«Dilexi te» y la ciencia
León XIV firma 'Dilexi te', su primera exhortación apostólica.
La conciliación ciencia-fe en la Iglesia católica es apreciable en el ministerio petrino de León XIV.
Su primera exhortación apostólica, Dilexi te, sobre la Iglesia y el amor hacia los pobres, hace referencia a la ciencia en varias ocasiones. Se trata de un documento iniciado por Francisco, que León XIV ha querido que llegue a nosotros con su aportación al inicio de su pontificado.
Dilexi te es en sí mismo -en mi opinión- un documento científico en el sentido de que Francisco y León XIV cuentan en él lo que la Iglesia ha hecho en relación a la ayuda a los pobres a lo largo de los siglos utilizando la herramienta científica de la historia, al repasar lo que durante los siglos ha venido sucediendo en su seno.
Hace referencia León XIV en el Capítulo I, Algunas palabras indispensables, apartado El grito de los pobres, a los diversos tipos de pobreza, dentro de los cuales incluye una de sumo interés para esta reflexión:
- "En el rostro herido de los pobres encontramos impreso el sufrimiento de los inocentes…Deberíamos hablar quizás más correctamente de los numerosos rostros de los pobres y de la pobreza… la pobreza cultural..." (n. 9).
La primera referencia a la ciencia se encuadra en la presentación que León XIV hace en Dilexi te sobre la historia de la Iglesia y el amor a los pobres, en el Capítulo III, Una Iglesia para los pobres, y se relaciona precisamente con el servicio prestado por la Iglesia a través de los siglos para remediar esta pobreza. Al referirse a El cuidado de los pobres en la vida monástica, comenta:
- "Además de la asistencia material, los monasterios desempeñaron un papel fundamental en la formación cultural y espiritual de los más humildes… Allí se educaba a los huérfanos, se formaba a los aprendices y se instruía a los campesinos en técnicas agrícolas y en la lectura. El saber se compartía como don y responsabilidad. El abad era a la vez maestro y padre, y la escuela monástica era un lugar de liberación por la verdad… Porque, como escribe Juan Casiano, el monje debe caracterizarse por «la humildad de corazón […], que no conduce a la ciencia que hincha, sino a la que ilumina por medio de la plenitud de la caridad»" (n. 57).
¡Qué hinchada está hoy la ciencia de muchos científicos y de los políticos que la manipulan a conveniencia para promover la antihumanidad de prácticas como el aborto o ideologías como el género, contrarias a la evidencia científica y por tanto a la caridad!
Más adelante, en el Capítulo III, Una Iglesia para los pobres, en el apartado de La Iglesia y la educación de los pobres se refiere a San José de Calasanz. Dice León XIV mencionando a su predecesor:
- "Dirigiéndose a algunos educadores, el Papa Francisco recordó que la educación ha sido siempre una de las expresiones más altas de la caridad cristiana" (n. 68).
Y:
- "En el siglo XVI, San José de Calasanz, impresionado por la falta de instrucción y formación de los jóvenes pobres de la ciudad de Roma, en unas salas anejas a la iglesia de Santa Dorotea en el Trastevere, creó la primera escuela pública popular gratuita de Europa. Era la simiente de la que después se desarrollaría, no sin dificultades, la Orden de Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, llamados escolapios, con el fin de transmitir a los jóvenes «la ciencia profana, al igual que la sabiduría del Evangelio, enseñándoles a descubrir en sus acontecimientos personales y en la historia la acción amorosa de Dios creador y redentor»" (n. 69).
Tal vez sea esta una de las más bellas definiciones dadas sobre la verdadera utilidad de la ciencia, que no es otra que la de descubrir la existencia de Dios en la propia historia.
Más adelante en el mismo Capítulo III, y refiriéndose en este caso al conocimiento -término muy afín al de ciencia- y el deber evangélico de compartirlo para enriquecer a otros, a los pobres que carecen de él, comenta León XIV:
- "Para la fe cristiana, la educación de los pobres no es un favor, sino un deber. Los pequeños tienen derecho a la sabiduría, como exigencia básica para el reconocimiento de la dignidad humana. Enseñarles es afirmar su valor, darles las herramientas para transformar su realidad. La tradición cristiana entiende que el conocimiento es un don de Dios y una responsabilidad comunitaria" (n. 72).
A mi entender aquí señala al quehacer científico como una responsabilidad, algo que el hombre debe incrementar con su trabajo.
Precisamente en el Capítulo IV, Una historia que continúa, hace referencia León XIV a cómo mediante la doctrina social de la Iglesia, esta, como esposa fiel de Cristo, sigue empeñada en hacer un uso adecuado de la ciencia. Nuevamente el Papa hace referencia a la ciencia como herramienta para la aplicación del Evangelio al decir:
- "Por consiguiente, es responsabilidad de todos los miembros del pueblo de Dios hacer oír, de diferentes maneras, una voz que despierte, que denuncie y que se exponga, aun a costo de parecer «estúpidos». Las estructuras de injusticia deben ser reconocidas y destruidas con la fuerza del bien, a través de un cambio de mentalidad, pero también con la ayuda de las ciencias y la técnica, mediante el desarrollo de políticas eficaces en la transformación de la sociedad" (n. 97).
Ya dijimos en ReL que para llevar adelante la doctrina social de la Iglesia opinaba León XIV que una de las herramientas fundamentales era precisamente la ciencia dedicada al estudio de las diversas situaciones en las que la humanidad se ve inmersa, evitándose así los apresuramientos sentimentales que no solucionan ningún problema, más bien al contrario.
Las exhortaciones apostólicas están escritas para ser leídas, algo a lo que animo desde aquí, por amor a los pobres y porque pobres somos todos: leamos Dilexi te.
Vaticano
«Dilexi te»: texto íntegro de la primera exhortación apostólica de León XIV
Religión en Libertad