Jueves, 25 de abril de 2024

Religión en Libertad

Suministro de una sustancia


El debate de la eutanasia pone esta cuestión trascendental en el lugar adecuado. No en las muertes o asesinatos de otros, sino en el tuyo y el mío, con la sustancia suministrada a poco que te descuides, envejezcas o enfermes.

por Enrique García-Máiquez

Opinión

No sé si tengo que empezar a preocuparme porque, en menos de una semana, voy a escribir dos artículos aplaudiendo a Pedro Sánchez. El primero fue por la inesperada astucia con la que llamó torpe al ministro Catalá. Hoy, por su proyecto a favor de la eutanasia. Trata de hacerla un nuevo derecho individual y efectivo a cargo de la SS. Consistiría en el "suministro de una sustancia" [sic] y, además, gratis. (Los derechos progresistas, si no los paga el presupuesto, parecen menos.)

¿Quiere decir mi aplauso que estoy de acuerdo con la eutanasia? ¡Qué va! Pero oigo a los otros partidos decir que este tema no interesa nada a los españoles, y me hierve la sangre. Interesa o debería interesar muchísimo: o para defender la eutanasia, como Sánchez, o para enfrentarla, como yo. Partidos presuntamente conservadores que defienden que lo único que interesa a los españoles es conservar los euros nos han traído hasta aquí.

La cultura occidental encara una tremenda pulsión de muerte. Uno, como Quevedo, no encuentra donde poner los ojos que no sea un recuerdo de la muerte. Hay dos ciudades, la del amor a la vida y la del amor a la nada, y andan a cara de perro. Es el tema de nuestro tiempo. Europa se encamina satisfecha hacia el suicidio demográfico y, para rematarse, hacia el suicidio cultural, los ecologistas radicales abominan del ser humano, nos hemos tragado la aceptación social del aborto, la eugenesia se coló por la puerta de atrás, el caso de Alfie Evans ha sido una señal de alarma y tanta "generosidad" con ETA, que mató a tantos, es otro síntoma, etc.

El debate de la eutanasia pone esta cuestión trascendental en el lugar adecuado. No en las muertes o asesinatos de otros, sino en el tuyo y el mío, con la sustancia suministrada a poco que te descuides, envejezcas o enfermes. Todo el mundo sabe, sin necesidad de Alfie, aunque él nos ha ayudado mucho, cómo acaban estas leyes: véase Holanda. Con todo, el suicidio o la eutanasia realmente voluntaria me parece (al menos a mí que soy, como Gómez Dávila, un pagano cristianizado) el menos repugnante y abusivo ataque a la vida. Que la eutanasia encuentre más resistencias sociales que el aborto sólo se explica por un egoísmo inconsciente, por el instinto de conservación de los votantes. La propuesta del PSOE de Sánchez pone el dedo en la llaga de la dignidad de la vida y los límites del Estado. Me tendrán enfrente, pero agradecido.

Publicado en Diario de Cádiz.
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