la conferencia episcopal al cuestionario presinodal describen lo que ya se hace en Alemania: comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, tolerancia para las segundas nupcias, aprobación de las uniones homosexuales

por Sandro Magister

Opinión

A juzgar por el último producto de la Conferencia Episcopal Alemana, el sínodo sobre la familia programado desde el 4 al 25 de octubre podría revelarse como un esfuerzo inútil.

El cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Munich y presidente de la Conferencia Episcopal, lo había dado a entender el pasado 25 de febrero con un golpe que ha dado la vuelta al mundo:

"No somos una filial de Roma. Cada conferencia episcopal es responsable del cuidado pastoral en el propio contexto cultural y debe predicar el Evangelio en el propio modo original. No podemos esperar que un sínodo nos diga cómo debemos modelar aquí el cuidado pastoral del matrimonio y de la familia".

Pero ahora es la misma Conferencia Episcopal de Alemania la que pone en blanco sobre negro la misma definición, en la que es su respuesta oficial – luego de haber consultado al "pueblo de Dios" – al cuestionario preparatorio difundido por Roma en vistas de la próxima sesión del sínodo.                                              

Al llegar a la pregunta sobre "cómo promover la identificación de líneas pastorales a nivel de las Iglesias particulares", he aquí lo que escriben efectivamente los obispos alemanes:

"Haciendo referencia a las diferencias sociales y culturales, parte de las respuestas propugna la búsqueda de consensos regionales a fin de elaborar directrices pastorales a nivel de la iglesia local. Como fundamento también podrían servir los procesos de diálogo – a nivel de diócesis – sobre los temas del matrimonio y de la familia, cuyos resultados serían a continuación objeto de debate con otras iglesias particulares. Para ello, sin embargo, se requeriría la capacidad y disposición de dialogar de todos los que participen".

La formulación es un poco retorcida, pero los hechos hablan claro. En casi todas las diócesis de Alemania ya se dan la absolución sacramental y la comunión eucarística a los divorciados que se han vuelto a casar, tal como ya lo había dado a entender un documento anterior de la Conferencia Episcopal Alemana, aprobado el 24 de junio de 2014 y exhibido ardientemente en Roma en la sesión del sínodo sobre la familia, durante el pasado mes de octubre:

> Caminos teológicamente responsables y pastoralmente Adecudos para el acompañamiento pastoral de los divorciados que se han vuelto a casar

Se puede leer en su totalidad este documento en la página web de la Conferencia Episcopal de Alemania, no sólo en el idioma alemán original, sino también en italiano, en inglés, en francés y en español, lo que muestra la voluntad de este episcopado de dar lecciones a todo el mundo.

Y la misma astucia multilingüe se adoptó para las respuestas al cuestionario presinodal, dadas a conocer en estos días:

> La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo. Respuestas de la conferencia episcopal alemana

A continuación se reproduce la sección del documento con las respuestas al cuestionario sobre los puntos más controvertidos: divorciados que se han vuelto a casar, matrimonios mixtos, homosexuales.

Los obispos alemanes no sólo aprueban que se den la absolución y la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, sino que también aspiran a que se bendigan en las iglesias las segundas nupcias civiles, que se dé la comunión eucarística también a los cónyuges no católicos, que se reconozca la bondad de las relaciones homosexuales y de las uniones entre personas del mismo sexo.

Escriben que no pretenden en lo más mínimo poner en discusión la doctrina de la Iglesia universal respecto al matrimonio y a la familia. Pero no explican cómo conciliar esa doctrina "cum Petro e sub Petro" con las prácticas pastorales hechas realidad por ellos en Alemania.

A juicio del cardenal Gerhard Müller, en efecto, esa conciliación es imposible. Más aún, "la idea que las conferencias episcopales sean un magisterio además del Magisterio, sin el Papa y sin la comunión con todos los obispos, es una idea profundamente anticatólica que no respeta la catolicidad de la Iglesia":

> Bishops conferences are not the Magisterium, Vatican doctrine chief reminds Cardinal Marx

Müller es alemán, pero en Alemania lo consideran más "romano" que de ellos, en cuanto prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Otro cardenal considerado más romano que alemán es Paul Cordes, presidente emérito de Cor Unum. También él ha criticado a los obispos que son sus connacionales, quienes pretenden dar lección al mundo a pesar de estar a la cabeza de una Iglesia en ruinas, en la que numerosos sacerdotes no rezan ni se confiesan, dos tercios de los fieles no creen en la resurrección de Jesús y sólo el 16% de los católicos tienen fe en un Dios que es persona y no una vaga entidad:

> German prelate breaks rank with Cardinal Marx, insists on fidelity to Rome

Éste es el link al documento difundido por Roma en vista de la próxima sesión del sínodo de los obispos:

> Sinodo dei Vescovi - "Lineamenta" per la XIV Assemblea Generale Ordinaria

Los "lineamenta" incluyen la relación final del sínodo del pasado mes de octubre y un cuestionario para su profundización: los obispos alemanes han respondido a estos "lineamenta".

