Viernes, 29 de marzo de 2024

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Santa Apolonia de Alejandría, mártir.

Ramón Rabre

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Le arrancan los dientes a Apolonia.
Le arrancan los dientes a Apolonia.

Santa Apolonia de Alejandría, mártir. 9 de febrero.

Historia.

"La persecución entre nosotros no comenzó con el edicto imperial, sino que se le adelantó un año entero. Un adivino y hacedor de maldades de esta ciudad tomó la delantera, azuzando contra nosotros a las turbas paganas y encendiendo su ingénita superstición. Excitados por él y con las riendas sueltas para cometer toda clase de atrocidades, no hallaban otra manera de mostrar su piedad para con sus dioses sino asesinándonos a nosotros. (…) También prendieron a la admirable virgen anciana ya, Apolonia, a la que rompiéndole a golpes todos los dientes, le destrozaron las mejillas. Encendiendo en fin una hoguera a la entrada de la ciudad, la amenazaban abrasarla viva, si no repetía a coro con ellos las impías blasfemias lanzadas a gritos de pregón. Ella, habiendo rogado le dieran un breve espacio de tiempo, apenas se vio suelta, saltó precipitadamente sobre el fuego y quedó totalmente abrasada".

Con estas palabras escribe en 249 San Dionisio de Alejandría (17 de noviembre) a Fabio, obispo de Antioquía una carta (que Eusebio recoge en su Historia Eclesiástica. 6, 41), para contar lo sucedido con el motín que causó la muerte a varios cristianos, entre ellos Apolonia. San Agustín, que habla de Apolonia, no justifica su acto suicida, salvo pensando que haya tenido un impulso del Espíritu Santo para demostrar a los paganos que más valía ofrecer la vida por Cristo que conservarla. Y esto, y no más podemos decir en cuanto a la historia de Santa Apolonia. Además de ella, padecieron los santos Serapión, Metras, Quinta, Amonaria, Mercuria y Dionisia.

Leyenda.
Y con esto bastaría, pero la devoción ya sabemos cómo es, que no se contenta con la parca historia, sino que necesita de la exuberante leyenda. Hay ciertas fábulas muy tardías sobre Apolonia que se difundieron a partir del siglo X, que dicen que había en Alejandría un matrimonio sin hijos que prometieron a María dedicarle su hija si les concediese una. La obtienen por milagro; la niña crece y al saber su milagroso origen quiere bautizarse y lo logra por San Leonino (2 de mayo), discípulo de San Antonio Abad (17 de enero). En el bautismo un ángel le manda a predicar a Alejandría, donde los ídolos se rompen al oír su voz, y confiesan que ella les atormenta. Decio comienza a perseguir a los cristianos y el mercenario Divinus es el primero en alentar contra los cristianos (y en esta parte la leyenda se parece a la carta de Dionisio). Apresada Apolonia, comienzan a “arrancarle” los dientes (este arrancar pasó al arte, obviando la verdad) mientras la amenazaban con lanzarla a la hoguera. Apolonia pide tiempo para pensárselo y se lanza a la hoguera, como ya sabemos. Unos cristianos recogieron sus reliquias calcinadas y las enterraron.

Culto y patronatos.
Oriente no veneró a Apolonia como mártir, ni fue incluida en los menologios antiguos. El primero en incluirla oficialmente es Usuardo en el siglo IX. El primer templo dedicado a su memoria es el de Misilmeri, Palermo, en 1123.En 1260 el Beato Santiago de la Vorágine (13 de julio) la incluye en la "Leyenda Áurea", mezclando el testimonio de Dionisio con las leyendas. Y este puede considerarse el punto de expansión de la devoción a Santa Apolonia, desvirtuada desde el origen. Múltiples altares, imágenes y devociones se extendieron, principalmente para invocarla contra los dolores de muelas. Reliquias suyas, especialmente muelas, se hallan por toda Europa y América, siendo presumiblemente falsas. Es así como Apolonia, una mujer real, nacida en un tiempo preciso, diaconisa, con las funciones propias de ellas. Estas eran preparar los bautismos, enseñar la doctrina a las mujeres, visitar a los pobres, organizar el cuidado y tal vez la administración de los libros y vasos sagrados) fue suprimida del calendario por el cúmulo de leyendas y reliquias falsas. O sea, que lo que le dio gloria durante un tiempo largo, al final "le pasó factura" eliminándola del Calendario Universal, como si fuera una invención piadosa. Afortunadamente, esto no tiene por qué ser definitivo, pues en 2005, Santa Catalina de Alejandría (25 de noviembre), de amplia leyenda, volvió al calendario como "memoria libre", así que esperemos que un día vuelva Apolonia.

