Viernes, 19 de abril de 2024

Religión en Libertad

Lamenta la indefinición de algunos sacerdotes con ese asunto, porque no ayuda

«Era más duro decir que era gay casto que decir que era gay. Perdí amigos»: así salvó Courage a Karl

«Era más duro decir que era gay casto que decir que era gay. Perdí amigos»: así salvó Courage a Karl
Un momento de la charla de Karl Miller, colaborador de Courage Internacional.

C.L. / ReL

Karl Miller explica por qué no utiliza la palabra 'homosexual' para identificarse: porque las personas no se definen por su comportamiento sexual. "Lo que sé es que soy un hijo amado de Dios, que simplemente siente atracción por el mismo sexo", dijo recientemente al ofrecer su testimonio en un encuentro de Courage.

Courage es un ministerio católico difundido en todo el mundo que ayuda a vivir cristianamente a las personas que tienen sentimientos como los que expresó Karl: "¿Que por qué los tengo? No puedo hablar por los demás, pero en mi caso sufrí abusos cuando tenía 6 años y creo que hay una relación".

Miller contó su peripecia vital en un acto organizado por la parroquia de San Judas el 28 de febrero en Chalfont (Pennsylvania), al que asistió una treintena de personas que escucharon cómo llegó a comprender "la verdad y belleza de las enseñanzas de la Iglesia".

Karl fue educado en una familia de gran devoción católica, y supo que él era diferente cuando empezó a oír hablar de chicas a sus compañeros y vio que él no sentía lo mismo. Colaboraba en actividades de la parroquia y cuando tenía 15 años llegó a pensar en el sacerdocio

Pero cuando probó su primer canuto de marihuana y empezó a beber, sus criterios morales cambiaron drásticamente y "se apartaron de la religión". Primero dejó de ir a misa, y un día acudió a una tienda porno y mantuvo allí un encuentro sexual. Quedó destrozado, confiesa, pero aquello plantó en él una semilla. Empezó a frecuentar también las discotecas.

Cuando tenía 17 años, decidió volver a confesarse. El sacerdote le dijo que tenía que elegir: o la Iglesia o el mundo gay. Pensó: "¿Y quién necesita a la Iglesia? ¡Me divierto a lo grande!" Así que dio la espalda a su fe y se sumergió en el "ambiente", al tiempo que incrementaba su consumo de drogas y de alcohol.

La madre de Karl rezaba mucho por él, aunque, como en el caso de Santa Mónica con San Agustín, el efecto de esas oraciones tardaría aún mucho en percibirse.

El Segundo Paso

A mediados de los 80, el sida hacía estragos y los amigos de Karl empezaron a morir. Fue un pretexto para apartarse aún más de la Iglesia y odiarla: "¿Y éste es el Dios bueno y misericordioso que me habían enseñado? ¿Cómo puede matar a mis amigos solo porque les guste practicar el sexo?", pensaba.

Sus adicciones empeoraron. Consiguió dominar su consumo de drogas, pero no la bebida: "Creía que el alcohol pacificaba mi alma, pero me estaba anulando". En 1992, cuando tenía 32 años, puso fin a aquello y acudió a Alcohólicos Anónimos.

Dio bien el primer paso, admitir su impotencia ante el alcohol. Pero en ese método el segundo paso implica "creer que un Poder superior a nosotros mismos puede devolvernos el sano juicio". Como Miller no estaba dispuesto a volver a sus antiguas creencias, empezó a buscar en la New Age [Nueva Era] todo tipo de sucedáneos.

Hasta que comprendió que estaba huyendo absurdamente. Quería volver a la Iglesia, pero dudaba: "Yo buscaba a Dios, pero no podía aceptar que Dios me estuviese buscando a mí". Con todo, empezó a ir a misa de nuevo y a leer el Catecismo.

Sacerdotes que hablan claro

El primer sacerdote con quien habló después de muchos años llevaba puesto un pin con un pez color arcoiris y le presentó la postura de la Iglesia con tantos grises, en vez de en blanco y negro, que no le sirvió de nada. Se alejó de él: "Sabía que no me ofrecería la verdad completa". Y era eso, la verdad completa, lo que Karl estaba buscando.

Hasta que encontró un sacerdote que se la dijo. Le dijo que estaba llamado a la castidad, como todo el mundo. Fue un mensaje liberador, admite Karl, quien tras unos meses de frecuentar la parroquia, conoció Courage International.



Karl contó a los presentes en el acto (charlas informales convocadas por la parroquia bajo el lema Coronas y Cristo. Fe, comida, diversión y amigos) que muchas personas con atracción por el mismo sexo no se sienten amadas por Dios ni por la Iglesia: "Es lo que sentimos y lo interiorizamos". Cuando encontró Courage, o los Franciscanos de la Renovación, esos populares frailes rapados, barbudos y de hábitos grises que también trabajan este apostolado, su perspectiva cambió. También cuando comprobó que la Iglesia es la organización no gubernamental que más recursos propios invierte en enfermos de sida.

Para él todo esto era un descubrimiento, y por eso se ha lanzado a combatir la ignorancia y la desinformación. "Por favor, ¡contadlo!", pidió: "La Iglesia ha perdido la batalla de las relaciones públicas en los últimos veinte años. Esto no puede seguir así. Hemos permitido que sean otros quienes definan cuál es la posición de la Iglesia sobre la atracción por el mismo sexo, y eso está siendo devastador para la Iglesia y para la comunidad gay... La Iglesia ha dejado que otros perfilen la cuestión. Tenemos que hacerlo mejor y transmitir el mensaje de que la Iglesia y los católicos están aquí para escuchar y ayudar, sea cual sea la cruz".

Karl expresó su preocupación ante el hecho de que algunos líderes de la Iglesia presenten las enseñanzas de la Iglesia en tonos grises. Y elogió precisamente al obispo de la diócesis donde se encontraba, monseñor Charles Chaput, porque es uno de los que presentan el magisterio en blanco y negro, pero con auténtica misericordia. Y eso tiene un valor redentor, afirmó Miller: "Desearía que algunos dirigentes de la Iglesia predicasen con mayor claridad, y podrían guiar con amor".

"La castidad", dijo, "es una meta por la que hay que trabajar activamente. Y algunas veces caemos. Pero tenemos ese recurso maravilloso que es el sacramento de la confesión, como una oportunidad para empezar de nuevo". 

Además, es algo mal aceptado en los ambientes homosexuales: "Para mí era más duro decirle a la gente que era un gay que vivía la verdad de la Iglesia, que decirle a la gente que era gay. Perdí amigos. O gente a quienes consideraba amigos. Pero nunca olvidé lo que me dijo hace años mi mentor en Alcohólicos Anónimos: a veces hay gente que tiene que salir de tu vida para que Dios haga en ella un hueco a quienes quiere que estén en tu vida".

"Mi historia es una historia de redención", concluyó. Y pidió a los presentes que, cuando traten con personas que sienten atracción por el mismo sexo, lo hagan "siempre con amor"..

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