DE LAS RESPUESTAS DE LOS OBISPOS ALEMANES AL CUESTIONARIO PRESINODAL

LOS DIVORCIADOS QUE SE HAN VUELTO A CASAR

[Pregunta n. 37: "¿Cómo hacer más accesibles y ágiles, y posiblemente gratuitos, los procedimientos para el reconocimiento de los casos de nulidad?"].

[Pregunta n. 38: "La pastoral sacramental respecto a los divorciados que se han vuelto a casar necesita de una profundización ulterior, valorando también la praxis ortodoxa y teniendo presente 'la distinciòn entre la situación objetiva de pecado y las circunstancias atenuantes'. ¿Cuàles son las perspectivas en las cuales moverse? ¿Cuáles son los pasos posibles? ¿Cuáles son las sugerencias para obviar formas de impedimientos no debidos o no necesarios?"].

La pregunta sobre la pastoral para los católicos divorciados y católicos casados de nuevo fue contestada por todos, y generalmente en forma detallada. Es un tema que preocupa a muchos fieles, no solamente a aquellos cuyo matrimonio ha fracasado. No hay duda de que este tema sigue siendo un aspecto clave para la credibilidad de la Iglesia. Los fieles abrigan grandes expectativas de que el Sínodo de los Obispos abra al respecto nuevos caminos en la pastoral. Llama la atención que las opiniones expresadas por el pueblo de Dios no apunten al llamamiento a una misericordia indiferenciada, sino que más bien se basen en una argumentación teológica diferenciada.

La ruptura de un matrimonio es un proceso doloroso, lleno de sentimientos de culpa. Los fieles esperan que la Iglesia ayude y acompañe a las personas que han sufrido esa experiencia y no las margine. Esperan que se las anime a involucrarse activamente en la congregación (véase "Familiaris consortio", núm. 84). Desde esta perspectiva también se está analizando la posibilidad de permitir el acceso de católicos divorciados casados de nuevo a la confesión y al sacramento de la comunión. Los sacramentos se entienden en primer lugar como un medio de salvación, a través del cual Cristo llega al encuentro del débil y pecador. La exclusión de los sacramentos, especialmente si tiene carácter definitivo, como en el caso de los divorciados casados de nuevo, está, para la gran mayoría de los católicos, en contradicción con su creencia de que Dios perdona todos los pecados, abre la puerta al arrepentimiento y ofrece la oportunidad para comenzar de nuevo.

En cuanto a la recepción de los sacramentos, la mayoría de los fieles espera que no se hagan excepciones pastorales ocultas, sino que se llegue a soluciones estructurales. No se trata de una aceptación indiscriminada, sino de un acceso a los sacramentos que dependa de ciertos criterios. Son solo pocos los fieles que rechazan rotundamente el acceso de divorciados casados de nuevo a la comunión. Temen que ello opaque el testimonio de la Iglesia en favor de la indisolubilidad del matrimonio. La mayoría de los fieles no comparte esa aprensión.

Es por ello que la resolución del Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Alemana del 24 de Junio 2014 sobre “Caminos teológicamente responsables y pastoralmente adecuados para el acompañamiento pastoral de divorciados casados de nu evo” (véase documento adjunto) ha sido favorablemente acogido por el pueblo de Dios. En nuestra resolución hemos propuesto permitir el acceso de los divorciados casados de nuevo al sacramento de la penitencia y a la comunión, si la vida común en el matrimonio reconocido canónicamente ha fracasado definitivamente, se han aclarado las obligaciones del primer matrimonio, hay arrepentimiento por haber fracasado en el primer matrimonio y voluntad genuina de vivir el segundo matrimonio en la fe y educar a los hijos de acuerdo con la fe.

Además, se propone volver a analizar el fracaso matrimonial desde el punto de vista canónico, dogmático y pastoral, al igual que desarrollar formas litúrgicas que permitan expresar el dolor causado por la separación y el lamento por las heridas o humillaciones sufridas, pero también anunciar la esperanza de un nuevo comienzo ante Dios. Desde el punto de vista sacramental, se debe escalecer la relación entre la fe y el sacramento del matrimonio.

Varias diócesis y asociaciones piensan que sería oportuno considerar con mayor atención la práctica de la Iglesia ortodoxa. No se trataría solo de una mera adopción, sino más bien de la apertura de caminos análogos en la Iglesia católica. Al respecto se precisa una clarificación teológica. E n este contexto también se sugiere reflexionar sobre la posibilidad de la bendición  de un segundo matrimonio (civil), la cual, no obstante, debiera diferenciarse claramente de la liturgia matrimonial sacramental.

Ciertamente sería positivo simplificar los procedimientos de anulación del matrimonio, en especial agilizar los procesos y reducir los costos (en especial de los dictámenes). Algunos expertos sugieren renunciar al análisis general por parte de la segunda instancia, ya que esta por lo general confirma el veredicto de la primera instancia, y que la sentencia en primera instancia sea dictada por un colegio de jueces y no por un solo magistrado. Igualmente, se debiera reflexionar si la presunción legal en el contexto del derecho matrimonial no precisa ser reconsiderada.

