Viernes, 19 de abril de 2024

Religión en Libertad

El sentido común y la ideología de género: el aborto (II)


Hasta tal punto los abortistas se toman en serio este falso derecho, que consideran algunos que tratar de disuadir a una mujer de abortar es una violación de los derechos de las mujeres.

por Pedro Trevijano

Opinión

En estos momentos está habiendo una gran polémica sobre la Ideología de Género, sobre sus ventajas e inconvenientes. Muy recientemente, el Parlamento regional de Madrid ha aprobado en sesión celebrada el día 17 de marzo de 2016, una Ley de Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y no Discriminación de la Comunidad de Madrid, mientras que otra proposición de la señora Cifuentes y Ciudadanos para que Gobierno de España apruebe una ley que regule la gestación subrogada, lo que se conoce como vientres de alquiler, fue rechazada, gracias a tres diputados del PP que se saltaron la disciplina de voto.

La polémica no es sólo nacional, sino internacional. En España los obispos de Alcalá y Getafe han publicado un documento contra la Ley aprobada por la Comunidad de Madrid, mientras que en Estados Unidos el hospital pionero de experimentos de ideología de género, el Johns Hopkins de Baltimore, acordó en su día suspender ante su evidente fracaso las operaciones de cambio de sexo. Por su parte el Colegio Americano de Pediatras desacredita la ideología de género, porque hace daño a los niños. No sé si es la Asociación norteamericana más importante, pero sus argumentos son poderosos y conciden con los pediatras españoles e italianos. En Inglaterra emplezan a oírse voces de alarma ante la multiplicación de casos de menores ingleses sometidos a terapias para el “trastorno de identidad de género”, tratamientos que van desde la consulta psicológica al bombardeo hormonal para bloquear el desarrollo del paciente en vista del cambio quirúrgico de sexo.

Personalmente me da la impresión de que los partidarios de la Ideología de Género demuestran una asombrosa falta de sentido común. Por ello vamos a ver alguno de los problemas que esta ideología suscita y empezaremos en este artículo por el aborto, tanto más cuanto que este martes se celebra la Jornada por la Vida. Por aborto entendemos (prescindimos ahora del aborto espontáneo o natural) el dar muerte al óvulo fecundado, embrión o feto humano dentro del seno materno.

Mientras la postura de la Iglesia sobre el aborto es muy clara y así afirma el Concilio Vaticano II: “El aborto y el infanticidio son crímenes abominables” (Gaudium et Spes nº 51), la Ley Orgánica 2/2010 de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, nos habla en varias ocasiones de los derechos del feto, como por ejemplo en el Preámbulo I que dice “(La Ley) busca garantizar y proteger adecuadamente los derechos e intereses en presencia, de la mujer y de la vida prenatal”, o en el Preámbulo II. “donde quedan adecuadamente garantizadas tanto la autonomía de las mujeres, como la eficaz protección de la vida prenatal como bien jurídico”, y un poco más adelante: “La vida prenatal es un bien jurídico merecedor de protección que el legislador debe hacer eficaz”, afirmaciones hipócritas que quedan en papel mojado con el art. 3 & 2 que dice “Se reconoce el derecho a la maternidad libremente decidida”, y hasta tal punto los abortistas se toman en serio este falso derecho, que consideran algunos que tratar de disuadir a una mujer de abortar es una violación de los derechos de las mujeres.

Los avances científicos médicos van en la dirección de que existe sobrada evidencia científica de que la vida empieza en el momento de la fecundación. Algunos de estos avances son claros hasta para un profano en la materia: muchos padres y abuelos llevan en sus móviles la foto de la ecografía de sus hijos y nietos a los que les falta todavía bastante para nacer. Recuerdo que en un debate televisivo llevé la foto de un feto de diez semanas, es decir bastante antes de las catorce semanas, cuando el aborto todavía es libre. Nadie pudo negarme que aquello era un ser humano, aunque mi rival abortista me soltó: “Enseñar eso es un frivolidad”.

En pocas palabras el aborto es un crimen o un derecho, pero las dos cosas, y, menos a la vez, no. O como dijo aquella inefable ministra de Zapatero y, por tanto, d España: “Claro que en el feto hay vida, pero no vida humana”. Pues mire Vd., si en el feto hay vida, es vida humana. En otro caso se trataría de un ser esencialmente distinto. Aunque Mickey hable en las películas, no se puede ser a la vez ratón y ser humano.

Otra cosa, si la vida humana no empieza en la fecundación, sino mucho después, ¿qué pinta el padre? ¿Acaso se trata de alguien que pasaba casualmente por allí, pero que no tiene nada que ver con el nuevo ser humano? Y por supuesto que nadie me diga que está a favor del aborto y de los débiles y necesitados. Por favor, idioteces, no.

El problema es que mientras en la Filosofía tradicional contra los hechos no valían argumentos, hoy el sectarismo es tan grande que es la realidad la que debe adaptarse a la ideología de género y no al revés. Señores parlamentarios: ¿se dan Vds. cuenta de que aprobando leyes criminales e idiotas, contra el más elemental sentido común, su prestigio no queda precisamente enaltecido?

Termino con una frase de Jesucristo: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él era homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él” (Jn 8,44).
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