Viernes, 17 de mayo de 2024

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Antífona de comunión TO-X.2 / 1 Juan 4,16

por Alfonso G. Nuño

 

Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él (1Jn 4,16).
La Eucaristía es el memorial de la entrega de Jesús en la cruz, en ella el misterio pacual se hace presente. Y los creyentes, por la fe, conocen en él cómo nos ha amado Jesús y, por ello, cómo le ama el Padre, cómo es el amor trinitario: "Como el Padre me ha amado, así os he amado yo. Permaneced en mi amor" (Jn 15,9). Ese amor de cruz no es conquistable; a lo que estamos llamados es a permanecer en donde no podemos auto-colocarnos, donde hemos sido puestos. Adán no se introdujo en el Paraíso, su tarea era permanecer en donde, desde el primer momento, había sido puesto. Pero, aunque no podamos ponernos ahí, en el amor de Dios, lo mismo que Adán pudo auto-excluirse del Paraíso, así nosotros podemos salir del amor divino.
 
La Eucaristía nos manifiesta ese amor de Dios y que estamos en él. Y es ese amor comulgado el que nos capacita para la permanencia en ese amor. ¿Y cómo permanecer en ese amor? El que guarda los mandamientos de Jesús, ese es el que permanece en su amor (cf. Jn 15,10).
 
¿Y cuáles son esos mandamientos? Ese misterio pascual nos dice del amor de Dios y de nuestro estar en él, nos capacita para permanecer en él y nos habla de cuáles sean sus mandamientos, pues el amor, la escucha del amor, nos llama a amar. A amar a Dios; a amar al prójimo, es decir, a ser prójimo de todo necesitado con el que nos encuentre en el camino; a amar a los enemigos; a amarnos los discípulos los unos a los otros con amor crucificado. En el mandamiento del amor, se encierran la Ley y los Profetas. El amor divino es un imposible si se margina una yod de la Escritura. Cualquier avaricia, soberbia, pereza, lujuria, ira,... es merma en el amor o incluso, según la gravedad, negación.
 
Y la vida Eucarística, esto es, la vida en el amor, en la permanencia en él, en el cumplimiento de la voluntad de Dios con su amor, pues con él es como amamos divinamente, es vida divina, vida trinitaria. Pues es un estar en Dios y Dios en nosotros.
 
[Si no me equivoco, con esta glosa, concluimos el comentario de las antífonas principales del misal]

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