Jueves, 28 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Tiene un niño Down; al principio se asustó, hoy lo adora

Samantha Vallejo-Nágera, cocinera y jurado estrella de «Masterchef»: «Yo nunca abortaría»

Samantha, con sus hijos, en su programa de Canal Cocina
Samantha, con sus hijos, en su programa de Canal Cocina

Álvaro de Juana / ReL

Desde hace ya dos meses, los martes por la noche esta afamada chef española se cuela en los hogares de miles de españoles a través de la pequeña pantalla de la mano del programa “Masterchef”, que cada semana bate su récord de audiencia en La1 de TVE.

En junio de 2013 está obteniendo una media del 21,6% de share, superando los 4 millones de espectadores. Todo un récord de audiencia para un formato que se estrenó débil en España, pero que ha cogido fuerza y se muestra imparable.

Los cocineros ante el jurado
El programa es un “talent show” culinario, un concurso de cocineros anónimos que compiten entre sí con una serie de pruebas en las que tienen que elaborar diferentes platos con un límite de tiempo y bajo la atenta mirada de tres prestigiosos chefs nacionales.

Uno de estos “implacables” jueces es Samantha Vallejo-Nágera, conocida por muchos como “Samantha de España” por el catering que fundó con el mismo nombre en 1995.

Se ha formado en los mejores restaurantes del mundo: Londres, Lyon, Nueva York y España, entre otros lugares. Pero, dice, lo mejor que le ha pasado en la vida es su tercer hijo, que tiene síndrome de Down.



Del paisajismo a la cocina

Samantha, prima de la conocida escritora católica María Vallejo-Nágera y hermana de Colate, ex de la cantante Paulina Rubio, ha defendido la vida en numerosas ocasiones.

Nunca pensó dedicarse a la cocina, y por eso inició sus estudios de paisajismo y fue formándose como decoradora hasta que “por una apuesta tonta” su vida dio un giro radical.

“Estaba con Moppi Horcher –cocinero y dueño del prestigiosos restaurante Horcher– cenando en casa de mi madre, en Pedraza, y él, a quien adoro, empezó a meterse conmigo: ‘No sabes lo que es trabajar duro, como he trabajado yo toda mi juventud’. Y yo le decía que se equivocaba, que aguantaba lo que fuera. ‘¿Ah, sí?’ ‘Pues te quiero ver el lunes con un gorro bajo de cocinera en Horcher’ (uno de los mejores restaurantes de Madrid). Y ese lunes me levanté, me compré un uniforme de cocinera y aparecí en Horcher, chula de mí. Y cambió mi vida: pasé de la arquitectura de jardines a la cocina, con la que, desde entonces, me he ganado la vida”.

Un hijo Down: “nunca le hubiera abortado”
Sin embargo, todavía le quedaba un acontecimiento que haría que su vida fuera aún “más perfecta”, como ella misma ha llegado a decir: tuvo un tercer hijo… con síndrome de Down.

“Yo entonces no sabía que sería más perfecta. Ahora cuando lo veo y siento que es tal maravilla no comprendo el disgusto que me llevé. Entonces todo el mundo me decía que un niño con Down era la pera y yo pensaba, ¿pero la gente es tonta? ¡Esto es un drama, una tragedia, un horror…! Y al final es una de las alegrías de nuestras vidas, de la mía, de la de mis padres, de la de mis amigos”, explicaba en una entrevista a La Razón en 2011.

No fue fácil porque “tuve un primer momento de asimilación complicado, pero luego estuve encantada”, y “como siempre había querido tener cuatro hijos fui a por uno más”.

Sobre si hubiera abortado en el caso de que este hijo también fuera Down, contesta tajante: “No. No lo hubiera hecho ni antes de saber la maravilla que era, así que sabiéndolo, mucho menos. No quiero demonizar a la gente que aborta, porque siempre hay peros y casos… Pero yo no lo haría”, señalaba.

“Rezo todos los días”
La prestigiosa chef nunca ha ocultado lo que piensa sobre este tema y desde que nació su hijo Patrick, al que todos llaman “Roscón” porque nació el día de Reyes, tampoco esconde que ayuda a fundaciones y asociaciones que trabajan a favor de los discapacitados.

“Yo ya ayudaba antes, y ahora lo hago más, acercándome a ellos”, señalaba a ABC en 2010. “Yo ya era solidaria antes en los gestos de dar dinero, pero ahora lo soy en el deseo de acercarme un poco a esta gente, lo que también es muy importante. ¡Esto te hace más humana! Ahora cada vez que estoy con una persona discapacitada hablo con ella o me voy a charlar con sus padres, y eso es algo que tendría que conocer todo el mundo”.

Su vida espiritual, a pesar de no ir a misa, es intensa gracias a la oración: “no voy a misa, pero rezo todos los días. En francés, porque mi madre es francesa, supongo. Tengo un altarcito con mis vírgenes y las fotos de todos los que quería y se han ido. Vivimos de espaldas a la muerte y, aunque sea duro, hay que asumirla”, explica Samantha.

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