Viernes, 04 de octubre de 2024

Religión en Libertad

Munilla: «Procuro trabajar la ‘santa indiferencia’, la plena disposición a la llamada de la Iglesia»

Obispo José Ignacio Munilla
José Ignacio Munilla ha sido recientemente nombrado nuevo obispo de Orihuela-Alicante

ReL

Monseñor José Ignacio Munilla tomará el próximo 12 de febrero posesión de la diócesis de Orihuela-Alicante, una de las más grandes en términos de población en la Iglesia en España. Doce años después de haber sido nombrado obispo de su diócesis natal de San Sebastián dejará la tierra que le vio nacer y donde ejerció como sacerdote.

Estos han sido años de numerosas iniciativas pastorales y de evangelización, pero también de sufrimientos e incomprensiones. Su legado en estos años como obispo en San Sebastián habla muy favorablemente de su labor, y en una entrevista en el Diario Vasco profundiza en algunos puntos de interés de su episcopado, tanto de la etapa que concluye en el País Vasco como la que le espera ahora en Alicante.

A continuación ofrecemos algunas de las respuestas de monseñor Munilla en el cuestionario del Diario Vasco:

- ¿Con qué sentimiento deja San Sebastián? ¿Cuánta voluntad había por marcharse o quedarse?

-Soy de San Sebastián y las raíces tiran mucho, no lo voy a negar… Pero también soy hijo de San Ignacio, por lo que desde que fui ordenado sacerdote, hace 35 años, he procurado trabajar interiormente lo que él llama la “santa indiferencia”. Se trata de procurar tener la plena disposición a la llamada de la Iglesia, superando los apegos personales, y creo que nuestro patrono me lo ha concedido.

- ¿Cómo se ha fraguado su destino a Orihuela-Alicante? ¿Cuándo lo supo? ¿Ha tenido otras propuestas? ¿Zamora nunca fue una opción?

-La rumorología en torno a posibles destinos ha sido tan persistente como errática. Un “hablar por no callar” que me he esforzado en ignorar, sin distraerme de nuestra única meta: la evangelización. Por mi parte, puedo decir que ni fui consultado cuando vine a San Sebastián como obispo, ni lo he sido al recibir este cambio de destino. Lo cual, por cierto, agradezco mucho; ya que me ayuda a autentificar mi deseo de no perseguir mis planes, sino de servir a la Iglesia.

 - Cuando llegó de Palencia a Donostia, aseguró que lo hacía sin un objetivo claro, que se subía a un tren en marcha desde el que iría aportando su intuición. ¿Deja ese tren donde quería? ¿Esperaba haber llegado más lejos?

-Cualquier obispo que reciba un cambio de destino compartirá mi sensación de haber necesitado más tiempo para culminar proyectos. Al mismo tiempo, agradezco a Dios haber podido impulsar la reestructuración del seminario, las nuevas vocaciones sacerdotales y de vida religiosa, los nuevos carismas de evangelización, las nuevas formas de comunicación (inicio de Betania-Tv, canal de YouTube diocesano, con sus 114.000 suscriptores), etc. A todas estas novedades añado la continuación en grandes proyectos de ese tren que cogí en marcha, como son la apuesta misionera y nuestro compromiso con los pobres, a través de Cáritas…

- ¿Qué le ha quedado pendiente?

-En el seno de la Diócesis hay sensibilidades muy diferentes, así como velocidades muy diversas en la tarea de evangelización. Pienso que la tarea pendiente más importante puede ser la de conocernos mutuamente, valorarnos y conjugarnos al servicio del Pueblo de Dios. Precisamente este es el objetivo de la reflexión sinodal que todas las diócesis estamos viviendo en este momento por impulso del Papa Francisco: aprender a caminar juntos en nuestras pluriformidad.

- ¿Ha cambiado mucho la diócesis de San Sebastián en estos doce años?

