Martes, 08 de octubre de 2024

Religión en Libertad

Las mártires de Yemen, muy presentes en la canonización: sacerdotes y religiosas siguen yendo allí

ReL

De arriba a abajo y de izquierda a derecha: la hermana Anselm, la hermana Reginette, la hermana Judith y la hermana Margarita.
De arriba a abajo y de izquierda a derecha: la hermana Anselm, la hermana Reginette, la hermana Judith y la hermana Margarita.
En la canonización de la Madre Teresa de este domingo van a estar muy presentes las cuatro misioneras de la caridad mártires en Yemen, donde fueron asesinadas el 4 de marzo: la hermana Anselm (India, 59 años), la hermana Reginette (Ruanda, 33 años), la hermana Judith (Kenia, 41 años) y la hermana Margarita (Ruanda, 44 años).

Sobre la situación en aquella comunidad en los días previos a la masacre habló el sábado ante el Papa la hermana Sally, que se salvó aquel día del martirio y pudo ser evacuada junto con los sesenta ancianos que atendían.

Y el viernes, en el Simposio Internacional sobre la Madre Teresa convocado por Asia News, ofreció detalles de la situación actual el obispo Paul Hinder, vicario apostólico para Arabia meridional (Emiratos Árabes Unidos, Omán y Yemen).

He aquí el texto completo de su intervención:

Me cogéis por sorpresa, porque no pensaba tener que hablar delante de vosotros. Tenía que llegar solamente mañana a Roma, para participar en la canonización de Madre Teresa, pero esta mañana supe que podía partir de Abu Dhabi.

Sufro por la situación que se ha creado en Yemen, donde siete millones de personas mueren de hambre; no hay seguridad para nadie, no es una cuestión de ser cristianos o musulmanes. La inseguridad es general en todo el país, a causa de la guerra civil.

En esta situación de inseguridad, hemos visto que la hermanas de la Caridad aún trabajan en el sur, donde fueron masacradas. Con mucha fortuna, una logró salvarse. La comunidad que se encontraba en Ta´izz tuvo que dejar la casa, porque se encontraba en medio de las dos partes en guerra y tuvieron que transferirse a Sanaa, esperando poder volver, pero en este momento es realmente imposible.


Paul Hinder, un obispo que tiene que tomar decisiones difíciles, como autorizar el envío a Yemen, zona de guerra y martirio, a sacerdotes y religiosas.

El problema más grande -y después hablaré con su superior general- es que tenemos dificultades para hacer entrar a sacerdotes y hermanas. El único que sigue allí es el padre Tom [Uzhunnalil, salesiano indio], que aún sigue en manos de sus raptores. Tenemos a algunos dispuestos a partir, pero no les dan la visa. Nos encontramos en una situación en la cual las hermanas viven desde hace meses sin la Eucaristía. Y podéis imaginar lo que supone esto para ellas, si conocéis a la Madre Teresa, ya santa.

Mi predecesor se encontró muchas veces con Madre Teresa en Sanaa y decía: “Gracias a ella tenemos curas aquí entre nosotros. Los Misioneros de la Caridad respaldan las visas para los curas de Sanaa y Taiss. Existe una colaboración muy estrecha con ellos, pero no sé cómo podrá continuar. Siempre las he admirado: cuando fui a visitarlas, su espíritu de simplicidad y alegría… Veía siempre a las hermanas sonreír. Mi predecesor decía: pero, ¿cómo hacen para vivir en esta situación?”.

Algunos días después del asesinato de las hermanas el 4 de marzo, me encontré con la única sobreviviente. Lo primero que me dijo fue: “Quiero volver, apenas pueda y apenas me dé el permiso”. Imagínense este celo en esta situación de  martirio. Refleja el virus que fue colocado en la Congregación por la fundadora. Os invito a rezar: rezad por las hermanan que se quedaron y por aquellas que se preparan para partir. Y recen por el padre Tom, esté muerto o vivo. Nosotros no lo sabemos.

Les ruego recen por el sacerdote que está listo para partir y para que otros puedan unirse a ellos. La misión en situación de guerra, no obstante todas las dificultades, debe continuar. El padre Tom fue secuestrado: había vuelto a Yemen, pidiéndome permiso y a su superior. Yo le dije: “Si quieres, te ayudaré a entrar al país”. Ciertamente, hoy, para mí es muy doloroso pensarlo. Pero sigo estando convencido de haber sido justo. Durante una guerra nunca puedes saber qué puede suceder.

Cuando inició la guerra en marzo de 2015, las hermanas me dijeron: “Nosotras no dejamos el país, nos quedamos con nuestros pobres y con los discapacitados”. Y yo quiero expresar mi gratitud a la Congregación por este testimonio, que os honra a vosotras y a la fundadora. Las mártires asesinadas el 4 de marzo 2016 están sepultadas en Aden con las otras tres hermanas asesinadas en 1998. Esta tumba fue hecha por un cristiano local, corriendo un gran riesgo: ninguno de nosotros podía entrar. Espero un día poder ir a abrir un santuario y celebrar los ritos fúnebres.
Dios os bendiga a todos. Os pido que tengáis a la Península arábiga en vuestras oraciones. Gracias.
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