Jueves, 25 de abril de 2024

Religión en Libertad

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¿Progresistas o tradicionalistas? Mejor innovadores

por Néstor Mora Núñez

Es evidente que la Iglesia se encuentra atorada desde hace muchos años por el enfrentamiento entre dos paradigmas antagónicos: progresismo contra tradicionalismo. 

Creo que todos somos concientes de que las energías que hemos empleado en enfrentarnos solo han servido para el descrédito de todos y para sufrimiento de la Iglesia en su conjunto. Pero ¿Estamos condenados a seguir cargando encima esta pesada losa de la incomprensión mutua? Creo que no. Esa es mi esperanza. Dios no nos deja de su mano y el Espíritu actúa mientras trabajamos o dormimos. 

Curiosamente he dado hace unas semanas con una aproximación a este enfrentamiento, que no solo se vive en la Iglesia, sino en toda la sociedad. De hecho en mi gremio educativo vivimos la misma lucha desde hace años con los resultados que podemos observar a todos los niveles educativos. 

La modernidad y la postmodernidad se desarrollan a partir del pensamiento progresista: reinventemos todo, la imaginación al poder del mayo del 68, todo lo antiguo es caduco, etc. El postmodernismo que vivimos es una reacción depresiva y desafectada que nace lel fracaso de las panaceas del modernismo y de la perdida de referencias claras para mejorar. 

Miren este gráfico, que no parte de la Iglesia sino del ámbito del marketing y el mercado:


Tomado de la web: Pasionate, traducida y ligeramente anotada, quedaría más o menos así:

 

Progreso

Innovación

Lineal, lento

Exponencial, en red, rápido

Conocimiento propiedad de alguien.

Conocimiento compartido.

Ideas como ventaja estratégica. Mis ideas contra las tuyas

Ideas para compartir y resolver los problemas

Maestros

Micro-maestros (mayor cercanía, red de docentes)

Aprender por ingeniería inversa.

Construcción colaborativa del conocimiento

Progreso sobre hombros de gigante  (Alguien te enseña y progresas)

Mejoras que logramos entre todos. Entusiasmados con una idea, algo bulle y se mueve, pero sin total organización.

Sabiduría de los expertos

Sabiduría de las personas (comunidades)

En esta tabla se muestran claramente los límites del paradigma progresista tan valorado hasta el momento y se nos ofrece otro paradigma alternativo: la innovación. 

Pero ¿No es lo mismo innovar que progresar? No, en absoluto. La innovación valora las bases sólidas y desecha el cambio por el cambio. Precisamente lo que intenta la innovación es el análisis de los problemas para solucionarlos, no cambiar el sistema completo para que todo quede igual o peor. El cambio de la innovación no está reñido con recobrar lo perdido ni con reparar lo dañado. Indudablemente puede pensarse en una innovación progresista, claro. Pero esta innovación no sería tal, sino una escusa que oculta el paradigma que sostiene que la bondad sólo se obtiene desechando lo anterior.

 

Constatado el fracaso del progresismo ¿Qué hacemos? ¿Volvemos hacía atrás sin más? En estos momentos no podemos volver hacia atrás sin causar un daño considerable a toda la estructura eclesial. Sobre todo debido a que los católicos somos incapaces de entender que la Iglesia se contradiga de forma continua y dé palos de ciego. Precisamente, dar un volantazo hacia atrás sería una actitud progresista, que entiende que el cambio por si mismo es bueno. Los extremos se toca a veces. ¿Qué hacer en esta encrucijada? 

Les sugiero el siguiente ejemplo: observemos la idea de la hermenéutica de la continuidad que el Santo Padre nos ha ofrecido para afrontar las divergencias eclesiales que vivimos. No es tradicionalismo, no es progresismo ¿Qué es entonces? Desde mi humilde punto de vista, desde que lo oí supe que era innovación. 

Todo cambio que abordemos debe ser gradual y debe ser realizado en base a las mejoras objetivas que vamos a obtener. Los implicados deben conocer qué se persigue y ser participes en el proceso. Fíjense que he dicho "proceso" y no "progreso". Nunca podemos aceptar el cambio como valor positivo sin más, despreciando el conocimiento cimentado y comprobado que es nuestra Tradición. Ahora se trata de reparar los daños causados por el enfrentamiento de paradigmas sin dejar de estar presentes en el mundo con todos los medios disponibles.

La estructura eclesial se adapta perfectamente al esquema de innovación, ya que formamos comunidades capaces de trabajar juntos e intercambiar conocimiento, acciones y sentimientos. Estamos entusiasmarnos con la Esperanza que llevamos en el corazón. Podemos sostener la Iglesia de forma colaborativa, compartiendo lo que cada cual sabe hacer mejor. 

Además, tenemos la red física de diócesis, grupos y movimientos, que se expande hasta el último rincón del mundo por medio Internet y de las redes sociales virtuales.  

Pero, ¿Lo que les comento es algo novedoso y rompedor? Me temo que no. No puedo más que indicar que esta forma de entender la Iglesia ya está en marcha y va dando sus frutos. Quizás hasta ahora no se hayan dado cuenta que este portal cumple con las premisas de un proyecto de innovación eclesial. Los blogs católicos, los grupos de católicos en Facebook, Tuenti y otras redes son formas innovadoras de hacernos presentes en el mundo. Los portales informativos eclesiales basados en web 2.0 son como faros que nos reúnen y redirigen hacia donde podemos encontrar lo que buscamos. Todas estas realidades evidencian que innovamos y lo hacemos sin intentar cambiar la Iglesia para que se ajuste a nuestras sensibilidades personales. Más bien posibilitan todo lo contrario: que nuestras sensibilidades se unan en la Iglesia y trabajen unidas sin intentar apropiarse de Ella. 

Ahora en Roma se prepara un encuentro de bloggers católicos. No se cómo será o si será al 100% provechoso, pero es un primer paso para hacernos conscientes de lo que tenemos entre manos y de la necesidad de orar para que Dios nos guíe por el camino. Las comunidades católicas virtuales están empezando a dar sus primeros pasos y hay que cuidar que lo hagan guiadas por el Espíritu y dentro de la Iglesia. 

¿Será esto parte del futuro de la Iglesia? Evidentemente no será el futuro,  es el presente. 

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