Viernes, 03 de mayo de 2024

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Marie Heurtin: más y mejor que en la película

por Mientras el mundo gira

Es probable que quienes lean estas líneas ya vieran en su momento la película La historia de Marie Heurtin. Hace ya unos años (en 2015), cuando fue estrenada, la recomendé con entusiasmo. Es una de esas películas que dejan huella, que hay que ver sí o sí. Si aún no lo ha hecho, aproveche para verla estos días, acompañado de familia y amigos si es posible. Ya verá como no deja indiferente.

Pero no voy a repetir lo que dije entonces, y que sigue siendo plenamente válido. Lo que voy a comentarles es que, si la película es buenísima, ¡la realidad lo es más!

En la película hay presencia de lo religioso: transcurre en un convento, vemos cómo las comidas se realizan en silencio mientras se escuchan lecturas espirituales y la fe está flotando siempre, aunque no de manera explícita. Algunos despistados incluso podrían pensar que el compromiso y motivaciones de la monja que se hace cargo de la sordociega Marie Heurtin es el equivalente a una trabajadora social. Se estarían perdiendo una parte muy, muy importante.

Es lo que se deduce del libro "Un alma encarcelada", escrito en 1900 por Louis Arnould, que explica la vivencia de Marie y de su maestra, Sor Margarita. Allí descubrimos que ambas compartían una intensa vida de oración que las sostenía en sus esfuerzos diarios.

Es lo que se observa en sus cartas. Por ejemplo, el 19 de marzo de 1904, Marie Heurtin escribía a su madre: “Se acerca la fiesta de San José, tu gran y glorioso patrón: redoblaré mis oraciones por ti, para que te obtenga todas las gracias que necesitas, especialmente para la santificación de la Pascua: espero que mi querido padre no deje de celebrar la Pascua contigo. Que prolongue tu vida y te mantenga con buena salud. Estoy bien, gracias a Dios”.

Y en agosto de 1902 Marie escribía: “Diario de mis vacaciones. ¡Qué alegría cuando la buena Madre Saint-Hilaire me anunció que mi querida tutora Sor Margarita me llevaba a Vertou a visitar a mis padres! El 6 de agosto me despertó a las 5 de la mañana. Después de hacer la señal de la cruz y ofrecer mi corazón al buen Dios, me vestí rápidamente, pensando en mi felicidad por ver pronto a mis padres. Una vez vestida, recé mis oraciones y pedí al buen Dios que protegiera nuestro viaje. Después de rezar, tomé café y pan con mantequilla...”. Muy sencillo, pero precisamente por ello conformador de un modo de vida.

Sobre los extraordinarios progresos de Marie, sor Margarita escribe en 1903: “La educación religiosa de Marie progresaba sin cesar, y era tal su vida interior que era admitida a recibir los sacramentos con frecuencia. Siguió estudiando el catecismo y se aplicó con vivo ardor a la instrucción religiosa. La Historia Eclesiástica la hizo feliz. Apreciaba especialmente la lectura y el estudio del martirio de San Ignacio, San Policarpo, San Sinforiano (y el valor de su madre), San Lorenzo, San Cipriano y el joven Cirilo. No comparte en absoluto los sentimientos de Arrio y detesta cordialmente a Juliano el Apóstata...”. Increíble, ¿no les parece? Menuda catequesis la que te lleva a separarte de Arrio y detestar a Juliano. No me parecen malos objetivos finales de todo el proceso catequético pues, aunque se podrían poner otros del estilo, demuestran que se ha interiorizado profundamente el sentido de la fe.

Pues ya lo ven, a una magnífica película ahora hay que añadir algo más: una catequista espléndida y una cristiana ejemplar.

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