Una visita al Cardenal Segura en Roma (2)
Hace dos días pusimos la primera parte de la crónica de Antolín Cavada, se trataba de una visita privada al Cardenal Segura, tras peregrinar a Roma. La fecha del artículo, publicado en El Castellano, es la del 27 de junio de 1933, y la crónica concluye así:
«En la pequeña y humildica iglesia de su título cardenalicio -Santa Maria in Trastevere- ha restablecido la costumbre, tanto tiempo seguida por él en Toledo: la fiesta sabatina en honor de la Santísima Virgen. La primera vez que habló al pueblo, en un modesto sillón, desde el centro de la iglesia, la gente se quedó maravillada. Los cardenales romanos guardan, desde siempre, un estrecho protocolo, exigido por su altísima función y la elevada dignidad que ostentan. Mas nuestro Cardenal se sentía harto atado en su labor por estas ceremonias y se ha hecho el más humilde de todos para poder hacer grandes a todos sus pobres y necesitados.
Detalle del mosaico "San Pedro encomendando a Bertoldo Stefanschi a la Virgen" (12961300). Santa Maria in Trastevere, Roma.
La noticia de las pláticas sabatinas del cardenal, pronunciadas con esa unción evangélica que envuelve siempre las palabras, encendidas en tan íntimos amores marianos, circuló rápidamente por toda Roma. Hoy la iglesia de Santa María se llena materialmente todos los sábados de fieles, deseosos de escuchar al santo y humilde cardenal español. Según confesión del propio Cardenal, sábados ha habido en que acudieron a oírle más de tres mil personas, entre las que figura lo más distinguido de la Roma aristocrática.
Después de exponernos con tierna solicitud la triste situación de sus pobres, gráficamente denominados por los romanos fratrati, el prelado nos recordó a España, a la patria tan querida, tan presente, viva en su recuerdo y en su corazón. Manifestó su esperanza de una reafirmación de la fe católica, que flotaba sobre las cosas y la vida pública sin raíces hondas.
-La persecución -dijo- hace más serena nuestra vida interior, más firmes cuanto más incomprendidas o menospreciadas nuestras convicciones. La persecución es lluvia que lleva muchas suciedades y purifica muchas impurezas. Por eso yo confío en que España volverá por su fe, negada, pero viva en el corazón del pueblo.
En las palabras del Cardenal no se refleja un solo punto de amargura. Habla tan serenamente, tan generosamente, con tanto espíritu de perdón y tan santa conformidad, que nos sentimos ganados por este sentimiento patriótico que se convierte en veneración a la patria lejana, tanto más rendido y tierno cuanto más viva es la ingratitud y la injusticia. Nosotros perdimos a un gran apóstol; pero le ganó Roma, más fervoroso y más entregado al fuego de su caridad enternecida en la gran hoguera de sus dolores.
Luego, el Doctor Segura nos habló de nuestra Montaña -su patria adoptiva, según confiesa-. En Comillas cursó sus estudios eclesiásticos; en Comillas fue consagrado obispo, y mil veces recorrió en su juventud los caminos floridos de Cantabria.
La Universidad Pontificia de Comillas (Cantabria) protestando contra la ley exclaustradora de las Cortes. Era el 31 de enero de 1932.
-Después de Burgos, mi tierra natal -exclama-, la provincia que más quiero, tal vez por ser la que más conozco, es la de Santander.
La conversación, que ha durado una hora, deriva por cauces de interés particular, en un estilo llano, familiar, y en ella intervienen cuantos figuran en el grupo recibido por su eminencia. Con verdadero sentimiento nos pusimos en pie, después de solicitar la bendición cardenalicia del purpurado, para abandonar este lugar recoleto y español. Nos sangraba el corazón al separarnos de este venerable prelado español, que ha levantado en Roma un altar de caridad para todos aquellos fratrati, que se incorporan luego al recuerdo de sus pobres de España, para llenar de ternuras toda su existencia»
«En la pequeña y humildica iglesia de su título cardenalicio -Santa Maria in Trastevere- ha restablecido la costumbre, tanto tiempo seguida por él en Toledo: la fiesta sabatina en honor de la Santísima Virgen. La primera vez que habló al pueblo, en un modesto sillón, desde el centro de la iglesia, la gente se quedó maravillada. Los cardenales romanos guardan, desde siempre, un estrecho protocolo, exigido por su altísima función y la elevada dignidad que ostentan. Mas nuestro Cardenal se sentía harto atado en su labor por estas ceremonias y se ha hecho el más humilde de todos para poder hacer grandes a todos sus pobres y necesitados.
Detalle del mosaico "San Pedro encomendando a Bertoldo Stefanschi a la Virgen" (12961300). Santa Maria in Trastevere, Roma.
La noticia de las pláticas sabatinas del cardenal, pronunciadas con esa unción evangélica que envuelve siempre las palabras, encendidas en tan íntimos amores marianos, circuló rápidamente por toda Roma. Hoy la iglesia de Santa María se llena materialmente todos los sábados de fieles, deseosos de escuchar al santo y humilde cardenal español. Según confesión del propio Cardenal, sábados ha habido en que acudieron a oírle más de tres mil personas, entre las que figura lo más distinguido de la Roma aristocrática.
Después de exponernos con tierna solicitud la triste situación de sus pobres, gráficamente denominados por los romanos fratrati, el prelado nos recordó a España, a la patria tan querida, tan presente, viva en su recuerdo y en su corazón. Manifestó su esperanza de una reafirmación de la fe católica, que flotaba sobre las cosas y la vida pública sin raíces hondas.
-La persecución -dijo- hace más serena nuestra vida interior, más firmes cuanto más incomprendidas o menospreciadas nuestras convicciones. La persecución es lluvia que lleva muchas suciedades y purifica muchas impurezas. Por eso yo confío en que España volverá por su fe, negada, pero viva en el corazón del pueblo.
En las palabras del Cardenal no se refleja un solo punto de amargura. Habla tan serenamente, tan generosamente, con tanto espíritu de perdón y tan santa conformidad, que nos sentimos ganados por este sentimiento patriótico que se convierte en veneración a la patria lejana, tanto más rendido y tierno cuanto más viva es la ingratitud y la injusticia. Nosotros perdimos a un gran apóstol; pero le ganó Roma, más fervoroso y más entregado al fuego de su caridad enternecida en la gran hoguera de sus dolores.
Luego, el Doctor Segura nos habló de nuestra Montaña -su patria adoptiva, según confiesa-. En Comillas cursó sus estudios eclesiásticos; en Comillas fue consagrado obispo, y mil veces recorrió en su juventud los caminos floridos de Cantabria.
La Universidad Pontificia de Comillas (Cantabria) protestando contra la ley exclaustradora de las Cortes. Era el 31 de enero de 1932.
-Después de Burgos, mi tierra natal -exclama-, la provincia que más quiero, tal vez por ser la que más conozco, es la de Santander.
La conversación, que ha durado una hora, deriva por cauces de interés particular, en un estilo llano, familiar, y en ella intervienen cuantos figuran en el grupo recibido por su eminencia. Con verdadero sentimiento nos pusimos en pie, después de solicitar la bendición cardenalicia del purpurado, para abandonar este lugar recoleto y español. Nos sangraba el corazón al separarnos de este venerable prelado español, que ha levantado en Roma un altar de caridad para todos aquellos fratrati, que se incorporan luego al recuerdo de sus pobres de España, para llenar de ternuras toda su existencia»
ANTOLÍN CAVADA
Santander.
Santander.
Comentarios
¡No te pierdas las mejores historias de hoy!
Suscríbete GRATIS a nuestra newsletter diaria
