Viernes, 19 de abril de 2024

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¿Quién fue realmente Melquisedec?

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 “En efecto, este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió al encuentro de Abraham cuando regresaba de la derrota de los reyes, y le bendijo, al cual dio Abraham el diezmo de todo, y cuyo nombre significa, en primer lugar, rey de justicia y, además, rey de Salem, es decir, rey de paz, sin padre, ni madre, ni genealogía, sin comienzo de días, ni fin de vida, asemejando al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre”                (Hebreos 7:1-3)

Introducción

A pesar de la diversidad de propuestas acerca de quién era en realidad Melquisedec, no se ha podido llegar hasta la fecha a un consenso definitivo acerca de dicho personaje bíblico.

Lo único que sabemos de él es que se trataba de un Sumo Sacerdote, profeta y rey de Salem, que apareció después del Diluvio, durante los tiempos de Abraham. Sin embargo desconocemos su genealogía, tanto en cuanto a su ascendencia como su descendencia, y tampoco sabemos nada de su vida ya que, según Pablo de Tarso, Melquisedec no tuvo comienzo de días, ni fin de vida (Hebreos 7:3). Dado que este texto bíblico fue traducido del hebreo al griego, debemos tener en cuenta que la frase sin padre ni madre era utilizada por los griegos antiguamente para referirse a los dioses, lo cual sugiere que Melquisedec debe haber sido un ser divino.

Melquisedec es un personaje lleno de relevancia y no exento de interrogantes, que son los que trataremos de enumerar y explicar en este estudio, para así poder llegar a una determinada conclusión que nos acerque fiel y claramente a esta histórica figura bíblica. Sin embargo y antes que nada, trataremos de esclarecer determinados aspectos relacionados con la figura de Melquisedec y su entorno histórico.

Salem y Sión

“…. entonces Melquisedec, rey de Salem….”           (Génesis 14:18)

Toda la tradición judía y muchos Padres de la Iglesia han identificado a Salem con Jerusalén, así como también lo hizo el historiador judío-romano Flavio Josefo en el siglo I d.C. (38 al 101).

El origen preciso del nombre hebreo de Jerusalén es incierto y los expertos ofrecen distintas interpretaciones. Pero la gran mayoría de ellos se inclina por afirmar que procede de las palabras hebreas yeru (casa) y shalem (paz), por lo que Jerusalén o Jerusalem significaría literalmente casa de paz. Es muy probable que algunos textos antiguos hayan omitido la letra h de la palabra shalem, lo cual concordaría con el nombre de Salem, que igualmente significa paz, con lo cual, al igual que la Jerusalén actual, el significado de Salem seria ciudad de paz. Es posible también que Salem haya sido en el pasado la abreviatura del nombre Jerusalén o Jerusalem, pero en todo caso es una afirmación definitiva que Salem, Jerusalén y Jerusalem se trata de la misma ciudad; la ciudad de paz.

Allí es donde Dios eligió morar: “Dios es conocido en Judá, grande es su fama en Israel; su tienda está en Salem, su morada en Sión” (Salmo 76:2-4). Este himno escatológico es el símbolo de la salvación esperada por los humildes. Debemos destacar que, al contrario de lo que muchas personas creen, Sión no es Salem, sino que se trata del nombre de una fortaleza que el rey David conquistó a los jebuseos, y que está situada dentro de la actual Jerusalén.

La fortaleza de Sion estaba en una colina del lado sureste de Salem, el Monte Sión, y es mencionada en la Biblia como el centro espiritual y la madre de todos los pueblos: “Prefiere Yahvé las puertas de Sión a todas las moradas de Jacob” (Salmo 87:2). Tal y como menciona la Biblia en numerosos pasajes, el nombre de Sión se ha seguido utilizando a lo largo de los tiempos como referencia, no tanto a la ciudad de Jerusalén, sino como centro espiritual del pueblo judío y, por extensión, la llamada Tierra de Israel. Por ello es fácil identificar las palabras de Salmo 76 como que Salem es la ciudad elegida por Dios, y Sión su morada.

Melquisedec: etimología del nombre

El vocablo Malki-zedeq, en hebreo estándar; Malki-sedeq, en hebreo tiberino; o Melquisedec, tal como le conocemos actualmente en Occidente, significa literalmente rey de paz y rey de justicia. Este significado coincide perfectamente con el del nombre Salem, que como hemos visto en el apartado anterior, significa ciudad de paz.

