Viernes, 26 de abril de 2024

Religión en Libertad

Jesús Salvador

ReL

86 ¿Por qué Jesús no se manifestó nunca en público a lo largo de treinta años de su vida?

Jesús quería compartir con nosotros su vida y santificar con ello nuestra vida cotidiana. [531-534, 564]

Jesús fue un niño que recibió de sus padres amor y afecto y fue educado por ellos. De este modo creció «en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres» (Le 2,51-52); perteneció a una comunidad rural judía y participó en los rituales religiosos; aprendió un oficio artesanal y tuvo que mostrar en él sus capacidades. El hecho de que Dios quisiera en Jesús nacer en una familia humana y crecer en ella, ha hecho de la familia un lugar de Dios y la ha convertido en prototipo de la comunidad solidaria.

87 ¿Por qué Jesús se dejó bautizar por Juan, aunque no tenía pecado?

Bautizar significa sumergir. En su bautismo, Jesús se sumergió en la historia de pecado de toda la humanidad. Con ello instituyó un signo. Para redimirnos de nuestros pecados sería sumergido un día en la muerte, pero por el poder de su Padre sería despertado de nuevo a la vida. [535-537, 565]

Los pecadores —soldados, prostitutas, publicanos— salían al encuentro de Juan el Bautista, porque buscaban «el bautismo de conversión para perdón de los pecados» (Le 3,3). En realidad, Jesús no necesitaba este bautismo, pues él no tenía pecado. El hecho de que se sometiera a este bautismo nos demuestra dos cosas. Jesús toma sobre sí nuestros pecados. Jesús ve su bautismo como anticipación de su Pasión y su Resurrección. Ante este gesto de su disponibilidad a morir por nosotros, se abre el cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado» (Le 3,22b).

88 ¿Por qué fue tentado Jesús? ¿Acaso podía ser tentado realmente?

A la verdadera humanidad de Jesús pertenece la posibilidad de ser tentado. Pues en Jesús no tenemos un salvador «incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo, como nosotros, menos en el pecado» (Heb 4,15). [538-540, 566]

89 ¿A quién promete Jesús el «reino de Dios»?

Dios quiere «que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1 Tim 2,4). El «reino de Dios» comienza en las personas que se dejan transformar por el amor de Dios. Según la experiencia de Jesús son sobre todo los pobres y los pequeños. [541-546, 567]

Incluso las personas que están alejadas de la Iglesia encuentran fascinante que Jesús, con una especie de amor preferencial, se dirija primero a los excluidos sociales. En el sermón de la montaña son los pobres y los que lloran, las víctimas de la persecución y de la violencia, todos los que buscan a Dios con un corazón puro, todos los que buscan su misericordia, su justicia y su paz, los que tienen un acceso preferente al reino de Dios. Los pecadores son especialmente invitados: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Mc 2,17).

Entre los pecadores y los justos hay comunión; porque en realidad no hay ni un solo justo. GERTRUDVON LE FORT (1876-1971, escritora alemana)

Cada día el cristiano debe librar un combate que se asemeja al que Cristo libró en el desierto de Judea, donde durante cuarenta días fue tentado por el diablo. [...] Se trata de un combate espiritual, dirigido contra el pecado y en definitiva contra Satanás. Es un combate que implica a toda la persona y que exige una vigilancia atenta y constante. BENEDICTO XVI, 01.03.2006

Jesús dice de su Padre: «Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, ya los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor». Lc 4,18-19

En ningún lugar del mundo ha sucedido un milagro tan grande como en la cueva de Belén: aquí se han unido Dios y el hombre. TOMÁS DE KEMPIS (1379/1380-1471, místico alemán, autor de Imitación de Cristo)

Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablara los mudos».

90 ¿Hizo Jesús milagros o son sólo cuentos piadosos?

Jesús hizo verdaderos milagros, así como los APÓSTOLES. LOS autores del Nuevo Testamento se refieren a sucesos reales. [547-550]

Ya las fuentes más antiguas nos informan de numerosos milagros, incluso de resurrecciones de muertos, como confirmación del anuncio de Jesús: «Pero si yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, es que ha llegado a vosotros el reino de Dios» (Mt 12,28). Los milagros sucedieron en lugares públicos, las personas afectadas eran conocidas a veces incluso por su nombre, por ejemplo el ciego Bartimeo (Me 10,46-52) o la suegra de Pedro (Mt 8,14-15). También hubo milagros que representaban para el entorno judío delitos escandalosos (por ejemplo la curación de un paralítico en SÁBADO, la curación de Leprosos), y que, sin embargo, no fueron negados por los judíos contemporáneos de Jesús.