-Empecemos por reconocer que mis años como obispo de San Sebastián han coincidido con un cambio de paradigma cultural. Como suele repetir el Papa Francisco: "No estamos viviendo simplemente una época de cambios, sino un cambio de época”. Obviamente, han cambiado mucho las cosas en la Diócesis en estos doce años, pero el influjo que yo haya podido tener en ello, es muy inferior al motivado por las circunstancias a las que me refiero…

- Y José Ignacio Munilla, ¿ha cambiado en este tiempo?

-Acabo de cumplir 60 años, y tengo la sensación de haber empleado lo mejor de mis energías en estos quince años como obispo, añadidos a los 20 años como sacerdote en Zumárraga. Aunque acaso la providencia me diría aquello de: “¡y lo que te rondaré, morena!”… Es indudable que todos estos años me han ido transformando. Pienso que he ido aprendiendo a conjugar la paciencia con el celo apostólico; a querer a las personas como son, aceptando que nuestra historia personal nos ha conformado a todos…

José Ignacio Munilla

- ¿Qué queda de aquel sacerdote que ofició 20 años en Zumárraga?

-Aquellos 20 años me configuraron mucho y han sido determinantes en mi vida, hasta el punto de que algunos me han dicho que más que un obispo parezco un párroco… Por ejemplo, mi presencia en Radio María nació en Zumárraga y la he continuado en mi vida de obispo.

- Durante su etapa en Zumárraga, algunos dicen que se mostró un tanto independiente respecto al Obispado. ¿Le ha cambiado la percepción que tenía entonces respecto a la figura del obispo de San Sebastián?

-Comienzo por decir que yo siempre tuve una buena relación con mis dos obispos a los que estoy muy agradecido: D. José María Setién y D. Juan María Uriarte. Si en alguna ocasión creí en conciencia que debía de expresarles algún desacuerdo lo hice personal y directamente, como creo que hay que hacer las cosas en la vida de la Iglesia. Dicho lo cual, está claro que cuando uno llega a ser obispo se percata de que las cosas eran más complicadas de lo que suponía.

- Desde fuera da la sensación de que se ha mostrado tal como es, pero ¿ha debido moderarse para aglutinar fuerzas y apoyos dentro de la Iglesia?

-Creo que las dos cosas son verdad: me he mostrado tal y como soy, con libertad evangélica, porque de lo contrario es imposible ejercer un verdadero pastoreo. Pero esto no es contradictorio con que, en no pocas ocasiones, haya discernido la prudencia de caminar más despacio de lo que yo hubiese soñado, aguardando la maduración de las personas y de las circunstancias. Con frecuencia me ha venido a la mente aquello de: “Si quieres llegar pronto ve solo, pero si quieres llegar lejos ve acompañado”. Pero cierto es también que, en ocasiones, en poco tiempo puedan madurar mucho las cosas…

- Tras su nombramiento, 178 religiosos guipuzcoanos firmaron una carta en su contra. ¿Cuántos de aquellos suscribirían hoy aquel manifiesto? ¿Cree haber convencido a una mayoría?

-Es público y notorio que una buena parte de mis más estrechos colaboradores en estos doce años firmaron aquel manifiesto; y puedo decir que se han integrado con fidelidad… Pero lo importante ahora es –y en ello concentro mis esfuerzos— motivar a la Diócesis para que el nuevo pastor tenga una buena acogida por parte de todos, sin que las lecturas ideológicas nos contaminen. En estos días he puesto el ejemplo de cómo en el momento de la renuncia de nuestro Papa emérito Benedicto XVI, envié una carta a todas las parroquias, invitando a unirse a la oración del cónclave, y también a repicar las campanas de las parroquias cuando hubiese fumata blanca, antes de conocerse todavía el nombre del elegido.

- ¿Qué es lo que más le satisface de su labor? En la rueda de prensa de despedida, comentó que “las cosas más hermosas han sucedido fuera de las cámaras”. ¿Podría ser más concreto?

