Toulon bajo el Terror francés (2)
3.- El ejército revolucionario retoma Toulon
3.1.- Una reconquista muy (¿demasiado?) fácil
Apenas Lyon se había rendido, el ejército victorioso avanzó hacia Toulon y atravesó sin obstáculos las gargantas que bordean su territorio. Ataca, arrasando sucesivamente los reductos más formidables, defendidos al mismo tiempo por la naturaleza, por las obras de arte y por numerosas fuerzas y cuerpos de élite.
Fue en estas batallas donde el joven Bonaparte, al mando de la artillería francesa, dio los primeros testimonios de sus talentos militares, de su audacia intrépida y tranquila, de su celo incansable; fue durante el ataque al reducto de Fort Pharon cuando se hizo notar por los representantes por la audacia y habilidad de sus disposiciones, y que con orgullo republicano se atrevió, se dice, a responder a Barras, quien se permitió condenar la colocación de una batería,
Cíñete a tu trabajo como representante y déjame hacer el mío, como artillero. Esta batería permanecerá allí y yo respondo del éxito en mi cabeza.
La batería no fue movida y se tomó Fort Pharon. Los extranjeros sólo resistieron el tiempo necesario para devastar y destruir.
3.2.- El instrumento militar revolucionario del ejército inglés.
Quienes conocieron la posición de Toulon, rodeada por la naturaleza de las murallas más insuperables del lado del continente, que recuerdan que los barcos ingleses la hicieron inexpugnable del lado del mar, tendrán dificultades para concebir la rapidez con la que los enemigos abandonaron esta preciosa conquista:
-pero es menos la siempre costosa invasión de nuestros países que su completa aniquilación lo que convenía a la política destructiva del gabinete británico; Y
-¿Qué podrían hacer con mayor seguridad para la pronta destrucción de Toulon que entregársela a los feroces montañeses?
¿Qué agentes son más activos en el derribo y la muerte?
Por lo tanto, el enemigo pronto pensó en retirarse y sólo se preocupó por los medios de dejar a los sitiadores nada más que casas vacías, arsenales desnudos y puertos sin barcos. El español, que se había apresurado a compartir nuestro botín, se entregó al saqueo y transportó en sus barcos lo que encontraba más preciado.
3.3.- Huida desesperada de 6.000 familias de Toulon
Pero lo más lamentable fue el exilio voluntario de seis mil familias de Toulon. Después de haber cargado su oro y sus cubiertos, se lanzaron en desorden hacia el puerto, a través del fuego de las baterías y de las bombas del ejército republicano que los presionaba por todos lados. Arrojan al mar lo que no pueden llevar a bordo de las falúas que deben llevarlos a bordo de los barcos.
Varios hombres que se precipitaban hacia las barcas, y muchas mujeres, especialmente debilitadas por el peso del oro, la plata y las joyas con que habían llenado sus delantales, cayeron al mar; y la mayoría de las falúas, sobrecargadas de riquezas y fugitivos, son devoradas.
Prendieron fuego a los navíos que no pudieron tomar, y a los almacenes que no pudieron vaciar; y después de haber clavado los cañones que no podían ser arrojados al mar; Después de sembrar mechas encendidas en los polvorines y minas, el enemigo, que sólo esperaba la noche para partir, se aleja a la luz de las hogueras...
4.- La destrucción de Toulon
4.1.- Saqueo de la ciudad por los 300 prisioneros de Temístocles, por 800 galeotes y por el ejército
Entonces trescientas personas de Tolón que habían sido cargadas con cadenas en el barco llamado Temístocles, ayudadas por ochocientos galeotes que habían roto sus grilletes, abrieron las puertas a los sitiadores, después de haber atacado la retaguardia inglesa, masacraron todo lo que cayó bajo su control de sus manos y obligaron al resto a buscar seguridad en los barcos.
La ciudad fue saqueada, y el desorden fue tal que durante veinticuatro horas, los propios representantes tuvieron dificultades para encontrar refugio, y permanecieron alojados en el salón de la Cámara Común, mientras los habitantes permanecían en Toulon, los galeotes desatados y los victoriosos soldados compartieron el botín. Doscientos caballos abandonados por los españoles fueron confiscados y vendidos por quienes los carecían.
4.2.- Inventados dos mártires de la República
En medio de esta agitación fue liberado el representante Beauvais, que había sido tratado con gran consideración por los ingleses y que se había condenado a sí mismo a un cautiverio voluntario para no ser tratado después como su cómplice por los republicanos victoriosos. Murió pocos días después, y fue seguido casi inmediatamente por su colega Gasparin, quien murió de indigestión, aunque se afirmó que perdió la vida al frente del ejército; fueron presentados falsamente como mártires de la República, para tener un pretexto para inmolarles víctimas como sacrificio expiatorio; y fue Tallien quien propuso conceder a estas dos ilustres víctimas los honores del Panteón.
4.3.- Realizamos el deseo de los ingleses: arrasar Toulon
Los bandolerismos que señalaron la entrada de los Representantes del Pueblo en Toulon fueron seguidos de un levantamiento general y de las más horribles carnicerías. Basta echar un vistazo al informe de Ricord y a la correspondencia de Fréron para ver la nomenclatura fúnebre de las víctimas entregadas a la muerte; se encarga de aprenderlo él mismo en sus cartas a Moyse Baile:
Qué bien van las cosas, que necesitó doce mil albañiles para derribar y arrasar la ciudad; que cada día hacía caer doscientas cabezas, y que ya ochocientos habitantes de Toulon fueron fusilados...
Así, los ingleses están a la altura de sus deseos. Lyon va desapareciendo poco a poco bajo el esfuerzo de cuarenta mil personas, y veinticuatro mil armas se han alzado ya para destruir Toulon.
-¡Oh! ¡Cómo debieron sonreír estos enemigos naturales de la República al ver a estos destructores revolucionarios abrazar con tanto ardor su plan de aniquilar el esplendor y la gloria de Francia!
4.4.- El procónsul Fréron crea un tribunal revolucionario
Pero volvamos a Fréron. En otra carta fechada desde Marsella, anunció
-que su tribunal revolucionario va a un ritmo terrible contra los conspiradores;
-que los comerciantes bailen la carmañola;
-que es principalmente sobre ellos donde se fija.
Estas últimas palabras prueban suficientemente qué motivos dirigieron las furias de los procónsules victoriosos, y les quitan la falsa excusa de haber querido vengar a la República traicionada.