Viernes, 19 de abril de 2024

Religión en Libertad

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Permítanme contarles hoy una película

por Luis Antequera

 
            La escena que abre el telón, mientras aún se leen los títulos de crédito, es el traveling (seguimiento de cámara) de un sugerente culo femenino bajo una falda de tubo mientras sube por una escalera, el cual, como era de esperar, pertenece a una atractiva mujer que es una alta directiva de una empresa. El escenario no es otro que una convención de esa gran empresa, donde el joven y prometedor vicepresidente de la misma tiene un affaire con esa atractiva mujer, a la que, por cierto, acaba de conocer en la convención.
 
            El caso es que una vez ocurrido el desliz -su protagonista masculino está casado-, al llegar al día siguiente el vicepresidente a la empresa, se encuentra con que su ambiciosa compañera de trabajo le ha denunciado por acoso, negando haber consentido al contacto sexual habido la noche anterior, aunque en realidad sí lo había hecho. Ante esta situación, el presidente de la empresa, fundador y propietario de la misma, le pide al vicepresidente que, para no perjudicar la reputación de la compañía, dimita. Pero el vicepresidente se niega y tienen que ir a juicio. Entre las cosas que descubren los detectives de la empresa para argumentar el comportamiento amoral del vicepresidente y su despido, es que, cinco meses atrás, ya había mantenido otra aventura extramarital con otra mujer distinta.
 
            Mientras se desvela que el matrimonio del vicepresidente pasa por problemas y que está iniciando los trámites de divorcio, su abogado hace un importante descubrimiento: que la supuesta acosada ya había utilizado la fórmula de la acusación falsa de acoso sexual para eliminar competidores en al menos dos de las empresas en las que había trabajado con anterioridad. Un hallazgo que, como no podía ser de otra manera, se muestra crítico en el juicio, pues gracias a él, el vicepresidente consigue ganarlo y al hacerlo, le saca a la empresa una suculenta indemnización de diez millones de dólares por despido improcedente.
 
            Es en ese momento cuando sale a la luz que todo el affarie no ha sido otra cosa que una estratagema de la pareja que forman acosador y acosada, sentimentalmente unidos y de mutuo acuerdo, para engañar a la empresa y sacarle la fortuna que han conseguido sacarle, y que su plan es huir del país con el dinero, de lo que el espectador se entera en una escena de sexo, si no tórrida, sí explícita.
 
            Todo lo cual no pasa desapercibido a dos empleados de la empresa, que descubren que acosador y acosada se conocían desde hacía mucho tiempo y de que mantenían una aventura longeva, lo que demostraría que la acusación de la acosada era falsa, todo el asunto una farsa, y la sentencia, en consecuencia, conseguida mediante engaño. Pero en lugar de informar de ello a la empresa, como habría sido lo esperable, deciden utilizarlo en su propio beneficio. ¿Cómo? De la manera más fácil: extorsionando a la pareja.
 
            Al tiempo que en las negociaciones para el divorcio el vicepresidente se muestra generoso con su mujer, aceptando dejarle la mitad de todos los bienes del patrimonio matrimonial, realiza en su buzón de correos el hallazgo de un sobre con fotos comprometedoras de su más que antigua relación con la supuesta acosada, mientras uno de los dos extorsionadores, que es quien le ha mandado las fotos, se presenta pidiendo “su recompensa”: la mitad del dinero de la indemnización, o sea, 5 millones de dólares.
 
            El nervioso vicepresidente pone el tema en conocimiento de su novia y cómplice, la supuesta acosada, verdadero cerebro de la operación, y ambos acuerdan ofrecer al extorsionador como mucho un millón. Se reúnen en un lugar apartado a la falda de una montaña y la cosa se complica hasta el punto de que el extorsionador agrede a la supuesta acosada, y el vicepresidente, en defensa de su novia, le descerraja un tiro y lo mata. La supuesta acosada tiene que pensar rápidamente, urdiendo que el vicepresidente busque un lugar en la cima de la montaña y cave un foso para enterrar el cadáver, mientras ella lo va envolviendo en una manta. Cuando el vicepresidente ha hecho el foso, baja al lugar en el que se encuentra el cadáver y carga con él hasta el lugar en el que lo entierra.
 