-Lo que más alegrías me ha dado ha sido las conversiones de tantas personas que han descubierto la fe cristiana gracias a la tarea de evangelización. Por ejemplo, recuerdo haberme conmovido grandemente al ser testigo de cómo un etarra o una ‘madame’ de un prostíbulo descubren a Jesucristo hasta cambiarles definitivamente el horizonte de sus vidas. Repito lo que dije en la rueda de prensa: lo más precioso de la vida de la Iglesia sucede fuera de cámaras…

- ¿Le satisface personalmente la culminación de obras como la remodelación de la catedral y el Museo diocesano? Forman parte de su legado…

-Eran cosas necesarias y estoy satisfecho de haberlas llevado a cabo; pero, sin duda alguna, las obras materiales no son las que tienen más peso en el corazón de este obispo…

- Su residencia y también las antiguas oficinas del Obispado son hoy hoteles y apartamentos, algo no bien entendido por una parte de la población.

-El traslado del Obispado al Seminario ha sido uno de los aciertos más reconocidos por parte de todos (incluso por parte de muchos de quienes lo criticaron); ya que nos ha permitido dar un paso de gigante en la coordinación de todos los servicios eclesiales. El recurso al alquiler de las propiedades que anteriormente ocupábamos en el centro de la ciudad es necesario para el sostenimiento. No es fácil entender la crítica por el hecho de que el obispo haya renunciado a su vivienda en un lugar de lujo, para que la renta de este lugar sirva para beneficio del conjunto de la Diócesis.

- ¿Necesita la Iglesia de Gipuzkoa vender o alquilar más inmuebles para conservar su patrimonio?

-Pues sí, nos vendría muy bien disponer de más inmuebles como los referidos, con los que pudiésemos obtener una renta capaz de sostener el conjunto del gasto de la Diócesis (en el que se incluyen muchísimas iglesias de pequeños pueblos con escasísimos fieles). Pero el problema es que la inmensa mayoría del patrimonio de la Iglesia, por sus características, no es rentable… Confiamos de cara al futuro en nuestros fieles gipuzkoanos, que han demostrado siempre una gran generosidad.

- ¿Cómo percibe las reacciones a su nombramiento en Orihuela-Alicante?

-No las he seguido con detenimiento, porque me gusta mantener la cabeza despejada para el reto pastoral. Pero apuesto a que habrá una gran diferencia entre las reacciones que nacen del sentido eclesial, a las que están configuradas por las ideologías, sean del signo que fuere.

- ¿Puede adelantar algo sobre su posible sucesor? Algunas fuentes apuntan a qué saldrá de la comunidad jesuita.

-Os aconsejo no jugar a las quinielas, porque también esto es “hablar por no callar” y, además, no dispone bien para la recepción del que sea elegido.

- Hay quien apunta a que aspiraba a ser nombrado arzobispo. ¿Qué hay de cierto? ¿Es algo que ambiciona en un futuro?

-Me parece a mí que quien diga eso no me conoce… Quien viva la vida de la Iglesia envuelto en ambiciones no puede ser feliz. Lo que nos hace felices es la evangelización y el ejercicio de la caridad. Y os puedo asegurar que yo soy feliz, a pesar de mis sufrimientos.

- Llegó con Benedicto XVI y se va con el papa Francisco. ¿El cambio en el Vaticano afecta de alguna manera su labor?

-Obviamente sí. De hecho, esta semana entrante estaré en Roma, realizando la Vista Ad Limina, en la que se da cuenta ante la Santa Sede de la marcha de la vida diocesana. Además de visitar muchos dicasterios, el jueves tenemos reservado un largo espacio para el encuentro con el Papa Francisco, en el que espero recibir su aliento y orientación; que luego trasladaré a la Diócesis antes de mi marcha.

- Tampoco existe ya ETA. Desde la perspectiva del tiempo, ¿cómo vivió su fin y cómo ve el proceso de paz?