Sin embargo, lograr un procedimiento más fácil no significa haber encontrado una solución general al problema. Comparado con la gran cantidad de personas afectadas, el número de personas que realmente inicia este proceso es muy reducido. Es poco probable que esa cifra aumente con la agilización del procedimiento. Además, el hecho de simplificar el proceso de anulación no debiera ser interpretado como un distanciamiento de la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio. En consecuencia, no hay que dar demasiada importancia a esas medidas.

MATRIMONIOS MIXTOS

[Pregunta n. 39: "¿La normativa actual permite dar respuestas válidas a los desafíos planteados por los matrimonios mixtos y por los matrimonios interconfesionales? ¿Se deben tener en cuenta otros elementos?"].

En más del 40 % de los matrimonios sacramentales en los cuales uno de los cónyuges es católico, el otro cónyuge pertenece a una confesión cristiana distinta, por lo general a la evangélica. Además, el número de matrimonios entre un católico y un cónyuge sin confesión va en aumento. Así pues, se aprecia un gran interés por contestar a la pregunta acerca del acompañamiento pastoral.

Los fieles esperan que la Iglesia también apoye la vida matrimonial y familiar de cónyuges de distinta confesión (de acuerdo con can. 1128 CIC ) e invite al cónyuge no católico a participar de la vida eclesial. Sin embargo, la decisión acerca de cómo vivir la fe en la familia debiera ser decidida por ambos cónyuges.

Las respuestas referentes al posible acceso de cónyuges no católicos (principalmente evangélicos) a la comunión sacramental ocupan un espacio importante. El hecho de excluir de la comunión a la pareja de confesión distinta es visto como obstáculo para la educación cristiana de los hijos y para la vida de fe en la familia. Desde el punto de vista teológico, se destaca que la exhortación apostólica "Familiaris consortio" (1981) valora claramente a los matrimonios de distintas confesiones ( núm. 78), y al mismo tiempo subraya la importancia de la Eucaristía como “fuente del matrimonio cristiano” (núm. 57). En relación con el fortalecimiento del matrimonio sacramental, y considerando la educacción cristiana de los hijos, hay que preguntarse de qué manera puede el cónyuge no católico participar en la vida eclesial, y en qué condiciones podría también tener acceso a la comunión. ¿Acaso no sienten los matrimonios de distintas confesiones, unidos por el doble sacramento del bautismo y el matrimonio, un a profunda necesidad espiritual, que debiera, en casos individuales, justificar el acceso del cónyuge no católico a la comunión (Véase can. 844 § 4 CIC; encíclica "Ut unum sint" de 1995, núm. 46; encíclica "Ecclesia de eucharistia" de 2003, núm. 45 y 46)?

HOMOSEXUALES

[Pregunta n. 40: "¿De qué modo las comunidades cristianas dirigen su atención pastoral a las familias que tienen en su interior personas con tendencias homosexuales? Evitando toda discriminación injusta, ¿de qué modo hay que hacerse cargo, a la luz del Evangelio, de las personas en tales situaciones? ¿Cómo proponerles las exigencias de la voluntad de Dios sobre su situación?"].

En Alemania, la vida en pareja homosexual tiene una condición jurídica distinta a la del matrimonio (“unión civil registrada”). Su reconocimiento es fruto de un consenso social amplio que también cuenta con el apoyo de la mayoría de los católicos, como lo demuestran las respuestas del primer cuestionario para la preparación del Sínodo Extraordinario.

Por lo general, los fieles esperan que cada persona, independientemente de su orientación sexual, sea aceptada tanto en la Iglesia como en la sociedad, y que en las parroquias se promueva un ambiente de respeto hacia todos los seres humanos. En casi todas las respuestas se apoya la postura sostenida por las ciencias humanas (medicina, psicología), según la cual la orientación sexual es una disposición inalterable y no elegida por el individuo. Por ello, el que se hablara de “tendencia homosexual” en el cuestionario provocó molestia y fue percibido como una expresión discriminatoria.

Solo contadas personas rechazan por principio las relaciones homosexuales, calificándolas de pecaminosas. La gran mayoría espera de la Iglesia una valoración teológico-moral más diferenciada, que considere las experiencias pastorales y los estudios científico-humanistas. La mayoría de los católicos aceptan las relaciones homosexuales cuando las parejas viven valores como el amor, la lealtad, la responsabilidad mutua y la fiabilidad, sin ánimo de equiparar las uniones homosexuales al vínculo matrimonial. Se trata de demostrar respeto, destacando al mismo tiempo las diferencias. Hay voces que favorecen una bendición de estas uniones, la cual, de todos modos, debiera ser diferente a la del matrimonio tradicional.

Una pastoral que acepte a las personas homosexuales precisa un desarrollo ulterior de la moral sexual eclesiástica, que haga suyo el conocimiento científico - humanista, antropológico, exegético y teológico-moral más reciente.

Traducción en español de José Arturo Quarracino, Temperley, Buenos Aires, Argentina.
 
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