Vencer o morir: una película que vale la pena
Ayer fui a ver al cine Vencer o morir, la película que narra la epopeya de las guerras de La Vendée desde la perspectiva de uno de los generales del Ejército Católico y Real, François-Athanase Charette. Y salí removido, emocionado, sacudido. Y con la necesidad de explicarlo y de animaros a que vayáis a verla con vuestros hijos, con vuestros familiares, con vuestros amigos, lo antes posible, mientras sea posible.
La película está mucho mejor hecha que la inmensa mayoría de películas más o menos “católicas” a las que estamos acostumbrados, películas que suplen con ganas e inventiva (en ocasiones con resultados bastante buenos) la escasez de medios. Esto es otra cosa. Pero claro, no es Hollywood: quien espere escenas como las de Gladiator o batallas como las de Braveheart o El Señor de los Anillos, quedará decepcionado.
A la película se le pueden achacar algunas debilidades. El hilo conductor para resumir 5 años en 100 minutos es el relato en primera persona del general Charette, un recurso que da coherencia pero al mismo tiempo le hace perder la frescura habitual en películas bélicas menos rigurosas y más centradas en las vivencias de algún personaje. La voz con la que le han doblado, en un español con acento francés, choca al inicio, aunque luego uno se acostumbra. Es cierto que, con la excepción de Charette, no se profundiza demasiado en la psicología del resto de personajes. Me imagino que un crítico cinematográfico encontrará muchas otras pegas… pero yo no lo soy.
A mí lo que realmente me ha impactado es el modo, fiel a la historia y riguroso, con que la película retrata la guerra de La Vendée. Están bien explicadas las motivaciones, cuál fue la actitud de la República francesa, quiénes eran y en qué creían los vandeanos, cómo se desarrolló la guerra y las atrocidades (hay escenas duras, pero podrían serlo más, por ejemplo no aparecen los ahogamientos masivos de vandeanos encerrados en barcos que eran hundidos para así asesinarlos y ahorrar munición) de la Revolución para aplastar a un pueblo que no encajaba dentro del estrecho concepto de tolerancia revolucionaria y sobre el que decretaron la exterminación, trabajo que la Convención encomendó a las columnas infernales de Turreau. Después de ver esta película es difícil sostener la leyenda rosa de la Revolución Francesa, que no por casualidad ha ocultado la República hasta nuestros días: el gran historiador Reynald Secher hablaba de memoricidio, pues era éste un asunto tabú sobre el que no se hablaba ni aparecía en los libros de texto de historia de Francia.
Y a pesar de todo su rigor histórico, la película no es maniquea, muestra las debilidades de los “buenos”, algunos “malos” dignos de encomio y, en una escena realmente emotiva, cómo los poderosos en exilio dejaron a su suerte a quienes entregaban su vida por Dios y por el Rey. Un momento trágico que, por desgracia, tiene numerosos paralelos en otras contiendas del mismo tipo.
No es una película ejemplarizante y algunos pueden echar en falta la presencia más explícita de la fe católica en el día a día de aquellos ejércitos, pero en mi opinión esa presencia es suficiente en una película histórica y bélica. No queda duda de la sólida fe de aquella gente, movidos por la defensa de sus tierras, de su modo de vida, de sus familias, pero sobre todo de “sus sacerdotes”, el clero refractario que, obedeciendo a Roma, no había jurado la Constitución civil del clero.
Escribía una amiga (@full0flifee) después de ver la película lo siguiente:
“yo sí salí henchida y con el corazón vibrante, con ansias de morir por Cristo y por mi patria, pero no por el conjunto de la película, sino por a lo q la peli va dirigiendo tu mente y alma, reflexiones, frases, flashes, contexto, abandonos, valentías, razones, heroísmo, fe, decisiones de a quién rendir fidelidad. Dios nos ayude llegado el momento a seguirLe siendo fieles”.
No puedo expresar mejor el estado en el que yo también salí del cine.
Así que, no dejéis escapar esta oportunidad e id a verla ya. Ya nunca mas contemplaréis la Revolución francesa igual.