Jueves, 25 de abril de 2024

Religión en Libertad

¿Padres en peligro de extinción? Muchos están desubicados y agobiados al sentirse prescindibles

Los hijos necesitan criarse también con un padre varón e impedírselo les daña
Los hijos necesitan criarse también con un padre varón e impedírselo les daña
En el año 2005, la psicóloga y profesora de la Universidad de Cornell Peggy Drexler publicaba el libro Raising boys without men (educando a los niños sin hombres) y en 2007, la profesora de estudios de la mujer de la Universidad del Wellesley College, Rosanna Hertz, aseguraba que los padres, simplemente, no son necesarios.

Lo decía, quizá, porque en Estados Unidos, uno de cada tres niños -más de 24 millones- crece sin padre. 

Este escenario de "oscurecimiento de lo masculino, de la indiferencia, cuando no desprecio hacia los varones" es en el que se enmarca el estudio La importancia de la figura paterna en la educación de los hijos, de la profesora de Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid María Calvo, presentado por la organización The Family Watch

Alejado de lo políticamente correcto, el estudio de Calvo denuncia el "convencimiento generalizado de que el padre y la madre son intercambiables" y de que este último "es solo valorado o aceptado en la medida en que se convierte en una segunda madre".

Dicho de otra manera, la "masculinidad/paternidad está bajo sospecha y es tratada con hostilidad".

¿El resultado? Padres desubicados, agobiados por mujeres que les recriminan no ser capaces de cuidar, atender o entender a los niños exactamente como ellas lo hacen y, al final, padres que afeminan sus comportamientos. 

"Cuando hablo de padre feminizado, me refiero a aquel tipo de padre temeroso de ejercer la paternidad con su propia e innata masculinidad, que tiende a imitar los modelos de conducta femenino-maternales como si  éstos fueran los únicos válidos.  Esta situación viene provocada por la idea, muy extendida e implantada en la sociedad actual, de que en la crianza y educación de los hijos la madre se basta y se sobra, que el padre es prescindible, innecesario, a veces incluso un estorbo. Esta cultura ha desacreditado la sensibilidad del padre para educar a sus hijos. Lo que el código masculino consideraba decisivo para el crecimiento de los hijos se presenta como peligroso o no apto. A los hombres se les presume escasamente dotados de la sensibilidad necesaria para la crianza y correcta educación de los hijos", explica la profesora Calvo a Gaceta.es. 

En un mundo que parece valorar exclusivamente la relación madre-hijo, parece que la única cultura educativa válida es la que "exalta exclusivamente la sensibilidad del código materno e infravalora a los padres obligándoles a desconfiar de su instinto masculino, sintiéndose equivocados o poco adecuados".



Para quien no se apiade del varón que vive su paternidad bajo estos parámetros, baste decir que esta forma de no-paternidad tiene consecuencias -y muy graves- en la personalidad del hijo -"y al final de toda la sociedad"-, recuerda el estudio de The Family Watch: 25 millones de niños norteamericanos tienen más posibilidades de ver un padre en televisión que en la vida real, según constatan los censos sobre este particular de Estados Unidos.

Así, la ausencia física del padre se une al otro mal endémico de la sociedad actual: la ausencia psíquica. Es el síndrome de la función paterna en fuga, o de esas familias en las que un matriarcado social y educativo perjudica el desarrollo equilibrado del niño. 

Todo lo que dejan de tener
Esos niños que crecen sin padre, se desarrollan sin la figura que ejerce el imprescindible papel que los psicólogos y educadores denominan "separador": el que permite al niño diferenciarse de la madre, evitando una insana dependencia.

"El niño que no experimenta el conflicto edípico -chocar con el padre- tiene muchas posibilidades de lanzarse en su juventud a comportamientos asociales, violentos y agresivos, e incluso tendencias homosexuales", señala el estudio. El niño que crece sin padre pierde a la "no madre que ha de mostrar al hijo cómo funciona el mundo y cómo ha de encontrar su lugar en él". 

Una carencia que tiene consecuencias medibles y cuantificables, no en España, que todavía -denuncia el estudio- no presta la debida atención a este fenómeno, pero sí en Estados Unidos.

Allí, el 29,7% de los niños sin padre y el 21,5% de los hijos de padres divorciados que viven solo con su madre ha repetido curso, en comparación con el 11,6% que vive con su padre y su madre. El 80% de los adolescentes ingresados en psiquiátricos proviene de familias rotas y el 75% de los chicos en procesos de desintoxicación no conoce a su padre

Si el hombre pierde....
Con estos datos en la mano, los autores del estudio tienen claras las conclusiones: "Si el hombre pierde, perdemos todos", resumen antes de subrayar que "padres y madres no son intercambiables y sí indispensables".

Por eso, proponen soluciones tan necesarias como urgentes. La primera, situar el debate lejos del manido machismo-feminismo y ayudar al hombre a encontrar su papel en una sociedad que parece haberle apartado. Reforzar el papel de los padres en las familias, de los profesores en las escuelas y de los líderes en la vida pública con una mentalidad: "el hombre no es el enemigo a batir".

Los deberes para ellos: que asuman su corresponsabilidad en el nuevo mundo en el que la mujer trabaja fuera y dentro de casa para que ésta no acabe sobrecargada. Debe redescubrir la familia, ubicarse, dicen los expertos, en el papel de educador de sus hijos.

"Es necesario un hombre para educar a otro hombre" y el "hombre es el primer modelo de masculinidad que conocen las niñas". Demasiada responsabilidad para mirar hacia otro lado.
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