Jueves, 18 de abril de 2024

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Proislamización

por César Uribarri


Desde marzo de 2009, en que se sube por primera vez en you tube, muslim demographics se ha convertido en uno de los videos “de fondo” más vistos hasta el día de hoy. No en vano su planteamiento es directo, nítido: estamos ante una revolución demográfica en la que está en juego la cultura de occidente.

 
Europa en el 2050 es probable que de ser sea un cúmulo de Repúblicas Islámicas. El mundo que conocemos está cambiando sigilosamente, pero a marchas forzadas. Nuestro mundo, el mundo que conocimos de niños, apenas se parece al que ahora vemos, pero el mundo que conocerán los niños de nuestros niños podemos intuirlo mirando a Turquía.
 
 
Han sido muchos años en los que una ideología naturalista trató de poner en el mismo plano las diversas culturas, las diversas civilizaciones. Todo daba igual, cada uno debía ser lo que quisiera pero, al mismo tiempo, se debía respetar y proteger la raíz cultural de las minorías. Es esta la misma ideología que ha alimentado el problema nacionalista español y que ha llevado al indigenismo al poder en Sudamérica. Pero su trabajo sobre las masas sociales es más profundo y destructivo. Nada ha quedado al margen, hasta el punto de que las sociedades han llegado a asumir profundas contradicciones con la mayor de las naturalidades.
 
 
En cierto modo el Islam como "tema" no saltará a la palestra de la actualidad hasta el atentado de las Torres Gemelas en New York. El islamismo se convierte en problema de seguridad y empezará a ser percibido por las sociedades civiles con preocupación. Es a raíz de tal suceso cuando se emprende una guerra contra el terrorismo islámico, al que oficialmente se le atribuyen años después el atentado en el metro de Londres y el atentado en Madrid. Pretexto suficiente para hacer la guerra en diversas naciones donde tiranos esclavizan a sus conciudadanos. Antes fue Irak, recientemente Libia.


Y sin embargo, de un modo desconcertante, empieza a convivir un miedo social –que posibilita las invasiones y las guerras en naciones islámicas- junto con una potenciación de lo islámico en occidente que es asumido con dejadez por las mismas sociedades occidentales. Es la ideología naturalista y relativista que empapa a occidente la que hace levantar los hombros a la mayoría. Que cada uno haga lo que quiera. Cristo o Alá, todo es lo mismo. Pero hay quienes si saben lo que quieren y comienzan a dar pasos en esa dirección.

 
Uno de los ejemplos más manifiestos es el de la llamada zona cero de Nueva York. Con motivo del atentando a las torres gemelas, junto con lo ya conocido, queda destruida una iglesia ortodoxa. Terminados los trabajos de limpieza, y habilitada la zona para su reconstrucción, los titulares de la iglesia solicitan licencias para su reconstrucción. A día de hoy, aún no le han sido concedidos los permisos pertinentes. Obama, en cambio, personal y directamente impulsará la construcción de una mezquita en la zona cero. ¿No fue el Islam radical causante del atentado? Pues es el Islam el bendecido. “Del mal de uno no se puede acusar a todos”, se dice. Y para evidenciarlo, donde antes no había nada ahora habrá una mezquita. Es estrategia clásica: crear un problema donde no lo había, para dar una solución, un paso adelante, que de otro modo no se hubiera admitido.

 
Otros contrastes no son tan evidentes, pero también son conocidos. Y sorprenden. Así por ejemplo es hecho público que las fuerzas de seguridad tienen en seguimiento a las comunidades islámicas asentadas en su territorio, ante el riesgo de creación de células terroristas. Se perciben como foco de fuegos futuros y aún así, las mismas autoridades públicas que ordenan su seguimiento siguen favoreciendo a dichas comunidades islámicas con subvenciones, permisos para construir mezquitas, dotaciones de servicios públicos y de ayudas a dichos colectivos que los propios nacionales jamás gozarán. Si esas comunidades pueden ser fuente de conflictos severos ¿porqué se las protege, promueve y mima? Hasta el punto de que ya son barrios enteros de ciudades europeas en los que la ley que rige de hecho es la sharia, y la ley propia comienza a hacer gráciles concesiones a las comunidades islámicas.

 
Es este el contraste. Occidente plantea batalla al terrorismo islámico pero Occidente mismo abre la puerta a lo islámico. Y no de cualquier modo, porque hace semanas hemos visto como se han derrocado tiranos de un islamismo moderado para, en su lugar, colocar islamismo radical. Y esto, aparentemente, no se entiende. ¿Quiere occidente la islamización? Lo llamativo es que los sucesos actuales en Libia y Túnez -ayer fue Egipto- dan a entender que la islamización que occidente promueve no es ahora una cualquiera, sino una más radicalizada.