La iconografía de Santa Apolonia es bastante repetitiva: Lleva unas tenazas con un diente que, más aludir al martirio, que ya vimos fue con una piedra, alude la versión popular del martirio, que habla de arrancamiento de dientes, y a la par recuerda el patronato sobre los dentistas, y contra los dolores de muelas. Además, es patrona de los dentistas, técnicos dentales. Es invocada contra el dolor de muelas, dolor de cabeza, congestión nasal y la pérdida de dientes. Suele verse como una chica joven, y con esto pasamos a un apartado interesante:

“Presbytera virginis”.
En su carta Dionisio la llama "presbytera virginis", lo que se traducía comúnmente como “virgen anciana”, aludiendo a una edad avanzada (aunque la iconografía pasa de ello), pero en realidad ha de ser traducido como "virgen presbítera", es decir, diaconisa. Se usa el símil presbítero-anciano, que no corresponde a edad física, sino ascendiente moral en la comunidad. Entonces, ¿era una joven diaconisa? Pues hay que verlo desde varios puntos de vista.

El hecho es que los artistas occidentales siempre han pintado las vírgenes mártires jovencitas y hermosas. Eso de una virgen anciana, como que no tiene "mérito", pues parecería que ya no defendía la castidad, cosa que, por otro lado, se ha sobrevalorado en las actas de martirios, y la misma Apolonia es ejemplo de cómo eso no era lo principal en un linchamiento que terminaría en martirio. También es evidente que los artistas se han copiado unos de otros muchas veces, siguiendo un canon más o menos estable en las santas vírgenes: juventud y belleza. Mientras que Occidente pinta a todos los santos bellos; Oriente, hace todo lo contrario, no pinta belleza física. El término “diaconisa”, tampoco convenía a los ansiosos de borrar que, efectivamente, la Iglesia tuvo diaconisas en sus orígenes, y mucho tiempo después. Por lo tanto, "anciana" en cuanto a edad era mejor que "presbítera", que en fondo significarían lo mismo, pero al vulgo le chocaría eso de una presbítera. No olvidemos que en épocas pasadas, en la Sagrada Escritura, se cambió "Febes, diaconisa", por "Febo, diácono" (Santa Febes de Corinto, 3 de septiembre).

Apolonia se representa joven y hermosa, para acentuar la gloria de su virginidad (si es anciana, parecería que no le queda más remedio). Son tópicos machistas y lo que se le quiera llamar, pero es la realidad de nuestro mundo. Es evidente que no era una jovencilla, pues para ser diaconisa se debía tener lo menos 60 años, según la ley del apóstol San Pablo: “que la viuda que sea inscrita en el catálogo de las viudas no tenga menos de sesenta años, haya estado casada una sola vez” (1 Tim. 5, 9), observada en la iglesia primitiva. En el siglo IV aún se cumplía esta ley, aunque con concesiones particulares, como se desprende de las palabras de San Basilio Magno (2 de enero y 14 de junio): “si la viuda de sesenta años quisiere tener varón, sea excomulgada hasta que se haya separado de su impureza, pero si nosotros la hemos hecho diaconisa antes de los sesenta años, la culpa será nuestra y no de la mujer”. Casi 100 años después, el Concilio de Calcedonia, en 451, fijaría la edad para ser ordenada diaconisa en 40 años, fuese virgen consagrada o viuda la candidata. El I Concilio de Nicea las elevaría al mismo rango que el clero, pero sin conceder validez sacramental a la ordenación, pero el de Orange, en 441 cambió la ordenación por una bendición especial, al nivel de los seglares. Progresivamente fueron desapareciendo hasta dejar de existir en el siglo XII. En Oriente desaparecieron en el XIII, pero las esposas de los diáconos conservan este título.


Fuentes:
-"Vidas de los Santos". Tomo II. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD. 1914.
-"Diccionario de Teología". Tomo II. Madrid, 1946.
-"Diccionario de Derecho Canónico". I.P.NIETO. Madrid, 1947.
-"Nuevo Año Cristiano". Tomo 8. Editorial Edibesa, 2001.

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