Viernes, 10 de mayo de 2024

Religión en Libertad

Guatemala, Venezuela y Colombia, ejemplos extremos

Estudio en 67 países: la religión buenista, sin infierno, no es eficaz contra el crimen

En todo el mundo, la gente tiende a creer más en el Cielo que en el Infierno, pero allí donde menos se cree en la condenación eterna más crimen se produce, incluso si se tienen en cuenta variables socioeconómicas y perfiles psicológicos. Lo ha estudiado la Universidad de Oregón.

Pablo J. Ginés/ReL

Una mujer contempla el cielo
Una mujer contempla el cielo
Una encuesta del CIS en 2002 señalaba que un 39% de los españoles están convencidos de que existe el Cielo, pero sólo un 23% cree que existe el Infierno.

Así sucede en casi todo el mundo: sea en países musulmanes, católicos, protestantes u ortodoxos, la gente cree más en el Cielo que en el Infierno.

Así lo demuestran las encuestas del World Values and European Values Survey, realizadas en varias oleadas (años 1981–1984, 1990–1993, 1994–1999, 1999–2004 y 2005–2007).

Las únicas excepciones sobre 67 países estudiados son Taiwán (sintoísta y capitalista) y Vietnam (budista y comunista), donde hay una ligera mayor creencia en el infierno que en un paraíso tras la vida terrena.

Y los 8 países que creen tanto en el Cielo como el Infierno, en igualdad exacta, son todos musulmanes (Turquía, Pakistán, Indonesia, etc...).

El buenismo, ineficaz con el crimen
El nuevo descubrimiento es que la religión "buenista", la que propone el Cielo pero oculta el Infierno, es poco eficaz contra el crimen y el comportamiento antisocial: de hecho, incluso parece fomentarlo. En cambio, en los países con una fuerte creencia en el Infierno, se produce menos crimen.

Esto es lo que afirma un primer estudio de correlaciones estadísticas que ha realizado la Universidad de Oregón, aparecido en la Public Library of Science Journal PLoS ONE. Esta universidad tiene en marcha un "Laboratorio de Cultura y Moralidad" para realizar estos estudios.

Así, Venezuela y Guatemala son los dos países donde más se cree en el Cielo, menos se cree en el Infierno y más crimen hay. Por el contrario, las mencionadas Vietnam y Taiwán, más convencidas del Infierno que del Cielo, son los países con menores tasas criminales.

Estos son los casos extremos, pero el dato se reproduce como una tendencia en los 67 países estudiados. Por ejemplo, Colombia es el cuarto país con mayores índices de criminalidad según este estudio (después de Venezuela, Guatemala y Zambia)... y el país que más cree en el Cielo sobre el Infierno (un 38% más creen en el castigo eterno que en la eterna felicidad con Dios).

España está justo en medio de la tabla: ni hay demasiado crimen, ni se cree demasiado poco en el infierno. Es el centro estadístico mundial en este tema.

Teniendo en cuenta más variables, lo mismo
Por supuesto, para medir esta relación "crimen-creencia tras la muerte" se han tenido en cuenta distintas variables. Por ejemplo, se han establecido 9 crímenes bien concretos: asalto, crímenes de motor, tráfico de drogas, homicidio, tráfico de personas, secuestro, violación y robo (usando datos de la Oficina de Naciones Unidas para el Crimen, UNODC). Se han medido también otros elementos: la asistencia a servicios religiosos (una creencia puede ser muy tibia si no se practica), la tasa de población presa, el PIB por cápita, la esperanza de vida, la tasa de urbanismo frente a población rural, la creencia en Dios y el tipo de personalidad más común que se relaciona con crímenes en otros estudios (hay tres tipos de personalidad que aumentan la tasa de criminalidad: la falta de consciencia, la neurótica y la "agreeableness", que no busca encajar en la sociedad).

Una vez se ha tenido todo esto en cuenta, se sigue verificando la tesis del estudio: si hay mucha creencia en Cielo y poca en el Infierno, hay más crimen.

O dicho de otra forma: para usar la religión como forma de disuasión del crimen, lo realmente eficaz es que esa religión consiga convencer a los creyentes del infierno. Se confirmaría así el cínico comentario de Voltaire: "yo no creo en Dios pero requiero que mis trabajadores lo hagan". Pero lo específicamente útil contra hurtos, estafas, etc... no es creer  en Dios, sino en el Infierno. 

Infierno no es miedo
Eso no significa necesariamente que mantenga a los creyentes "asustados". C. S. Lewis ya decía en sus libros que el miedo es una emoción (también al infierno) y las emociones son volubles: uno no puede estar continuamente asustado. Pero sí puede ser precavido.

Por otra parte, el estudio no dice nada sobre la felicidad de los países estudiados: un país podría estar convencido de la existencia del Infierno y ser muy feliz; o al revés, estar convencido de la existencia sólo del Cielo, sufrir mucho crimen y, pese a ello, contar con una gran tasa de felicidad (medir la felicidad es otro reto de los sociólogos).

En laboratorio se descubre lo mismo
El director del estudio de la Universidad de Oregón, el psicólogo Azim F. Shariff, señala que la estadística global confirma algo que se había estudiado ya en laboratorio: las personas que declaraban creer en una divinidad que juzga y observa y creen en un castigo se comportan con más ética cuando creen no ser observados que los que creen en una divinidad generosa y benévola, que aprovechan para hacer trampas en las pruebas a las que se les somete en experimentos.

A nivel pastoral en las comunidades cristianas, eso no debe significar necesariamente que haya que predicar un Dios Juez Implacable. Entre el Juez Implacable y el Abuelito Que Todo Lo Consiente está el Padre que Educa, un modelo pastoral que quizá en una sociedad de padres ausentes o débiles es más difícil de proponer, pero que nace de la predicación misma de Jesucristo.
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