91 ¿Por qué hizo Jesús milagros?

Los milagros que hizo Jesús eran signos del comienzo del reino de Dios. Eran expresión de su amor a los hombres y confirmaban su misión. [547-550]

Los milagros de Jesús no eran una representación mágica. Él estaba lleno del poder del amor salvífico de Dios. Por medio de los milagros, Jesús muestra que es el Mesías y que el reino de Dios comienza en él. De este modo se podía experimentar el inicio del nuevo mundo: liberaba del hambre (Jn 6,5-15), de la injusticia (Lc 19,8), de la enfermedad y la muerte (Mt 11,5). Mediante la expulsión de demonios comenzó su victoria contra el «príncipe de este mundo» (Jn 12,31; se refiere a Satanás). Sin embargo, Jesús no suprimió toda desgracia y todo mal de este mundo. Se fijó especialmente en la liberación del hombre de la esclavitud del pecado. Le importaba ante todo la fe que suscitaba a través de los milagros.  241-242

92 ¿Para qué llamó Jesús a los apóstoles?

Jesús tenía un gran círculo de discípulos a su alrededor, eran hombres y mujeres. De ese círculo elige a doce hombres, a los que llamó APÓSTOLES (Lc 6,12- 16). Los apóstoles recibieron de él una formación especial y diferentes tareas: «y los envió a proclamar el reino de Dios y a curar» (Le 9,2). Jesús llevó consigo sólo a estos doce apóstoles a la última cena, donde les encargó: «Haced esto en memoria mía» (Lc 22,19b). [551-553,567]

Los apóstoles se convirtieron en testigos de la Resurrección y garantes de su verdad. Después de la muerte de Jesús continuaron su misión. Eligieron a sucesores para su ministerio: los OBISPOS. Los sucesores de los apóstoles ejercen en nuestros días los poderes otorgados por Jesús: gobiernan, enseñan y celebran los misterios divinos. La unión de los apóstoles se convirtió en el fundamento de la unidad de la Iglesia (SUCESIÓN APOSTÓLICA). Entre los Doce destaca una vez más Pedro, a quien Jesús le otorgó una autoridad especial: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16,18). En esta posición especial de Pedro entre los apóstoles tiene su origen el ministerio del Papa.

93 ¿Por qué se transfiguró Jesús en el monte?

El Padre quería manifestar ya en la vida terrena de Jesús la gloria divina de su Hijo. La Transfiguración de Cristo tenía que ayudar después a los discípulos a comprender su muerte y resurrección. [554-556, 568]

Tres evangelios relatan cómo Jesús, en la cumbre de un monte, a la vista de sus discípulos, comienza a brillar (se «transfigura»). La voz del Padre celestial llama a Jesús «el Hijo amado», a quien hay que escuchar. Pedro quiere «hacer tres tiendas» y retener el momento. Pero Jesús está en camino hacia su Pasión. Se trata sólo de fortalecer a sus discípulos.

Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Jn 20,2lb

Cuando se tiene la gracia de vivir una fuerte experiencia de Dios, es como si se viviera algo semejante a lo que les sucedió a los discípulos durante la Transfiguración: por un momento se gusta anticipadamente algo de lo que constituirá la bienaventuranza del paraíso. En general, se trata de breves experiencias que Dios concede a veces, especialmente con vistas a duras pruebas. BENEDICTO XVI, 12.03.2006

Y comenzó a instruirlos: «E Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas». Mc 8,31

94 ¿Sabía Jesús que iba a morir cuando entró en Jerusalén?

Sí. Jesús había anunciado en tres ocasiones su Pasión y su Muerte, antes de dirigirse consciente y voluntariamente (Lc 9,51) al lugar de su Pasión y de su Resurrección. [557-560, 569-570]

Y empezó a decirles lo que le iba a suceder: «Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará». Mc 10,33-34 Y cuando llegó La hora, se sentó a la mesa y los apóstoles con él y les dijo: «Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en el reino de Dios». Lc 22,14-16

95 ¿Por qué eligió Jesús la fecha de la fiesta judía de la Pascua para su Muerte y Resurrección?

