Una encíclica para cambiar el mundo
El papa Francisco ha ofrecido al mundo entero una nueva encíclica, con el titulo Fratelli tutti, Hermanos todos, las mismas palabras que utilizara san Francisco de Asís, para dirigirse a todos los hermanos y hermanas, y proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio. Este santo del amor fraterno, de la sencillez y la alegría, que inspiró al Papa a escribir la encíclica Laudato si, vuelve a motivarle para dedicar esta nueva encíclica a la fraternidad, a la amistad social. Francisco de Asís, que se sentía hermano del sol, del mar y del viento, se sabía todavía más unido a los que eran de su propia carne. Sembró paz por todas partes, caminó cerca de los pobres, de los abandonados, de los enfermos, de los descartados, de los últimos. El Papa, que se sabe, se siente y vive como pastor universal, lanza a las entrañas de la humanidad, una nueva encíclica para un mundo más justo. Y va tocando todos los temas que nos envuelven y preocupan: la pandemia, la guerra, las sanciones legales, la especulación financiera, los muros entre personas, el nacionalismo, el populismo, la pena de muerte, el anverso y el reverso de las religiones... Toda una serie de cuestiones que hurgan en las grandes cicatrices de la civilización moderna y a las que ofrece soluciones concretas para cerrarlas. Hay grandes temas que el Papa ilumina especialmente: La política, la guerra, los estragos producidos por la especulación financiera, la fraternidad universal y la amistad social. Y ¿qué nos dice en concreto Francisco para remover nuestras conciencias libres, alentar nuestra esperanza, conmovernos por dentro e impulsarnos a la acción? Sobre la política, sus palabras son claras: "La actual política, basada exclusivamente en el mercado o el populismo no resuelve la injusticia; al contrario, genera nuevas formas de violencia que amenazan el tejido social". La política que patrocina Francisco es la que dice no "a la corrupción, a la ineficacia, al mal uso del poder o a la falta de respeto a las leyes". Sobre la guerra, es contundente. Para Francisco es muy difícil hablar hoy de guerra justa. De ahí que exclame: "Jamás la guerra". Precisamente porque no es "un fantasma del pasado", sino "una amenaza constante. De hecho, según Francisco, la Tercera Guerra Mundial ha comenzado, aunque sea "a pedazos". Leemos en la encíclica que la eliminación total de las armas nucleares es "un imperativo moral y humanitario". Incluso sugiere algo tremendamente difícil, que se dediquen "los fondos destinados a los armamentos a crear un fondo mundial para eliminar el hambre". El Papa desarrolla las dos grandes columnas de su encíclica: La fraternidad universal y la amistad social. Lo dice expresamente el texto: "La fraternidad universal y la amistad social dentro de cada sociedad son dos polos inseparables y coesenciales. Separarlos lleva a una deformación y a una polarización dañina. Con la fraternidad universal no hay duda: "Todos los seres humanos somos hermanos y hermanas". A la fraternidad universal se opone una grave enfermedad: "El individualismo radical es el virus más difícil de vencer", tal como se manifiesta en "las sombras de un mundo cerrado". Por eso, subraya, "mientras nuestro sistema económico y social produzca una sola víctima y haya una sola persona descartada, no habrá una fiesta de fraternidad universal". Por último, el Papa habla de la amistad social, que "cuando es genuina, es una condición de posibilidad de una verdadera apertura universal. La amistad social precisa la apertura y el diálogo". ¡Preciosa encíclica, hermoso sueño a realizar!