Martes, 16 de abril de 2024

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¿Quién era José de Arimatea?

por En cuerpo y alma

 
            Después de conocer antier a uno de los protagonistas secundarios de los hechos que conducen a que el galileo Jesús de Nazaret acabe colgado de una cruz, Barrabás (pinche aquí si desea saber más sobre él), toca hoy conocer a otro de los muchos actores que participaron en la escena.
 
            José de Arimatea es mencionado por su nombre en seis ocasiones, dos en el Evangelio de Mateo, dos en el de Marcos, una en el de Lucas, y otra en el de Juan, lo que lo convierte, como a Barrabás ayer, en uno de esos personajes presentes en los cuatro evangelios, menos frecuentes de lo que acostumbramos a pensar.
 
            Gracias a las referencias recogidas en los cuatro evangelios, sabemos de José varas cosas. La primera que era de una ciudad llamada Arimatea. Marcos y Juan lo llaman por un toponímico “José de Arimatea”, pero Mateo especifica que era “un hombre de Arimatea” (Mt. 27, 57) y Lucas que “era de Arimatea, ciudad de Judea”(Lc. 23, 51). Esta ciudad…
 
            En cuanto a su relación con Jesús, Mateo lo llama un “discípulo de Jesús” (Mt. 27, 57), y Juan, que añade que lo era “en secreto por miedo a los judíos” (Jn. 19, 38). Marcos y Lucas afirman que “esperaba el Reino de Dios” (Mc. 15, 43; Lc. 23, 51) lo que le sitúa en la órbita de los que esperaban un mesías y probablemente creyó que tal mesías era Jesús.
 
            En cuanto a su profesión, sabemos que era un miembro respetable del Consejo” (Mc. 15, 43), algo que corrobora Lucas (Lc. 23, 50), pero no ni Mateo ni Juan. En cuanto al consejo en cuestión no puede ser otro que el propio sanedrín judío que juzgó a Jesús, del que no decimos nada más porque ya nos hemos referido a él hace unos días (pinche aquí si desea conocer todo sobre el sanedrín). Según Lucas, habría participado en el juicio de Jesús, aunque “no había asentido al consejo y proceder de los demás” (Lc. 23, 51), es decir, habría votado en contra de la condena a muerte, lo que por lo pronto, demuestra que la condena no fue unánime.
 
            Por Mateo sabemos que además era “rico” (Mt. 27, 57). Marcos lo llama “respetable” y alaba su valentía (Mc. 15, 43), y Lucas “bueno y justo” (Lc. 23, 50).
 
            José de Arimatea irrumpe en los evangelios al final de todos ellos, sin que ninguno de los evangelistas nos cuente nada sobre él antes de presentarse en el momento en el que Jesús ya ha muerto.
 
            En Mateo pide el cuerpo de Jesús a Pilatos, lo envuelve en una sábana limpia, lo pone en un sepulcro nuevo, y hace rodar la piedra que lo sella. Según Marcos, además de todo ello lo descuelga de la cruz, cosas todas ellas que también hace según Lucas y Juan, si bien ninguno de éstos menciona que selle el sepulcro con la piedra, mientras Juan sí añade que José adereza su cuerpo con los aromas que aporta Nicodemo, (pinche aquí si desea conocer a este curioso personaje) “conforme a la costumbre judía de sepultar” (Jn. 19, 40).
 
            Según Marcos, José es el que compra la sábana (Mc. 15, 46) en la que se envuelve a Jesús. Según Mateo, es el propietario del sepulcro:

            “Y lo puso en su sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca” (Mt. 27, 60).
 
            A José de Arimatea se le atribuye por último una “Declaración de José de Arimatea”, a modo de apéndice de las llamadas “Actas de Pilatos”, un apócrifo muy celebrado durante la Edad Media, del que el manuscrito más antiguo que nos ha llegado data del s. XII.
 
 
            ©L.A.
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