Jesús eligió la fiesta de la Pascua de su pueblo como símbolo de lo que iba a suceder con él en la Muerte y Resurrección. Al igual que el pueblo de Israel fue liberado de la esclavitud de Egipto, así también nos libera Cristo de la esclavitud del pecado y del poder de la muerte. [571-573]

La fiesta de la Pascua era la fiesta de la liberación de Israel de la esclavitud en Egipto. Jesús subió a Jerusalén para liberarnos a nosotros de un modo aún más hondo. Celebró con sus discípulos el banquete de la Pascua. Durante esta celebración él mismo se convirtió en cordero pascual. Como «nuestra víctima pascual» (1 Cor 5,7b) ha sido inmolado, para, de una vez para siempre, establecer la reconciliación definitiva entre Dios y los hombres.

96 ¿Por qué se condenó a un hombre de paz como Jesús a morir en la cruz?

Jesús colocó a su entorno ante una cuestión decisiva: o bien él actuaba con poder divino, o bien era un impostor, un blasfemo, un infractor de la ley, y debía rendir cuentas por ello según la ley. [574-576]

En muchos aspectos Jesús fue una provocación única para el judaísmo tradicional de su tiempo. Perdonaba pecados, lo que sólo puede hacer Dios; relativizaba el mandamiento del sábado; se hacía sospechoso de blasfemia y se le reprochaba ser un falso profeta. Para todos estos delitos la ley preveía la pena de muerte.

97 ¿Son culpables los judíos de la muerte de Jesús?

Nadie puede atribuir a «los judíos» una culpa colectiva en la muerte de Jesús. Lo que la Iglesia confiesa con certeza, por el contrario, es la responsabilidad de todos los pecadores en la muerte de Jesús. [597-598]

El anciano profeta Simeón predijo que Jesús llegaría a ser «signo de contradicción» (Lc 2,34b). Existió el rechazo decidido de Jesús por parte de las autoridades judías, pero entre Los fariseos, por ejemplo, hubo también partidarios secretos de Jesús, como Nicodemo y José de Arimatea. En el proceso de Jesús estuvieron implicadas diferentes personas y autoridades romanas y judías (Caifas, Judas, el Sanedrín, Herodes, Poncio Pilato), cuya culpa individual sólo Dios conoce. La tesis de que todos los judíos de entonces o los que viven actualmente sean culpables de la muerte de Jesús es absurda y no se sostiene según la Biblia.

98 ¿Quería Dios la muerte de su propio Hijo?

No se llegó a la muerte violenta de Jesús por desgraciadas circunstancias externas. Jesús fue «entregado conforme al plan que Dios tenía establecido y previsto» (Hch 2,23). Para que nosotros, hijos del pecado y de la muerte, tengamos vida, el Padre del Cielo «a quien no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro» (2 Cor 5,21). La grandeza del sacrificio que Dios Padre pidió a su Hijo corresponde sin embargo a la grandeza de la entrega de Cristo: «Y ¿qué diré?: 'Padre, líbrame de esta hora'. Pero si por esto he venido, para esta hora» (Jn 12,27). Por ambas partes se trata de un amor que se demostró hasta el extremo en la Cruz. [599-609, 620]

Para librarnos de la muerte, Dios se lanzó a una misión arriesgada: introdujo en nuestro mundo de muerte una «medicina de la inmortalidad» (san Ignacio de Antioquía): su Hijo Jesucristo. El Padre y el Hijo eran aliados inseparables en esta misión, dispuestos y deseosos de asumir sobre sí lo máximo por amor al hombre. Dios quería llevar a cabo un intercambio para salvarnos para siempre. Quería darnos su vida eterna, para que gocemos de su alegría, y quería sufrir nuestra muerte, nuestra desesperación, nuestro abandono, para estar en comunión con nosotros en todo. Para amarnos hasta el final y más allá. La muerte de Cristo es la voluntad del Padre, pero no su última palabra. Desde que Cristo murió por nosotros, podemos cambiar nuestra muerte por su vida

Y los demonios no son los que le han crucificado; eres tu quien con ellos lo has crucificado y lo sigues crucificando todavía, cuando te deleitas en lo vicios y en los pecados. SAN FRANCISCO DE ASÍS

Sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Jn 13,1

Fuera de la cruz no hay otra escala por donde subir al cielo. SANTA ROSA DE LIMA (1586-1617, patrona de Perú, primera santa de América)

Dios no ha venido a impedir el dolor. Ni siquiera ha venido para explicarlo, sino que ha venido para llenarlo con su presencia. PAUL CLAUDEL

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis 'el Maestro y el Señor', y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis». Jn 13,12-15

En cierto sentido podemos decir que precisamente la Última Cena es el acto fundacional de la Iglesia, porque Cristo mismo se entrega y de este modo crea una nueva comunidad, una comunidad unida en la comunión con él mismo. BENEDICTO XVI, 15.03.2006

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