¿Qué tengo que hacer?
Publico estas líneas para que alguien con conocimiento me las corrija o avale, que yo no sé mucho más que lo que he vivido y leído. Todo el mundo escribe mucho, tanto, desde el principio del cristianismo... Es natural porque se nos dice que Dios se hizo hombre. Esto, con todo lo que tiene de gran misterio, me preocupa poco. Tampoco me sorprende: Dios es Dios y puede hacer lo que le venga en gana.
La cuestión se reduce a que un amigo ha muerto por mí. Nadie ha muerto por mí, sino Jesucristo. A lo mejor hay gente que tiene algún amigo que le haya salvado la vida; seguro. Pero la mayoría no tenemos a nadie que haya muerto por nosotros. Resulta que Jesús lo ha hecho y nos ha salvado de una muerte eterna.
A partir de aquí, señores, ¿qué hace una persona agradecida? Pues todo cuanto ese amigo le pida. Es muy sencillo. Le debo la vida y me pide algo, se lo tengo que dar, ¿no? No hacerlo sería una canallada; sería ser el mayor desagradecido del mundo. Es así de sencillo, vuelvo a decir. Jesús es mi amigo y ha muerto por mí. Y yo le pregunto: Oye, Jesús, ¿qué quieres que haga? ¿necesitas algo? ¿puedo ayudarte?
Entonces Él me dice: "Cree en mí, confía en mí". ¿Y qué más? le digo yo. "Nada, haz lo que te digamos mi Padre y Yo". No os veo y no os puedo oír, ¿cómo sabré qué queréis?
Y aquí está la cuestión. No hay más preguntas. Todo, a mi entender, se reduce a esta pregunta.
¿Me puede alguien dar la respuesta? Voy a decirles lo que pienso y luego, si lo consideran oportuno, me corrigen.
Yo pienso que Jesús nos ha puesto en un aquí y un ahora concretos y que no hay que hacer gran cosa. Estar, permanecer con él. Lo que significa no hacer lo que sabemos que no le gusta y que es de sentido común y nos lo dice la conciencia. La conciencia puede deformarse pero nunca tanto como para que desaparezca. Es porque no desaparece por lo que aquellos a los que podríamos llamar muy malos siempre la aturden con sustancias o actividades absorbentes y placenteras.
En resumen, señores: creer en Jesús, en que ha muerto por nosotros; confiar en Él, que nos dice que ha vencido a la muerte; compadecerse de su terrible agonía; estar atento al ahora y cumplir lo que pide. Nunca pide mucho. Y lo poco que pide nos lo da casi hecho.
¿Cuánto de idolatría humana, de egoísmo y de vanagloria se esconde tras teologías sesudas, movimientos y activismos varios, libros y conferencias? Uno debería no hacer. Y solo hacer cuando Jesús lo pide.
Ahí lo dejo para los entendidos.
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