Martes, 15 de octubre de 2024

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El exilio de Babilonia y las doce tribus de Israel: un poco de historia bíblica

El exilio de Babilonia y las doce tribus de Israel: un poco de historia bíblica
Mosaico de las doce Tribus de Israel. Sinagoga de Givat Mordechai. Jerusalén.

por En cuerpo y alma

 

 

            Tal día como hoy pero del año 588 a.C. el babilonio Nabucodonosor II iniciaba el sitio de la ciudad de Jerusalén, el cual habría de terminar con la derrota del Reino de Judá, la destrucción del Primer Templo de Jerusalén, el apresamiento y esclavización de los judíos, y el famoso exilio de Babilonia.

             En dicho exilio permanecerán los judíos prácticamente cincuenta redondos años, hasta que en 537 a.C. el rey persa Ciro, que había conquistado y puesto fin al imperio babilonio, les autoriza a volver a Jerusalén. El agradecimiento del pueblo de Judá es tan grande que Ciro llega a aparecer mencionado en el Antiguo Testamento, concretamente en el Libro de Isaías, como “el Mesías”, (“el Ungido” en su versión española), único personaje de carne y hueso al que dispensa semejante título:

             “Así dice Yahvé a su Ungido Ciro, a quien he tomado de la diestra para someter ante él a las naciones y desceñir las cinturas de los reyes, para abrir ante él los batientes de modo que no queden cerradas las puertas. Yo marcharé delante de ti y allanaré las pendientes. Quebraré los batientes de bronce y romperé los cerrojos de hierro. Te daré los tesoros ocultos y las riquezas escondidas, para que sepas que yo soy Yahvé, el Dios de Israel, que te llamo por tu nombre”. (Is. 45, 1-3).

             Acaudillados por Esdrás y Zorobabel, al regresar a Jerusalén los judíos construyen el que pasa a la historia como el Segundo Templo, el mismo que Herodes el Grande, poco antes del nacimiento de Jesús amplia, embellece y lleva a su máximo esplendor para congraciarse con unos judíos sobre los que gobierna, aunque él mismo no sea judío de raza (es idumeo).

             Estos judíos, sin embargo, no son las doce tribus de Israel, sino sólo una de ellas (o quizás hasta tres, aunque dos de ellas minoritarias). ¿Cómo se ha llegado a esta situación?

             Pues bien, cuatro siglos antes, en 928 a.C., a la muerte del rey Salomón, el gran Israel se había dividido en dos reinos diferentes.

             Al norte, Israel, donde reina Roboam, sobre el territorio de nueve de las doce tribus. Este será destruido en 720 a.C. por el asirio Sargón II. De sus habitantes no se vuelve a tener noticia.

             Al sur, Judea, donde reina Jeroboam, sobre el territorio de la tribu de Judá y en todo caso la de Benjamín, a la que unir algunos de la tribu de Leví (los llamados levitas), que no tienen territorio propio y se reparten por el territorio de las demás tribus, aunque su mayoría queda en Jerusalén, vale decir, en Judea, por ser la tribu que se dedica al servicio del Templo. De Judá, por cierto, deriva el nombre Judea para el territorio que ocupan, y de Judea el de judíos, convertido así en gentilicio y patronímico, aplicado por extensión a todos los descendientes de Jacob, cualquiera que sea la tribu a la que pertenezcan. Pues bien, este reino de Judá es el que destruye tal día como hoy pero de 586 a.C., hace pues 2.606 años, Nabucodonosor II.

             Una de las preocupaciones del judaísmo de todas las épocas, y también del actual, consiste en el hallazgo de los judíos (¿o deberíamos decir "israelitas" en cuanto descendientes de Israel, vale decir, Jacob?) de las tribus perdidas, misión que van realizando a pequeñas dosis, como cuando una investigación llevada a cabo por el rabino Ovadia Yosef en 1975, determinó que un grupo de etíopes que practican la religión judía en Etiopía, los conocidos como “falashas”, son en realidad los descendientes del patriarca Dan, quinto hijo de Jacob. Y así en 1985, desde Israel, se desarrolla la “Operación Moisés”, una operación secreta realizada con la oposición del dictador etíope Mengistu, para el salvamento de 8.000 judíos falashas y su traslado a Israel, operación a la que seguirán otras dos con idéntico objetivo: la "Operación Salomón" en 1991, que traslada a 14.000 falashas; y la “Operación Josué" en 1995, que traslada a otros 500.

             Si le gustan los documentales en inglés, tiene Vd. un buen análisis sobre esa búsqueda desesperada por los judíos de sus hermanos israelitas en el documental de Simcha Jacobovici titulado "Quest for the lost tribes".

             Por cierto, y para terminar, que si Jesús elige doce discípulos y no siete o veinticinco, es precisamente en una especie de intento de reunir en torno a su persona a las doce tribus. Así se extrae con facilidad del Evangelio de Mateo:

             “Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel” (Mt. 19, 28).

             Y también del Apocalipsis, donde se describe así la nueva Jerusalén:

             “Su resplandor era como el de una piedra muy preciosa, como jaspe cristalino. Tenía una muralla grande y alta con doce puertas; y sobre las puertas, doce ángeles y nombres grabados, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel; al oriente tres puertas; al norte tres puertas; al mediodía tres puertas; al occidente tres puertas.  La muralla de la ciudad se asienta sobre doce piedras, que llevan los nombres de los doce apóstoles del Cordero” (Ap. 21, 11-14)

             Y con esta noticia me despido por hoy, no sin desearles como siempre, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.

 

 

            ©L.A.

            Si desea ponerse en contacto con el autor, puede hacerlo en encuerpoyalma@movistar.es. En Twitter  @LuisAntequeraB

 

 

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