Viernes, 29 de marzo de 2024

Religión en Libertad

Un marxista al frente de Naciones Unidas (II)


Por si el ecoateísmo fuera insultante para algunos creyentes, Escoto, cual Yoda de Star Wars nos recuerda la existencia de la "Energía de Fondo". No es broma.

por José Luis Bazán

Opinión

Las torpezas verbales de Miguel d’Escoto son rayos que no cesan. Ha pronunciado un discurso de enorme calado en la Conferencia de Alto Nivel de Naciones Unidas sobre la Crisis Financiera y Económica Mundial y Su Impacto Sobre el Desarrollo, que ha tenido lugar en Nueva York entre el24 y el 26 de junio. En el mismo, Escoto ha sintetizado algunas de las líneas maestras de la nueva ética planetaria que está promoviendo Naciones Unidas. Preocupante proyecto para los que pensamos que hay una ley natural, no creada por el hombre, sino nacida del hombre, que refleja normativamente las necesidades y exigencias derivadas de la condición humana. Escoto quiere un nuevo hombre, un nuevo orden moral, una nueva ética a imagen y semejanza no de su ser, sino de su querer, de sus deseos y proyectos: «Hemos construido una economía globalizada. Ahora es el momento de crear una política y una ética globalizadas a partir de las muchas experiencias y tradiciones culturales de los diferentes pueblos».

 
Entre los ejes fundamentales que según Escoto podrían dar coherencia a las nuevas iniciativas que busquen construir alternativas se encontraría «forjar un ethos mínimo desde el intercambio multicultural y desde las tradiciones filosóficas y religiosas de los pueblos, a fin de que puedan participar en la definición del Bien Común de la Humanidad y de la Tierra y en la elaboración de nuevos valores». Es la ética mínima que en España promueven los doctores del socialismo, esa que niega la naturaleza humana para crear un nuevo ciudadano súbdito del poder.
 
En esa nueva ética la dignidad correspondería a la Madre Tierra, que «por el hecho de ser viva y generadora de todos los seres vivientes, tiene dignidad (dignitas Terra). Esta dignidad reclama respeto y veneración y hace que ella sea portadora de derechos». Esta perspectiva biocéntrica niega la condición de Dios como bien supremo del hombre: «El gran Bien Común de la Humanidad y de la Tierra es la propia Humanidad como un todo», afirma Escoto. Su visión panteísta de la realidad se afirma al considerar «la comunidad de la vida humana – la Humanidad - como la parte consciente e inteligente de la misma Tierra». No somos hijos de Dios, sino que en palabras del sacerdote católico suspendido «todos somos hijos e hijas de la Tierra y a ella pertenecemos». Puro ecoateísmo de matriz indígena.
 
Por si el ecoateísmo fuera insultante para algunos creyentes, Escoto, cual Yoda de Star Wars nos recuerda la existencia de la “Energía de Fondo”. No es broma. El Sr. Presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas, apelando a la ciencia, pretende embaucarnos con misteriosas energías -de las que los físicos y metafísicos se carcajean-, que sustituirían en la futura era de acuario al Dios de la religión: «Pertenece al Bien Común de la Humanidad la creencia testimoniada por las tradiciones espirituales y afirmada por cosmólogos y astrofísicos contemporáneos, de que por detrás de todo el universo, de cada ser, de cada persona, de cada evento y de nuestra crisis actual, actúa la Energía de Fondo, misteriosa e inefable, llamada también Fuente Alimentadora de todo el Ser. Esta Energía sin nombre – estamos seguros – actuará también en este momento de caos ayudándonos y empoderándonos para vencer al egoísmo y tomar las medidas necesarias para que éste no sea catastrófico, sino creativo y generativo de nuevas órdenes de convivencia, de modelos económicos innovadores y de un sentido más alto de vivir y de convivir».
 
Eso sí, este revolucionario ecomarxista, que rinde culto a la Tierra y a la Energía de Fondo, termina en su desfachatez añadiendo a su mayonesa retórica, unas palabras de Benedicto XVI sobre la necesidad del reparto de los recursos entre los pobres, algo que siempre otorga credibilidad moral, da un toque distinguido a su prédica, y atrae a su discurso ecoateo a más de un cristiano despistado.
 
Escoto es la boca de esa camarilla de iluminados de la ciudadanía planetaria, bien situados en Estados y Organizaciones Internacionales, que en su lucha contra el Dios de la religión, promueven una espiritualidad del hombre para el hombre, un aquietamentes que no propicia la unión de la criatura con el Creador, sino del hombre con la Humanidad.
 
Este ortodoxo sacerdote del nuevo paganismo de la espiritualidad sin religión ha llegado lejos en sus aspiraciones de poder. Sin duda, ejerciendo de sacerdote católico no lo hubiera logrado, porque para ser Papa no basta el poder humano, por muy encumbrado que esté. Pero se ha extralimitado en su intento de sentar las bases del paraíso en la Tierra, frustrada pretensión de totalitarismos sangrientos, perfecta excusa para tropelías por doquier. Vienen a mi memoria las palabras de los Proverbios: «Gobernando los malvados crece la iniquidad; mas los justos verán su caída».
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