Melquisedec: su reinado

De acuerdo a la narración bíblica contenida en Génesis 14:18 y en Hebreos 7:1-3 entre otras, nos describen a Melquisedec como rey de Salem. Cuando leemos estos textos creemos ver una persona física entronizada en la ciudad de Salem o Jerusalem, con sus atributos reales.

Sin embargo, si analizamos los textos anteriores de este mismo estudio, observaremos que Melquisedec es el rey de paz y rey de justicia, el cual reina en la ciudad de paz. A pesar de la coincidencia entre ambas definiciones, nada nos confirma que Melquisedec haya sido una persona física, sino que puede tratarse de una mención alegórica a su función de paz en un reino de paz, pero de forma más divina que humana; un reinado escatológico.

Si a todo ello le agregamos que Melquisedec no tuvo genealogía, ni por ascendencia ni descendencia y, lo más importante, él no tuvo nacimiento ni muerte, veremos con mayor claridad que Melquisedec nunca pudo tener un reinado terrenal tal como lo conocemos en este mundo. Y Pablo de Tarso nos confirma este punto al decirnos que Melquisedec no tuvo padre, ni madre, ni genealogía, sin comienzo de días, ni fin de vida (Hebreos 7:3).

Melquisedec: su sacerdocio

Cuando Abraham regresaba con sus aliados de derrotar al rey Quedorlaomer y otros tres reyes más, se encontró con Melquisedec en el Valle de Savé o Valle del Rey, a menos de 400 metros de la ciudad de Jerusalén, según el historiador Flavio Josefo. Y Melquisedec, presentando pan y vino a Abraham, le bendijo a él y a Dios por haber vencido en la batalla. Y Abraham dio a Melquisedec el diezmo de todo lo ganado (Génesis 14:17-20).

En el texto original hebreo Melquisedec bendijo a El-Elyon, quien se identifica con el Dios verdadero de Abraham. El-Elyon es un nombre compuesto, cuyos dos elementos corresponden a sendas divinidades del panteón fenicio. Elyon se emplea en la Biblia como titulo divino de Dios.

Melquisedec es imagen del Sumo Sacerdote post-exílico, o de después del Exilio, heredero de las prerrogativas reales y cabeza del sacerdocio, a quienes los descendientes de Abraham pagan el diezmo. Es por ello que en Hebreos aparece como Sacerdote del Dios Altísimo y que permanecerá sacerdote por siempre (Hebreos 7:1-3).

Melquisedec, rey-sacerdote, es considerado como una figura profética de Cristo. El silencio insólito de la Escritura sobre la ausencia de sus antepasados y de sus descendientes, sugiere que el sacerdocio representado por él es eterno. La interpretación de Génesis 14, según la cual fue Abraham quien pago el diezmo y no Melquisedec, era tradicional ya que Melquisedec recibió el diezmo de Abraham porque era superior a él y por ello también le bendijo; asimismo Melquisedec fue superior a los descendientes de Abraham, los levitas o hijos y descendientes de Leví, los únicos que podían acceder al sacerdocio.

El diezmo pagado a los sacerdotes levitas era, a la vez, el salario de su oficio sacerdotal y el homenaje tributado a la eminente dignidad de su sacerdocio. Por lo tanto, si el mismo Leví pagó por medio de la figura de Abraham el diezmo a Melquisedec, fue porque Melquisedec prefiguraba un sacerdocio mas elevado.

En definitiva, el sacerdocio de Melquisedec era más escatológico y divino que terrenal, y por esto se le ha considerado como sacerdote del Dios Altísimo y Sumo Sacerdote. Debido a ello, un sacerdocio eterno a la manera de Melquisedec anuncia para los tiempos mesiánicos la sustitución del sacerdocio antiguo, considerado ya como inferior al sacerdocio de Melquisedec (Hebreos 7:11-14).

En Hebreos, Pablo de Tarso hace mención comparativa entre el sacerdocio de Jesús y el de Melquisedec, al mencionar que el sacerdocio eterno de ambos es para la eternidad y es exclusivo, en el sentido de inmutable e intransferible (Hechos 7:20-25). Con ello nos indica que este tipo de sacerdocio no se transmite de unos a otros, ni necesita repetición de actos rituales, ni dinastías que garanticen su continuidad, como ocurría en el caso de los levitas.