            Así las cosas, unos días después del vicepresidente recibe un nuevo anónimo, esta vez con las fotos del asesinato y con la manta en la que su novia envolvió el cadáver, en el que se le vuelve a extorsionar con 5 millones.
 
            Entretanto, la esposa despechada se entera por su abogada de que en el acuerdo de divorcio tan favorable que cree haber alcanzado, la mitad de todos los bienes del matrimonio, no se incluye la indemnización, por cubrir, en buena teoría, los bienes futuros que el vicepresidente no podrá ganar, y ser en consecuencia computables a un momento posterior a la vida del matrimonio. Se indigna y jura vengarse.
 
            El vicepresidente, por su parte, recoge la indemnización en metálico y se dirige al encuentro de la supuesta acosada, su novia, para huir con todo el dinero a Méjico. Pero al llegar al lugar de la cita en una casita apartada de todo, se produce un nuevo giro en la historia, encontrándose a la supuesta acosada, que le apunta con una pistola, en compañía nada menos... ¡¡¡que del supuesto asesinado!!! Se desvela que ambos estaban en connivencia, que el vicepresidente había sido utilizado por ellos, y que el asesinado que había sido enterrado en el monte no era el extorsionador, el cual había fingido su muerte, producida con una pistola en la que se habían introducido balas de fogueo, sino el otro empleado de la empresa que estaba al cabo de la relación entre acosador y acosada, y que a su vez, extorsionaba al extorsionador, el cual, había sido asesinado previamente, siendo su cuerpo el que la supuesta acosada había envuelto en una manta, mientras el vicepresidente cavaba la fosa en la que lo iba a enterrar.
 
            Se produce un forcejeo, de resultas del cual, el vicepresidente acaba matando, esta vez sí, al extorsionador, y cuando la supuesta acosada va a matar al vicepresidente, una mano desconocida salva la vida del vicepresidente matando de un tiro a la supuesta acosada por la espalda.
 
            La escena siguiente ocurre en la comisaría, donde se está interrogando a la persona que ha matado a la supuesta acosada, que resulta ser… ¡¡¡la esposa despechada!!!, a la que sin embargo, la policía contempla como víctima de todo lo ocurrido y mera testigo de los hechos, para nada su protagonista.
 
            En la última escena de la película, la esposa despechada abre la maleta de su coche en la que se ve la bolsa con los diez millones de dólares, y el espectador comprende que en el mismo acto en el que había terminado con la vida de la supuesta acosada, ha matado también a su propio marido, convirtiéndose de esta manera, en la beneficiaria última y definitiva de los 10 millones de dólares.
 
            Como ven Vds., un argumento de lo más edificante y "trivial": traiciones, engaños, infidelidades, acusaciones falsas, mentiras, sexo, robo, asesinatos, amoralidad… Pues bien, la película, emitida la madrugada del jueves por TVE1, titulada por cierto “Crimen pasional”, cuando más que de un crimen se trata de una verdadera colección, y cuando dichos crímenes son cualquier cosa menos pasionales, fue calificada “para mayores de siete años” ¿se dan Vds. cuenta? ¡¡¡para mayores de siete años!!! Apareciendo, para mayor recochineo, el simbolito sobre la pantalla durante toda la duración de la película.
 
            Y yo me pregunto, ya puestos ¿por qué para mayores de siete años y no de cinco, o incluso “recomendable para niños en jardín de infancia”?
 
            Bien es verdad que la hora de emisión no era para que ningún niño se hallara ante la tele, y que es improbable que a esa hora muchos niños la hayan visto, pero imaginen Vds. cualquier situación en la que un niño o niña de ocho años pudiera o tuviera que estar despierto y sus padres, fiados de la calificación, le hubieran permitido ver lo que en ella ponían. Por ejemplo, unos padres preparando la maleta para salir de vacaciones, mientras dejan que los niños se entretengan en  la tele hasta el momento de salir.
 
            Honestamente, para dar este tipo de información engañosa, es mucho mejor que no se dé ninguna, ¿no les parece? Pero engañar a un padre de familia haciéndole creer que una película es apta para su hijo cuando contiene los elementos que acabamos de ver, me parece, sencillamente, delito de lesa traición.
 
            A veces me da la impresión de que la educación y la formación de los niños importa a algunos sólo si hay sotana por medio, y que no habiéndola, se la sopla en el más estricto sentido de la palabra. Tal fue el caso la otra noche en La Primera.
 
 
 
 
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