Una mujer fascinante que le hará vibrar
El diario de Martina, por Enrique Calicó
A Enrique Calicó i Bosch le conozco desde hace tiempo a raíz de una común amistad: el P. Esteve Sala Martorell, sacerdote franciscano, muy unido a su familia y que yo, como responsable de promoción de la Editorial San Pablo me encargué, por aquel entonces (1995) de promocionar varios títulos suyos en esa editorial, acompañándole, junto con mi familia hasta la localidad de Enrique, Sant Andreu de Llavaneres, a 36 kms al norte de Barcelona, hacia 2006.
Enrique, desde el principio me pareció una persona de fe muy despierta, inteligente, aguda, directa, muy humana, amable, vivaz, sensible, simpática, poética, inquieta, esperanzada, de humor muy fino, entrañable y familiar…
Desde 2006 a 2010 publiqué de Enrique algunos artículos suyos que me enviaba y subía a un blog: “En cristiano”. También le publiqué alguno en la sección de Opinión de “La Tribuna de Toledo”.
Cada año tengo la dicha de recibir de su parte, junto con libros interesantes de Edicep para ser donados a instituciones que lo necesiten, varios ejemplares de su colección de teatrillos “Mi abuelo y yo”, graciosamente ilustrados por Pilarín Bayés, cuyo último número lleva por título “Un Regalo Caído Del Cielo”. También todas las Pascuas de Resurrección nos llega su felicitación familiar. Y cada día su mensaje del santoral diario con una poesía y meditación suyas por WhatsApp…
El 28 de septiembre me llegó una carta suya sobre la novedad editorial “El diario de Martina”, de la Ed. Vocal de Lis. Hace poco la presentó en Madrid pero lamentablemente no pude asistir. Para compensarlo quería hacer algo, ayudarle a difundirla mediante una entrevista. No he querido dejar pasar más tiempo pues me iba llenando de más trabajo, reseñas y novedades. La suya tiene ni más ni menos que 447 páginas, y sigo en su lectura que tanto engancha por su personalidad fascinante y hace vibrar, para ver por dónde salta la liebre, como me dice él mismo en tono jocoso.
Enrique, pienso que todo el mundo tiene una dimensión o competencia espiritual, o como se quiera llamar. El sentido religioso de Martina, la protagonista, una mujer de setenta años, con cinco de viudedad, me parece que es superado en ocasiones por quienes la rodean, principalmente por el del que fuera su marido, Hugo, que ella llama “Hugonito”, al que siempre tiene presente. ¿Cuáles son los valores, y virtudes, que la caracterizan y cuáles son los que van ayudándola más en esa vida que va narrando?
Martina precisamente no tiene sentido espiritual religioso. Ella ha seguido de siempre a su marido que sí realmente lo tenía. Y lo ha seguido de rutina, por costumbre, ir a misa los domingos porque hace domingo, sin saber verdaderamente lo que es la Santa Misa y realmente lo que pasa. Es ahora, una vez viuda, descubre los valores que tenía su marido y que supo transmitir a su hija, y es cuando se lanza a la búsqueda de esos valores, a la búsqueda de esa fuerza que da la fe y esa alegría. Esa búsqueda de la fe será el hilo conductor de la novela, y le hará hacer cosas inverosímiles. Ella es una mujer muy mujer, sensible, sencilla, inteligente, sentimental, romántica, apasionada, que vibra y se estremece y se reconoce de lágrima fácil.
A lo largo de su primera novela vemos la búsqueda de Martina, de su vacío en los cinco años de viudedad, de sus meditaciones en el diario que escribe hasta el 3 de diciembre de 2009. Imaginamos estará lleno de significativos datos (lugares, detalles, palabras y gestos) para el autor, pero nos preguntamos: ¿Cuál ha sido el motor de esa búsqueda? ¿Hasta qué punto es autobiográfica del autor?
En ningún momento hay relatos biográficos conocidos. Es cierto que muchas señoras me contactan para decirme los diferentes momentos en que se han visto reflejadas, pero todo es pura coincidencia. Alguna incluso se ha desplazado desde un pueblo a Barcelona para contármelo de pe a pá, y llevaba por escrito, página y detalle. Otras me han remitido cartas de varias páginas para contármelo bien detallado. Esto me llena de una gran satisfacción ver que hay personas que se han entregado por completo a la lectura de Martina vibrando con ella.
Pasamos de José con una familia numerosa y muy cercana (de la colección de teatrillos “Mi abuelo y yo”) a Martina, una abuela también, pero viuda y con una sola hija, Anastasia. Además, en Nueva York. ¿Qué ha motivado ese cambio y por qué a partir de una experiencia en París? ¿Qué resonancias tiene esa mujer y ese lugar en la vida de Enrique Calicó? ¿Responde en algunos matices a alguien real que conoce o conoció?
El abuelo José de mis “Teatrillos” no tiene nada que ver con Martina. Dos cosas completamente diferentes, dos estilos, dos mundos. Los Teatrillos son unas obras de teatro navideño, con que, mi esposa y yo, venimos felicitando las Navidades, siempre secuencias diferentes en una misma familia. Este año ha sido el 22. Cada año bato mi propio record, je, je. Y si Dios quiere llegaré a los 25, y tendré que hacer algo especial. Pero ahora jubilado, no me podré permitir muchas cosas. En cambio, Martina es una novela, bastante extensa, más de 400 páginas. Ya había hecho cuentos, fábulas y novelas cortas, pero esta es la primera de gran recorrido. Todo empezó con una pregunta que hacía tiempo la tenía en la cabeza: “¿Qué hago yo aquí en París?" La puse en la boca de Martina y todo lo demás se fue construyendo sobre la marcha. Después de cinco años de total inactividad, decide escribir su diario para ella, para anotar sus reacciones y pensamientos, sus reflexiones. Y durante seis meses adquiere tal actividad que me desborda. Cada día me salía con cosas nuevas.
Se trata del libro más voluminoso que ha escrito. ¿Cuánto tiempo le ha llevado? ¿En qué tipo de lectores ha pensado? ¿Cuál es el principal mensaje que ha querido transmitir?
Sí, ya he dicho que es el libro más voluminoso que he escrito, bueno “Momentos de una vida” también hace su buen papel que fue mi primer libro y cuando terminé de escribirlo me dije, nunca más hago un libro. Y contando los teatrillos, los de oración, las fábulas, etc., Martina es el libro impreso treinta. Casi no me lo creo. Me costó escribirlo, seis meses, todo un invierno. Para mi mucho tiempo, y es que tenía que comprobar que mi memoria no me fallara y repasar nombres y lugares, ya que Martina no cesa en viajar, visitar museos, fiestas populares, y más detalles.
¿Qué mensaje? Está muy claro. Que en la vida no nos tenemos que abandonar, hay que luchar, sea la edad que sea ni el estado en que nos encontremos, mucho más los que han tenido la desgracia de quedarse viudos o viudas. Cualquier edad es buena para amar y desvivirse por los demás. Ella busca y tiene la esperanza de que quien busca encuentra.
¿Por qué ha elegido al Cottolengo como destinatario de un euro por cada libro vendido? ¿Qué le diría Martina de ese gesto?
Fue sugerencia de la Editorial y me pareció una magnífica idea. El Cottolengo precisamente porque tenía un amigo, el P. París SJ que ya falleció, que estuvo muy entregado a estas personas discapacitadas. ¿Qué diría Martina? Estaría encantada, precisamente ella que decide ir un día a la semana a la residencia de inválidos donde reside Ginés, su amigo de juventud.