Hemos entrado en el tercer acto de la obra. El primero fue la batalla contra al islamismo. El segundo el respeto y apoyo al islamismo “moderado”. Y ahora el tercero, el fomento del islamismo radical en los nuevos gobiernos de las naciones “liberadas”. Y detrás, en los entreactos, siempre detrás, los gobiernos de occidente. Llamativo.
 
 
Tal cúmulo de contradicciones no es comprensible salvo que haya un objetivo claro y pretendido en todo ello. Y para que pueda llevarse a efecto tal objetivo es necesario que haya un sustrato social favorable: el relativismo cultural impregnado de naturalismo es el que ha permitido que las viejas sociedades cristianas olviden su tradición y den por buena cualquier otra. Cierto que el objetivo aún parece difuso, pero se van manteniendo elementos fijos que pueden ayudar a definirlo con mayor claridad. Y es que a lo largo de esta década occidente ha manifiestado un ardoroso desprecio y odio al hecho cristiano al tiempo que protege, respeta y potencia lo islámico. Sin olvidar como esa primavera árabe está suponiendo el invierno del cristianismo en los países islámicos, donde la persecución a los cristianos ha dejado de serlo sólo legal para empezar a serlo sangrienta. Ambos aspectos tienen un común denominador: la desaparición de toda cultura cristiana, aunque sea necesaria la sangre. Y detrás de ambos tableros, los gobiernos occidentales. ¿Cómo es posible, entonces, que quienes se han arrogado el progreso moral con la tan cacareada liberación sexual y de la mujer, potencien la religión más enemiga de tales liberaciones? Tal contradicción, por citar la más evidente, manifiesta que el fin de tal opereta no es la islamización por si misma, sino que es la utilización de ésta como medio, como instrumento, para otro fin. ¿Cuál? El común denominador: la desaparición de toda cultura cristiana. En este sentido, el paso a la fase tercera de islamización sólo puede entenderse como una reacción “desesperada”. O dicho de otro modo, como una reacción que pretende imprimir una mayor rapidez al declive de la cultura cristiana de occidente.
 
 
Occidente está jugando un juego peligroso, su propia inmolación como civilización, pero al mismo tiempo está despreciando la fuerza vital del Islam, cuyos deseos de expansión son históricamente evidentes. No en vano, a la luz de estos sucesos parecen más claros los extraños mensajes que dio la Virgen a Ida Peerdeman en Amsterdam. Crípticos y oníricos denunciaban la terrible batalla espiritual que sobrevendría a Occidente, pero curiosamente anticipaba un conflicto en el oriente que por aquellos años era impensable. Su lectura puede arrojar luces sobre la trascendencia de unos hechos que todavía hoy son vistos como anécdotas en los medios de comunicación.

 
Quizá sólo dos de ellos basten para mostrar lo que está en juego.


El mundo desgarrado, mensaje del 26 de diciembre de 1947.
 
Veo de repente una luz brillante y siento que me entra un dolor en la mano; es igual a un haz de rayos. Veo a la Señora y Ella dice:
“Vendrán calamidades de norte a sur, del sur al oeste y del oeste al este”.

Veo ahora una cúpula redonda. Percibo en mi interior: Ésa es una cúpula de Jerusalén, y oigo:
“En torno a Jerusalén se librarán duras batallas”.

De pronto veo claramente El Cairo y advierto una extraña sensación. Luego veo toda clase de pueblos orientales: persas, árabes, etc. La Señora dice:
“Será como si el mundo se rasgara en dos partes”.

Veo ahora el mundo entero ante mí, y veo que se forma una enorme grieta; una hendidura que va zigzagueando y atraviesa todo el mundo, por encima del cual veo nubarrones. Oigo decir a la Señora:
“Vendrá mucho sufrimiento y miseria”.

Entonces veo diferentes poblados orientales con techos blancos.
 
 
Turquía, mensaje del 10 de diciembre de 1950.

Oigo decir:
“Turquía, ¿estás atenta de verdad?”.

Entonces veo los estrechos del Bósforo y los Dardanelos. Entonces tengo que hacer algo curioso. Tengo que usar mis manos como garras y clavarlas sobre el mapa. Tengo que poner mis brazos como si fueran las patas de una fiera. La Señora dice:
“Tú sólo tienes que representarla. Tú eres como una fiera que está sobre Europa con las uñas afiladas, lista para saltar”.

Veo esa fiera, que quiere saltar sobre Europa. Mira a la izquierda y a la derecha, pero luego retira lentamente las patas.
 

 
Sobre todo ello, que duda cabe, habrá que seguir profundizando.
 
 
 
x     cesaruribarri@gmail.com

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