-Aquel momento nos abrió perspectivas llenas de esperanza, muchas de la cuales se han cumplido, pero pienso que las más interiores al ser humano están todavía pendientes… En buena medida, por desgracia, la soberbia, el fanatismo y el odio, han continuado estando presentes más allá del cese de las acciones terroristas.

- ¿Cree que la Iglesia vasca desempeña el papel que le corresponde en este proceso?

-Los valores que propone la Iglesia, que no son otros que los del Evangelio, son claves y determinantes para la sanación de esa herida interior a la que me he referido. Lo acontecido con la violencia terrorista fue demasiado grave como para pensar que pueda pasarse página con un vago reconocimiento del mal causado, pero sin arrepentimiento, reparación y sincera petición de perdón.

- ¿Qué papel en particular puede jugar en la reinserción de los presos y en la recepción social de su regreso?

-Entre otros aspectos, voy a señalar uno, que no es menor, precisamente ahora que muchos de los presos de ETA cumplen sus condenas en cárceles vascas. Me refiero a la labor de la pastoral penitenciaria, que se desarrolla en la cárcel de Martutene, abierta a todos los presos, sean cuales fueren sus delitos. (Por cierto, me permito subrayar que la labor realizada en estos años en la prisión de Martutene, es una de las páginas más bellas de la vida de nuestra Diócesis. El día de Reyes espero acudir a la prisión para despedirme de funcionarios y presos).

- La Iglesia, como institución, ¿ha tocado fondo en su pérdida de relevancia social, al menos en Occidente?

-No es fácil valorarlo ya que no deja de ser una paradoja que estemos proclamando hasta la saciedad el laicismo cultural y que, al mismo tiempo, el cambio de destino de un obispo suscite tanto revuelo… ¿Un poco contradictorio, no? A mí me parece que por mucho que occidente pretenda renegar de sus raíces, luego no sabe desprenderse de ellas… No tiene una alternativa cultural creíble.

- ¿Ha afectado la pandemia a la fe y a la práctica religiosa? ¿Puede haber una vuelta a la espiritualidad?

-Sí, ha afectado notoriamente. Y lo ha hecho de una forma ambivalente… Algunos fieles que mantenían una práctica religiosa sustentada en un mero hábito de vida, han abandonado la práctica religiosa; y, sin embargo, este momento de prueba y sufrimiento ha resultado ser el momento de gracia para no pocas personas que buscan el sentido de su existencia.

- Durante su mandato, ha criticado la pérdida de peso de la asignatura de religión en el sistema educativo. ¿Es una guerra perdida?

-En este momento, el Gobierno Vasco tiene que aplicar la ley de educación en Euskadi con un margen muy importante de maniobra para llevar a cabo esta implementación. El futuro de la asignatura de religión va a depender, en buena medida, de la forma en que esto se realice. La letra pequeña va a ser determinante.

- ¿Ve a las familias actuales sensibilizadas por una educación en la  religión?                                 

-Existe mucha confusión porque se ha intoxicado mucho la opinión pública haciendo manifiestos contrarios a la presencia de la asignatura de religión en la escuela, dando la espalda al derecho constitucional de las familias de que sus hijos reciban –en la escuela— la formación humana religiosa que ellos elijan.

- Es muy activo en las redes sociales, ¿cómo ve el acceso a ellas en edades muy tempranas? ¿Considera que es una herramienta crucial en la estrategia comunicativa de la Iglesia?

-Es importante educar en la austeridad del uso de las redes sociales, y esto es tan difícil como necesario. Dicho lo cual, tengo experiencia de la gran efectividad que proporciona la comunicación por estos medios, especialmente por el canal de YouTube. En su relación con la Iglesia podríamos dividir a la población en dos grupos: los que tienen acceso directo a su mensaje, o los que lo reciben trasladado por los medios de comunicación. Es obvio que los primeros tienen una percepción del mensaje de la Iglesia mucho más objetiva y positiva que los segundos.

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