El sacerdocio de Melquisedec, al igual que el de Jesús, es el que enmarca el puesto de Sumo Sacerdote eterno, quien debe ser santo, inocente, incontaminado, apartado de los pecadores, encumbrado sobre los cielos, que no tiene necesidad de ofrecer sacrificios diarios por sus propios pecados ni por los del pueblo (Hechos 7:26-27).

La Ley judía constituyo sumos sacerdotes a hombres débiles, pero la palabra del juramento, posterior a la Ley, nombra a uno que es Hijo, perfecto para la eternidad (Hebreos 7:28). Así es el sacerdocio eterno de Jesús y también el de Melquisedec.

Melquisedec en los textos gnósticos

Melquisedec es el título del primer escrito del Códice IX hallado en Nag Hammadi (NH IX 1-27). Es un texto copto egipcio, escrito originalmente en griego, probablemente en el siglo III. El texto refleja una mezcla de las costumbres judías, cristianas y gnósticas, donde se presenta a Melquisedec, además de cómo sacerdote del Dios Altísimo, también como Sumo Sacerdote escatológico y guerrero sagrado.

Por sus muchas referencias cristológicas y su sorprendente exégesis de la Carta a los Hebreos, este tratado representa una muestra extrema de la cristianización de los setitas, los seguidores de Set. Su contenido es coherente y, a pesar de su apariencia apocalíptica, es esencialmente litúrgico y orientado a la comunidad.

En dicho texto Melquisedec se presenta tan eterno como su sacerdocio. Ha estado en el mundo desde el principio de los tiempos, y se quedará hasta el fin de los tiempos. Es el primer peldaño en la escala por la que ascienden las almas iluminadas.

A orillas del Mar Muerto, en las cuevas de Qumrán se encontró en uno de los rollos hallados uno acerca de Melquisedec, en el cual se le describe como un rey celestial y un guerrero que vence a Belial o Satanás en la batalla final (Qumrán, 186-7, col. II, 1-25).

Conclusión

De todo el texto anterior podemos deducir que Melquisedec fue un ser sobrehumano, un elohim, o sea, un enviado directamente por Dios o un ángel de Dios. Su tarea era la de conducir a los judíos hacia el camino recto por medio de la conversión, y la de ejecutar la venganza de Dios sobre el mal, sobre Belial o Satanás, en la victoria final.

Estas funciones son típicamente mesiánicas pues se trata de acciones salvíficas exclusivamente celestiales o sobrehumanas. Tanto Elías, como Henoc y también Melquisedec están decididamente por encima de lo humano, porque nacieron, pero no murieron

Por ello Melquisedec puede ser caracterizado como un personaje mesiánico: tiene el sacerdocio celestial y es un legítimo rey de la paz y de la justicia. Lo importante es que actúa como personaje humano-celestial, brazo derecho de Dios, que asegura la victoria en el combate escatológico y con funciones parecidas a las del arcángel Miguel narradas en el capitulo 12 del Libro de Daniel.

En el Salmo 110 se presenta a Melquisedec como figura de David, quien a su vez es descrito como figura del Mesías: rey-sacerdote. La tradición patrística ha aprovechado y enriquecido esta exégesis alegórica, viendo en el pan y el vino ofrecidos por Melquisedec a Abraham una figura de la Eucaristía, y hasta un verdadero sacrificio, figura del sacrificio eucarístico, interpretación aceptada en el Canon de la Santa Misa. Incluso algunos Padres habían admitido que Melquisedec era una prefiguración del Hijo de Dios en persona.

La Iglesia Católica considera a Melquisedec como figura de Cristo. En el canon de la Misa se le menciona cuando el celebrante pide al Padre que acepte las ofrendas “como aceptaste...la oblación santa e inmaculada de tu sumo sacerdote Melquisedec”. La festividad de San Melquisedec se celebra el 26 de agosto.

En conclusión, Melquisedec pudo haber sido una pre-encarnación de Jesús, o bien el arcángel Miguel, e incluso un alto enviado de Dios con una misión especifica. Para Dios nada es imposible. Lo que no podemos negar es su función y misión escatológica y celestial, ni tampoco su divinidad.

 

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