Sábado, 27 de abril de 2024

Religión en Libertad

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Ante la crisis

por Glosas marginales

 Seguramente esta entrada pudiera haber sido de utilidad ya hace tiempo, pero fue solamente unos días atrás, ante una discusión acalorada, cuando se me ocurrió. Otras situaciones no han hecho sino confirmármelo. La crisis económica, y mucho más que económica, amenaza desbordarnos. Los acontecimientos se suceden a gran velocidad y cantidad y no parece que nos dé tiempo a asimilarnos.

 

No sólo las continuas noticias negativas en lo económico, ante todo la realidad en la vida de cada quien, que en muchos casos es ya extremadamente dramática, demanda de nosotros una respuesta a la altura, que, como no puede ser de otra manera, no puede ser simplemente reactiva a la tensión del momento, como animal amenazado, o masiva, como quien se deslíe en la manada que se deja llevar de un sitio a otro. Tiene que ser evangélica.

 

¿Pero qué y cómo obrar? Es un momento, como todos, en el que debemos actuar como personas, nunca dejándonos despersonalizar, y también como cristianos, con criterios propios que nos lleven a tener una palabra auténtica más allá de hacer eco a cualquier ideología, pues, por acertada que pueda ser, siempre al menos estará roma de última radicalidad, aunque no lo esté de toda.

 

 

Hay que VER la realidad lo más a fondo que podamos, con inteligencia creyente o, si preferís, con fe inteligente. Por desagradable y dolorosa que sea la situación, no podemos mirar a otro lado; la fidelidad a la realidad es parte de la fe en la Encarnación. Ni hemos de dejar que otros miren en nuestro lugar, que nos den su visión de las cosas, por más que haya que escucharlos, pues son parte de la realidad. No podemos conformarnos con la primera información que se nos dé, quedarnos con lo que diga un solo medio de comunicación. Ni tampoco con lo que se diga hoy; el recuerdo de lo que ocurrió tiempo atrás, lo que dijeron unos y otros hace unos meses o años,... no puede quedar en el olvido. El exceso de datos, el olvido de otros, el fijar la atención en un solo aspecto son maneras de empezar a manipular.

 

Y luego ANALIZAR. No es suficiente con tener datos, con ver los ladrillos; estos están unidos por el cemento de relaciones funcionales y causales. Por qué están ocurriendo las cosas, qué consecuencias se pueden seguir, para qué se está actuando de determinada manera, etc. Es bueno hablar con amigos, escuchar opiniones autorizadas, oír a expertos que pueden arrojar luz, etc., pero, en la medida de las posibilidades de cada uno, por más que asumamos las opiniones de otros, el análisis ha de ser propio, lo pensado por los demás ha de ser incorporado, tras la criba del propio juicio, para ser material de la propia opinión.

 

Tras lo cual hay que DISCERNIR. El creyente no ve sin más la situación, sino que mira con fe y pide a Dios luz para ver su paso en la historia. Ni analiza de cualquier manera, sino que trata de descubrir el sentido de la historia en el designio salvífico de Dios, el hacia al que la conduce, para lo cual toma en consideración la voz de sus pastores. Pero esto no es suficiente, hay que discernir la voluntad de Dios, qué quiere que haga yo en concreto aquí y ahora. Las responsabilidades de cada uno son muy distintas; dentro del marco general de los mandamientos, cada quien ha de descubrir lo que Dios quiere que haga. Y eso no lo puede hacer nadie por nosotros, pues quien ha de responder al Señor es cada uno personalmente. Por más que alguien pueda ayudarnos a discernir, personalmente hay que preguntarle a Dios y responderle.

 

Por último, OBRAR. Saber qué quiere Dios de uno y no realizarlo es construir sobre arena. La palabra que haya que decir no hay que callarla, la tarea a ejecutar no puede quedar pendiente.

 

La fidelidad a Dios, la santidad, pasa, a grandes pinceladas, por este V.A.D.O. Y por él pasa también la acción evangelizadora. Cualquier tiempo lo es de salvación, pero los difíciles dejan más a las claras cuáles son los falsos dioses y cuál es el verdadero.

 

[La foto es gentileza de la dueña del cuadro]

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