Viernes, 19 de abril de 2024

Religión en Libertad

¿Puede el Papa fiarse de Andrea Riccardi?


El fundador de la Comunidad de San Egidio se agita en el centro de la escena política italiana, con la aparente bendición de Benedicto XVI. Pero la representación tiene sus maquinaciones incómodas

por Sandro Magister

Opinión

Cada vez que Benedicto XVI habla contra los matrimonios homosexuales, recibe puntualmente un aluvión de críticas. Pero la última vez que lo hizo, en el discurso anual a la curia antes de Navidad, no fue así. Todos callaron.

Escudo del Papa fue el gran rabino de Francia, Gilles Bernheim, citado por él como apoyo a sus propias tesis. Y ninguno de los columnistas contrarios ha tenido el valor de tener en el punto de mira, además de al jefe de la Iglesia católica, a un luminar del hebraísmo europeo.

Efectivamente, el caso francés está creando escuela más allá de sus fronteras en la batalla en pro y en contra de lo que la Iglesia define "principios no negociables", y de los cuales el matrimonio entre hombre y mujer es piedra angular.

Contra la voluntad de la presidencia Hollande de legalizar el matrimonio entre homosexuales ha reaccionado con fuerza no sólo la Iglesia católica, guiada por el arzobispo de París, sino también un grupo de prestigiosos exponentes de otras religiones y del mundo laico, entre los cuales la filósofa feminista Sylviane Agacinski, mujer del ex primer ministro socialista (y protestante) Lionel Jospin y, precisamente, el gran rabino Bernheim, con un documento de 25 páginas en las cuales rechaza, uno a uno, los argumentos que apoyan los matrimonios homosexuales y la adopción por parte de parejas del mismo sexo.

Al citar el tratado de Bernheim, Benedicto XVI lo ha definido "cuidadosamente documentado y profundamente conmovedor". Y con esto lo ha sacado de su contexto francés, ofreciéndolo a la atención de todo el mundo.

En Italia, la invitación del Papa ha sido acogida inmediatamente por el intelectual no creyente Ernesto Galli della Loggia el cual, en el "Corriere della Sera" del 30 de diciembre, no sólo ha reproducido con plétora de citaciones los argumentos del gran rabino demostrando su consonancia con Benedicto XVI, sino que ha manifestado que los comparte plenamente y deseando que, por fin, se pueda debatir sobre ellos sin someterse al imperante conformismo en favor del matrimonio homosexual.

Galli della Loggia es un intelectual laico que es leído siempre con atención en el Vaticano. Su esposa, la historiadora Lucetta Scaraffia, escribe con regularidad en "L´Osservatore Romano" y está muy unida a su director, Giovanni Maria Vian. De hecho, el periódico de la Santa Sede ha evidenciado este cambio del "Corriere" como si fuera la simbólica caída de un muro.

Galli della Loggia no es el primero, ni el único, entre los intelectuales laicos italianos que se ha desvinculado del coro de acusaciones contra la Iglesia "oscurantista".

Después de él, el 2 de enero, de nuevo en el "Corriere della Sera", también una conocida psicoanalista, Silvia Vegetti Finzi, se ha posicionado contra la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo.

Y antes de él, se pronunciaron los "marxistas ratzingerianos": el filósofo Pietro Barcellona, el teórico del obrerismo Mario Tronti, el científico de la política Giuseppe Vacca y el sociólogo Paolo Sorbi, todos ellos pertenecientes al Partido Democrático, anteriormente al Partido Comunista y, ahora, convertidos a la "visión antropológica" del Papa Joseph Ratzinger en defensa de la vida "desde la concepción a la muerte natural" y del matrimonio entre hombre y mujer. Su última reunión tuvo lugar en diciembre en la sede de la "Civiltà Cattolica", la revista de los jesuitas de Roma publicada con el imprimátur de la secretaria de Estado.

Pero en el Vaticano temen que el Pd, al que pertenecen los cuatros y que posiblemente será el vencedor en las elecciones políticas del próximo 24 de febrero, no tenga en cuenta para nada sus posiciones y, más bien al contrario, emita leyes hostiles.

Tampoco una futura presidencia de Mario Monti tranquiliza a las jerarquías. Su programa no menciona para nada los principios "no negociables".

Como tampoco da garantías a la Iglesia el apoyo a Monti por parte de Andrea Riccardi, el fundador de la Comunidad de San Egidio, un católico que se hace pasar por representante exclusivo de las jerarquías, pero que en el pasado siempre ha estado inmóvil y mudo cuando se batallaba sobre estos principios.
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